CAPÍTULO 17

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JORGE

La excursión de fin de curso acababa de empezar, el autobús nos había dejado en un albergue de dos plantas en medio de la montaña y siendo sinceros no me apetecía nada. Mi madre me había tenido que obligar a venir por medio de chantajes. Lo único que me animaba en todo esto es que los profesores al revisar nuestras maletas no le habían prestado especial atención a los dos botes de gel que llevábamos cada uno de mis amigos. Porque sí, mis amigos y yo no éramos santos y los profesores nos tenían puesto un ojo encima siempre, pero meter el alcohol en un bote de gel no se lo esperaban. El plan que ideé salió a la perfección (como siempre) y cuando se marcharon para mirar en otras habitaciones saltamos en vítores mientras chocábamos entre todos los botes de gel, les abríamos y dábamos un trago.

La excursión me empezó a gustar más desde ese momento. Pero fue por la noche, antes de la fiesta vigilada, cuando encontré lo que le daría sentido a esta excursión y a las próximas.

No había bebido ni la mitad de lo que pensaba, cuando me encaminé al pasillo de las chicas en busca de Carlota, la chica con la que de vez en cuando me liaba, pero en vez de encontrarme con ella me choque con una chica que salía de su habitación sin mirar y a toda prisa.

Yo no me moví del sitio pero ella rebotó contra mi pecho y dió dos pasos hacia atrás mientras se tocaba la frente. Iba vestida con una falda de tul roja y una camiseta en pico negra, su pelo pelirrojo la caía por la cara sin dejarme ver su rostro. Casi me puse a reír de la situación y de las pintas de la chica, cuando levantó su cara dejándome ver unos ojos azul verdosos decorados con una fina línea negra y rimmel haciendo verse más grandes de lo que eran y unos gruesos labios rojos.

Mi boca se entreabrió y ya no puede apartar los ojos de ella.

-A tí ¿qué mierda te pasa? mira por dónde vas- me dijo mirándome.

-La que ha salido corriendo de la habitación sin mirar has sido tu, gatita. No sabía que teníamos que traer disfraces sexis.

La miré de arriba abajo mordiéndome el labio, dándola un repaso y madre mía que repaso.

-Lo primero, tienes razón, he salido sin mirar, pero tú no deberías de estar por este pasillo ¿O me equivoco?-. Intenté hablar, pero ella levantó un dedo haciéndome callar al instante -. Ni te molestes en poner excusas. Lo segundo, la fiesta que han organizado los profesores es de disfraces de miedo y todos esos rollos. No me visto así por gusto, soy una diabla- dijo señalando una diadema con dos cuernos rojos que llevaba en la mano-. Para gatita ya tienes a Carlota, ¿No?.

-Wow, acabas de sacar las garras, ¿eh?

-No lo sabes tú bien y ahora me voy a buscar a María, le daré recuerdos tuyos.

Mi cara palideció ante la mención de María, que al parecer era su amiga. María era una chica a la que le gustaba desde hacía tiempo.

-No hace falta gatita- dije nervioso.

Ella no se giró y siguió andando con las manos a su espalda. Cuando llegó a mitad del pasillo y había una distancia considerable entre nosotros, se volvió y me dijo:

-Por cierto, se me olvidaba decirte, el traje de neandertal te sienta de maravilla, muy acordé a tu personalidad.

Y dicho eso, siguió andando hasta pararse delante de una puerta . Cuando la puerta se abrió la grite:

-Hasta luego, guapa.

-Hasta nunca, neandertal.


El recuerdo, vive en mi mente. Esa fue la primera vez que me percate de su existencia. Según ella entró en la habitación yo deshice el camino andado y no volví a dirigirle la palabra a Carlota.

Volver a encontrarte [Volver #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora