Capítulo 7

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Caos

Anastasia

Es como si el caos en la empresa estuviese esperándonos a Chad y a mí para desatarse. Desde hace cinco días Damien está demasiado irritante. El equipo no para, la producción de armas se duplicó, apenas tenemos tiempo para descansar y todo lo que el jefe hace es ordenar, insultar y destruir planos.

Ya perdí la cuenta de cuántas veces al día rompe los planos porque no está conforme con el diseño del nuevo armamento. Su mal humor tiene estresado a todo el personal de la empresa.

Tengo a Scott y Melody frente a mí. Los tres hemos estado ocupados tratando de hacer un diseño acorde a lo que Damien quiere pero es demasiado difícil ya que para poder hacer un buen diseño necesitamos saber el tipo de material que se va a usar. Y no lo sabemos porque no nos ha dicho nada.

Scott mantiene su tranquilidad habitual, porque en serio no hay persona más tranquila que él. Melody por su parte es la más estresada de los tres.

—Relájate un poco, Melody —le sugiere Scott.

—Tu amigo está insoportable, ¿y me pides que me relaje? —se queja sin apartar la vista del diseño.

—Es una mala semana —se encoge de hombros.

—¿Y se puede saber por qué? —pregunto.

Me mira de reojo y se queda callado. Entiendo que no va a decir nada. Lo que sea que esté pasando debe ser muy importante para tenernos a todos trabajando sin descanso alguno.

—A esto se le llama explotación —se vuelve a quejar mi amiga—. Además no tendríamos porque estar aquí. Deberíamos estar en el comando.

—Técnicamente, Mel, el comando y la empresa son uno sólo —necesito la tranquilidad de Scott—. Por eso desde la academia nos enseñan a construir, diseñar y destruir armas si es necesario.

Melody no dice nada más y el salón de diseño —en el cual extrañamente solo podemos entrar y trabajar nosotros— queda en silencio hasta que la puerta se abre y por ella entra el jefe con una expresión para nada amable.

Se sitúa frente a nosotros recorriendo con determinación los avances de los planos. No tenemos mucho ya que como dije antes ni siquiera sabemos cual es el material con el que se va a crear el nuevo armamento y tampoco tenemos ni idea de lo que Damien quiere. Solo ordena y ordena sin decirnos que demonios es lo que quiere exactamente.

Observa los tres planos, todos son diseños diferentes. Y el silencio es todo lo que hay en el salón.

Alza la cara y nos mira a los tres aunque se detiene un momento demás en mí.

—Son los únicos que han hecho los malditos planos mínimamente decentes —reconoce, pero siento que el enojo que carga no disminuye.

Mi atención se desvía un momento a la mano que tiene vendada. ¿Qué le habrá pasado?

—Descansen —ordena—. Te quiero en treinta minutos en mi oficina —me dice y se encamina a la salida—. Y trae el plano contigo.

Sale y vuelve a dejarnos sólos. Melody es la primera en soltar un suspiro de alivio a la vez que Scott juega con un lápiz.

—¿Vamos a almorzar? Me muero de hambre.

Los tres salimos del salón de diseño y vamos directo a la cafetería. Almorzamos tranquilos mientras hablamos de banalidades. No he visto a Chad desde ayer y quedamos de vernos más tarde en el departamento.

—¿Qué le pasó a Damien en la mano? —antes de que pueda controlar las palabras la pregunta sale por sí sola de mi boca.

—Tuvo un accidente.

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