Capítulo 38

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A continuación aparecerán una serie de fechas en los siguientes capítulos, esto con motivo de que no se pierda la línea temporal ya que algunos sucesos de la historia sucederán de manera simultánea.

El perdón no siempre es otorgado para los culpables

23 de Abril.

Damien

Mis sienes punzan, un dolor lacerante se extiende desde mi nuca hasta abarcar cada parte de mi cabeza. Es insoportable, tanto que me cuesta mantener los ojos abiertos.

Los párpados me pesan, mis pestañeos son cada vez más lentos lo que me indica que en cualquier momento voy a caer en un profundo sueño.

Mi cabeceo queda a medias cuando de pronto un grito rasga el aire. Fuerte y potente, pero sobre todo lleno de dolor.

El dolor se extiende como un latigazo hasta instalarse en mi pecho. Insistente y agudo. Entonces otro grito vuelve a escucharse, reverberando en el espacio en donde me encuentro.

Por cierto, ¿dónde carajos estoy?

Apoyo ambas manos en el piso gélido para incorporarme, el ascenso hasta quedar de pie es jodidamente doloroso, una tortura. Parpadeo varias veces tratando inútilmente de reconocer en donde me encuentro pero mis orbes solo captan paredes blancas, pisos blancos. Todo es irritantemente blanco.

Por instinto me obligo a mantener los ojos abiertos pero la falta de aire comienza a hacerse presente, asfixiándome.

Me giro sobre mis talones para encontrar alguna salida, alguna rendija, lo que sea para sentirme menos sofocado.

No hay ventanas.

No hay puertas.

No hay nada.

Otro grito desgarrador hace eco en el espacio. Mi pecho punza, ansioso, preocupado. ¿De dónde viene esa preocupación? ¿Qué demonios está pasando?

Me llevo una mano al pecho, donde mi corazón late desbocado, en una carrera frenética por no detenerse, mis malditos párpados quieren cerrarse de nuevo y siento que no puedo mantenerme en pie.

Otro sonido doloroso escuece desde algún lugar, irrumpiendo el silencio de donde sea que me encuentre.

Entonces todo mi dolor se esfuma, y mi mente se aclara como si acabara de tener una revelación. Tan nítida que me asusta. Me asusta jodidamente.

De nuevo, el grito vuelve a escucharse, insistente, fuerte y doloroso. No puedo evitarlo, a pesar de no tener idea de dónde proviene me cala hasta lo más profundo.

Lo siento. De verdad puedo sentir el dolor de esos gritos como si fuera propio.

Me muevo desesperado tratando de erradicar esos malditos gritos de la minúscula habitación y a la vez de mi cabeza. No entiendo porque todo es blanco, no entiendo porque estoy aquí. ¿Por qué demonios los gritos no cesan? Por el contrario parecen volverse más insistentes y por ende más desgarradores tocando una fibra sensible a su paso.

Son insoportables.

Hago mi camino hasta una de las paredes que se encuentra pulcra, y desesperado comienzo a golpear con todas mis fuerzas, como si con eso pudiera derribarla y salir de aquí de una vez por todas.

Una gran parte de mí sabe que es inútil, que por más que lo intente no voy a poder derribar la maldita pared y por ende no voy a poder salir de aquí, pero lo estoy intentando, lo estoy intentando con todas mi fuerzas porque me siento asfixiado en este maldito lugar, porque quiero encontrar de donde provienen esos gritos y calmarlos por completo.

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