Princesa

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-  Lo siento Mei Mei- mururó Xen empujando a Mei al lago mientras la chica lo miraba incrédula, de inmediato el General se escondió rápidamente rezandole a Buda que su plan funcionara.

Se escuchaba a Mei luchando contra el agua y la pesadez de su vestido, Tao de inmediato se giró al escuchar el chillido de Mei, la oscuridad le impedía ubicarla, sin muchas opciones y con poco tiempo, el Primer Príncipe se lanzó al agua quitándose la capa que llevaba sobre sus hombros.

Xen contaba los segundos para que Tao alcanzara a Mei apretando los puños con fuerza, finalmente Tao logró divisar los finos dedos de la mano de Mei tratando de aferrarse a la superficie, con fuerza Tao haló a Mei hasta la orilla del lago, la chica estaba inconsciente.

Tao no sabía qué hacer.

- Mei, Mei, despierta Mei, háblame- decía Tao más para ganar tiempo de pensar, parte de él sabia que la chica no reaccionaría así.

Su corazón comenzó a acelerarse, estaba ansioso, Chu Mei, conocía a esa chica desde que tenía memoria.

" - Tao, Zhao, vengan a conocer a Mei- Padre Imperial los había llamado por primera vez al salón principal del Palacio, Tao tenía 8 años y Zhao los acababa de cumplir dos días atrás, una época donde todavía los hermanos disfrutaban de  la compañía del otro.

Llegando, notaron al Ministro Chu recibiendolos con una sonrisa amable y una reverencia, detrás de él una pequeña figura se escondía.

- Niños, el Ministro Chu trajo a su hija, saluden- ordenó el Emperador.

- Mei, no seas irrespetua, saluda a los Príncipes- el Ministro Chu también ordenó.

La niña los saludó con la mejor reverencia que pudo, a partir de ahí, Mei iba al Palacio cada que podía y jugaba con ambos Príncipes, por supuesto, siempre mostrando predilección hacia Tao.

***

- ¡Oh no!, el Rey Mongol Zhao ha secuestrado a la Princesa Mei- exclamó Tao alzando una vara como si fuera una espada, Zhao también levantó su propia vara.

- ¿Qué harás ahora Príncipe Tao?- se burló Zhao fingiendo un rol de villano.

- ¡Yo salvaré a la Princesa!- dijo Tao antes de correr a Zhao, comenzando a chocar sus espadas imaginarias, Zhao fingió estar herido dándole la victoria a su hermano, salvando a la Princesa Mei.

- ¡Me salvaste otra vez Su Alteza!- rió Mei con sus regordetas mejillas rosadas.

- Cuando seamos grandes y te cases conmigo no dejaré que nadie te lastime- prometió Tao en su inocencia infantil."

A la orilla del lago, con Mei inconsciente frente a él, Tao involuntariamente recordó esa promesa, "no dejare que nadie te lastime", y ahora estaba ahí  sin hacer nada por salvarla, "que patético" se reprochó Tao.

En un momento de lucidez, Tao recordó una técnica y sin dudarlo dio respiración de boca a boca a la chica ante el ansioso y escondido Xen que cada vez se sentía más estúpido por lo que había hecho.

Después de un par de intentos, Mei reaccionó, tosió chorros de agua antes de abrir los ojos desorbitados.

- ¡Mei, Mei!- la llamó Tao aliviado acomodando los cabellos que le cubrían el rostro y ayudándola a incorporarse.

- Su Alteza- saludó Mei tratando de ubicar a Xen, ese imbécil se las pagaría.

- Mei, mírame, ¿te duele algo?- la voz de Tao la distrajeron de su molestia, se encontró con la mirada preocupada y protectora de Tao, una mirada que hacía años no era para ella, parecía realmente feliz de verla, como cuando eran niños, cuando ella era todavía una Princesa ante sus ojos.

La Villana del Loto DoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora