No puedes tocar lo más preciado para Damien y fingir que nada pasó
Damien
Arrojo la kizlyar al objetivo que tengo a varios metros de distancia frente a mí dando en la cabeza del mismo sin ningún problema.
Muevo la mano en círculos para calentar un poco ya que tengo la extremidad entumecida debido a que estoy lanzando tiros certeros desde las seis de la mañana.
Los músculos del brazo se me tensan cuando lo estiro y suelto otro tipo de navaja clavándola en la que sería la garganta.
Decido que ya es suficiente entrenamiento cuando ya he pasado por todos los objetivos.
La camisa se me pega al torso debido al sudor y me desvisto por completo para entrar a la ducha y dejar que el agua se lleve cualquier tipo de fluido generado por el entrenamiento.
Siento que aún tengo demasiada adrenalina y entrenando no gasto la suficiente energía por lo que la molestia sigue latente en cada uno de mis sentidos, puedo sentir a la perfección como la ira corre por mis venas cada que recuerdo lo que tanto me ha enojado estas semanas.
Estoy harto de todo y necesito sacarlo de alguna manera.
◇◇◇
Observo a Ross moverse con tranquilidad a través de la cocina. Saca y mete cosas de la alacena en busca de encontrar algo.
Mantengo mi mirada fija en cada unos de sus movimientos mientras espero un poco impaciente a que sirva la leche en los dos vasos que hay frente a mí y comience a hablar.
Sirve el líquido poniéndole suficiente chocolate y cuando se va disolviendo me entrega el mío y se sienta en el taburete frente a mí.
Le doy un sorbo al líquido dejando que se deslice por mi garganta a la vez que el momento me trae buenos recuerdos.
Tomo una galleta rompiendo un trozo y me la llevo a la boca masticando en silencio hasta tragarlo todo.
—¿Qué te atormenta tanto, hijo?
Él me conoce mejor que nadie. Sabe perfectamente cuando me sucede algo y es el primero en acudir a mis llamados.
—Ya lo sabes —respondo—. Mi situación con Anastasia, no me gusta estar mal con ella en ningún sentido pero no puedo evitar sentirme dolido ante sus palabras.
—¿Hablaste con ella?
Niego.
—Me fui.
—Excelente manera de lidiar con las cosas, Damien.
—Sus palabras me hirieron, Ross, no iba a quedarme para que viera lo vulnerable que soy cuando se trata de ella.
—Recuerda, hijo, que la comunicación es importante siempre, en todo momento.
—Y no lo olvido —aseguro antes de llevarme el vaso con la leche de chocolate a los labios y darle otro sorbo—, pero estoy frustrado y no sé porqué de pronto quiso mandarme al demonio.
—Comunicación —repite rompiendo las galletas en pequeños trozos para que pueda comerlas si me apatecen—. Para eso sirve.
—Ya lo sé, tampoco me trates como un estúpido —frunzo el ceño.
—Sé que no lo eres, pero a veces pierdes todo el raciocinio y tiendes a ser impulsivo.
—Sus palabras me lastimaron, ¿no escuchas?
—Escucho perfectamente —su tranquilidad es demasiada a tal punto de impacientarme un poco más de lo que ya estoy—. Pero qué te hace pensar que no fue más que un mecanismo de defensa de su parte porque ella también estaba dolida.

ESTÁS LEYENDO
Secretos y mentiras
РазноеAnastasia regresa después de dos años a Londres. Las cosas, por supuesto, no son ni remotamente parecidas a lo que eran antes de marcharse. Las cosas en la central han cambiado, y está luchando consigo misma por no toparse con el más grande fantasma...