Insensible

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Lian salió del salón principal y tan pronto se alejó comenzó a refunfuñar, no era idiota, solo no conocía las costumbres, ella ni siquiera era la verdadera Chu Lian, ni siquiera era originalmente china.

Qing'er la seguía preocupada escuchando los murmullos molestos, sin duda, su Chu Lian no haría esa clase de berrinches, Chu Lian era elegante y calmada por ningún motivo expresaría su molestia con tantos gestos infantiles.

- ¿Lo puedes creer Qing'er?, el tipejo ese me llamó idiota- se quejó Lian, Qing'er miró a todos lados esperando que nadie la hubiera escuchado llamar "tipejo" al respetado General Liu.

- Señorita, no debería decir esas cosas- dijo Qing'er en voz baja.

-Él es el que no debería decir esas cosas- señaló Lian.

Por otro lado Liu Xen había pedido permiso al ministro para pasear por el jardín de la mansión, en realidad, Xen no tenía el ánimo para lidiar con su prima y su tía tan pronto había llegado, se les escaparía por al menos un par de horas, después ya podían atacarlo con sus quejas de siempre y con aquella por la que le mandaron la carta, Chu Xian, la nueva hija del Ministro que estaba complicandoles la vida a sus familiares.

Una simple mujer no era batalla para el gran General, un pequeño accidente y Chu Xian dejaba de ser molestia.

Xen caminó por los pasillos y los jardines de la mansión, era muy relajante la residencia Chu, los sirvientes eran callados y bien educados, era casi la residencia perfecta si no fuera por la inquilina que no encajaba en tal perfección, incluso ahora, entre el trino de los pájaros se escuchaba una aguda voz que interrumpía aquella placentera paz.

- ¡Él es el que no debería decir esas cosas!- escuchó la queja que parecía venir del otro lado del pasillo, como en camino al estanque.

Xen se acercó sin hacer ningún ruido, curioso, casi podía apostar a que aquella perturbación provenía de la misma inquilina salvaje.

Y tal como lo pensó, tan pronto se asomó, Xen la pudo ver, caminando molesta cruzando el pequeño puente del estanque, su traje rosa la hacía ver adorable incluso mientras refunfuñaba, era una lástima, tan bonita doncella y tan terribles modales, ¿qué hacía una dama de sociedad haciendo tremendo berrinche en un lugar tan público? Xen se quedó a escuchar más.

- Señorita, es el General, no debemos criticarlo- señaló Qing'er nerviosa.

- ¿No criticarlo?, pero él sí puede criticar a las personas sin siquiera conocerlas a ellas o su condición, ¡pero que conveniente!- Lian se detuvo justo a la mitad del puente para encarar a Qing'er.

Xen arqueó las cejas al escuchar a la chica, en verdad estaba molesta y el centro de esa discusión y ese berrinche era él.

- Señorita, es EL GENERAL- indicó Qing'er como si eso justificara cada acción de Xen, Lian frunció el ceño.

- No es EL GENERAL, es tan solo un tirano desalmado con complejo de inferioridad- expresó Lian ante la mirada aterrada de Qing'er, Lian cerró su conjetura recargándose fuertemente en la barandilla del puente, una barandilla sumamente frágil, que servía únicamente como adorno para que el puente luciera seguro.

Tan pronto Lian posó todo su peso sobre la barandilla ésta se rompió y con un chillido Lian cayó al agua, Qing'er comenzó a gritar y chillar pidiendo auxilio mientras Lian luchaba por salir del fondo del estanque, su mente estaba tan dispersa que incluso tuvo tiempo de pensar en que ese estanque era demasiado profundo para ser un adorno, el puente demasiado frágil, su ropa demasiado pesada y su acompañante demasiado inútil, ahora entendía porque la gente moría joven en esos tiempos.

Xen tardó un par de segundos en reaccionar, se suponía que él no debía estar ahí, pero nadie acudía a ayudar a la joven, una joven noble, por mas tonta que fuera, era noble y debían cuidarla, Xen lo dudó un momento.

Bueno, no era Chu Xian, no habría problema si ella no moría ahí.

Se convenció el General antes de correr hacia el estanque y sin dudarlo saltar al agua para sacar a Lian quien aún fuera de peligro seguía combatiendo con su pesada ropa, afortunadamente no había perdido el conocimiento y estaba más irritada que antes.

Empapada y enojada miró a su salvador, tenía que ser él, el General Idiota, quien se acomodaba el cabello descubriendo su bonito rostro masculino.

Ambos se miraron y Xen trató de no reirse ante la expresión sombría de Lian, en cuanto se pusieron de pie, Lian trató de acomodarse.

- Gracias, mi señor, le debo mi vida- dijo Lian de mala gana haciendo una reverencia extraña, Xen trató de no sonreír.

- No se preocupe Señorita, su vida es insignificante para un "tirano desalmado con complejo de inferioridad" como yo, no me debe nada, con su permiso- dijo Xen con una voz tan fría como pudo y se retiró antes de que Lian viera que estaba a punto de estallar en una carcajada.

La chica enmudeció del enojo, esa conversación era privada, ¿cómo podía decirle a ella que era mal educada si el que escuchaba conversaciones ajenas era él?

Lian refunfuñó con su ropa empapada y junto a Qing'er que aún se secaba las lágrimas regresó a su habitación.

Xen también regresó a su habitación y apenas terminó de cambiarse de ropa una sirvienta fue de urgencia por él, su tía y su prima lo esperaban en su sala de visitas, Xen suspiró y se encaminó preparando su mejor cara.

En cuanto entró, Yue y Mei se acercaron con una expresión de ira y frustración.

- Dos horas, Xen, desapareciste dos horas...-  comenzó Yue, Xen bajó la cabeza.

- Lo lamento tía-

- ¿Sabes lo que ocurrió en esas dos horas?- cuestionó Yue, Xen no pudo evitar recordar a Lian, molesta y empapada.

- ¡Chu Xian está en camino al palacio con padre para introducirla a la Emperatriz!- chilló Mei.

Una vez más, su familia se quejaba de Chu Xian, ¿qué tenía de especial esa mujer?

- Deshazte de ella pronto, no queremos que se gane el favor de la Emperatriz que le pertenece a Mei, Mei es quien se casará con el futuro Emperador, asegurate de eso- ordenó Yue.

- Sí, tía- dijo Xen aún con la mirada al suelo, Yue se percató de lo agresiva que pudo sonar, así que aligeró la voz y se acercó a Xen.

- Sé que dependemos mucho de tí, pero como sabes, nunca tuve un hijo, y el cielo me bendijo con la posibilidad de criarte como si fueras mi hijo en el lugar de tu promiscua madre y mi querido hermano que descanse en paz- dijo Yue con voz falsamente dulce.

Algo en el pecho de Xen dolió al escuchar a Yue mencionar a su madre a quien a penas recordaba y sólo sabía que había huído con su amante años atrás.

No había más opción, por el honor de su familia y la tranquilidad de su tía, Chu Xian desaparecería.

La Villana del Loto DoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora