Kiosco

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Algunos días pasan, todos permanecen a la defensiva, con la guardia alta, a la espera de la inevitable aparición de la ira mongol.

Sin embargo, justo en esos días, Wong recordó algo, el cumpleaños de Lian, entre tanta tensión nadie tenía cabeza para un cumpleaños, pero no lo permitiría, su hermana era querida por muchos, ayudaba a todos, merecía ser reconocida en su cumpleaños.

A escondidas, Wong organizó una pequeña reunión, solo entre su familia y los amigos del Palacio, para su sorpresa, tanto los hijos imperiales como Xen y Mei coincidieron en que esa fecha no debía pasar desapercibida, incluso Xian quien parecía cada día más distante, aseguró que asistiría.

Fue así como una linda tarde, Wong convenció a Lian de ir a uno de los jardines de la residencia Chu, Lian no tenía ni idea.

- ¿Por qué tan de pronto mi pequeño hermano tiene la urgencia de llevarme al jardín?- cuestionó Lian con sospecha.

- Ya te lo dije Jiejie, hay algunas flores con las que has sido negligente, y ahora que has mejorado en tu jardinería, creo que merecen que las conscientas- mintió Wong, Lian rió divertida.

Mas su sonrisa desapareció cuando llegaron al jardín y un grupo de personas la saludaron con un "Feliz Cumpleaños".

Todos estaban allí, Mei, Xian, Xen, Tao, Feng y Zhao, saludándola con una sonrisa, Lian no pudo evitar conmoverse, en ninguna de sus dos vidas había tenido una fiesta sorpresa.

Se acercó y rápidamente Feng la abrazó eufórica, Mei fue la segunda, los muchachos se limitaron a saludarla con respetable distancia.

Se sentaron en el kiosco para compartir postres y té, por un par de horas, el grupo se decidió a que no hablarían de nada relacionado a la guerra, solo serían ellos, disfrutando como amigos y familia.

- Hacia tiempo que no nos reuníamos como cuando éramos niños- señaló Mei, a su lado, Tao sonrió con melancolía.

- Cuando jugábamos, usted, yo, mi hermano, y después se unió su primo.- recordó Tao.

- Y parece apropiado decir que los únicos que continuaron su "asociación" fueron mi querido Xen y Su Alteza el Segundo Príncipe.- dijo Mei, los presentes miraron a Zhao y Xen, dos sujetos cuya reputación les precedía, y cualquiera diría que nada bueno saldría de esa asociación, pero por algún motivo reciente, esos dos ya no generaban tal hostilidad entre sus acompañantes.

- Una interesante asociación, cabe señalar- dijo Tao entre dientes un tanto incómodo.

- Oh, alguien parece celoso de que su hermano tenga otro hermano...- se burló Feng.- ... siempre fue así, dirán que no me doy cuenta porque era más pequeña, pero a Tao nunca le gustó compartir, ni juguetes, comida o hermanos...- contó Feng despreocupada, el resto dirigió una mirada curiosa a Tao quien no encontraba donde esconderse de la acusación.

- ¿Es así?- alentó Mei al ver la incomodidad de Tao.

- A mí nunca me importó, es más, yo también hubiera querido tener un mejor amigo, desde que recuerdo Zhao y Xen son como uña y carne.- continuó Feng con una sonrisa dulce, pero algo en las palabras de la chica alertaron a Lian.

Con gesto procupado, Lian miró a Zhao a su lado, el Príncipe sintió la presión de su mirada y se volvió hacia ella, le consternó la preocupación en sus ojos, de inmediato Lian desvió su mirada a Xen a lado de Mei, Zhao la siguió y se dio cuenta de que iba todo eso, Lian conocía los sentimientos de Xen, el General se volvió a verlos también, fue una extraña comunicación no verbal entre los tres.

Xen suspiró, alguien tenía que ceder, decirle a Lian que todo estaba bien, sonrió a sus amigos con distintiva complicidad, odiaba la elección de Lian, mas no podía odiarla a ella o a Zhao, la felicidad de ambos podía ser su felicidad y lo tomaría.

Lian sintió el peso en su corazón desvanecerse, se había dado la oportunidad de querer a Zhao pero no quería que eso significara arrebatarle su mayor amistad, la sonrisa de Xen le había aclarado, independientemente de lo que ocurría entre ellos, seguirían siendo amigos.

Las horas pasaron y todos se pusieron de pie para marcharse o pasear por su cuenta, Zhao hizo una señal a Lian para escapar juntos de la reunión, caminaron por los jardines de la mansión, Lian creyó que caminaban sin rumbo solo disfrutando de la compañía, pero se dio cuenta que no era así cuando llegaron a otro kiosco, uno cerca de su habitación.

Zhao entró al kiosco y se paseó alrededor de la mesita que estaba al centro, una extraña sensación de familiaridad invadió a Lian.

- ¿Recuerdas este lugar?- preguntó Zhao.

- Aquí vivo, lo he de haber topado más de una vez.- respondió Lian encogiendo los hombros con indiferencia, pero en el fondo sabía a lo que Zhao se refería, solo quería jugarle una broma, y sabía que había funcionado cuando notó la indignación en el Príncipe.

- Eso es hiriente- se quejó Zhao.

- ¿A qué se refiere Su Alteza?- preguntó Lian en tono juguetón, Zhao sonrió ampliamente.

- Recuerdo, no hace mucho, me perdí en este enorme jardín y justo aquí vi a una... no tan agraciada señorita que no sabía pintar- dijo Zhao, Lian sonrió y le dio un pequeño golpe en el brazo como respuesta a sus palabras.

- ¿No tan agraciada, eh?, pues tal vez yo recuerdo un desorientado y aún así presumido sujeto que tampoco era un gran artista.- respondió Lian, Zhao se giró hacia la chica y se acercó a una peligrosa distancia en la que Lian podía percibir el aroma de su cabello.

- ¿No tan agraciada dije?, tal vez quise decir, una hermosa, inteligente, valiente señorita, como nunca había conocido, con los ojos más resplandecientes que jamás haya visto- murumuró Zhao tan cerca de la chica que su aliento rozaba la propia respiración entrecortada de Lian.

Zhao no pudo evitar acariciar la mejilla de Lian recorriendo el camino de su fino cuello con la yema de sus dedos, Lian paseó su mirada por las facciones del Príncipe y se detuvo en sus labios entreabiertos.

- Presumido, orgulloso, brillante, atractivo Príncipe.- admitió Lian acariciando la barbilla y los labios de Zhao.

Acortaron la distancia con deseo latente, sus respiraciones se volvían una con cada centimetro menos en la distancia entre sus labios.

- ¡¿Zhao?!- el chillido de Feng se escuchó en las sombras, la pareja se separó con un sobresalto cayendo encuenta de lo que estuvieron a punto de hacer.

Tao y Feng aparecieron y se acercaron.

- Ya volveremos a casa, te estabamos buscando- señaló Tao, Zhao había enmudecido con la verguenza de un beso no consumado, reverenció a Lian torpemente y rápidamente fue tras sus hermanos, Tao notó la incomodidad del momento, pero algo le decía que no debía comentar nada.

Lian permaneció en el kiosco, viendolo marcharse una vez más, con el corazón agitado, y la sensacion aún de su cálida respiración rozando su piel.

La Villana del Loto DoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora