Dile adiós a la soltería
Anastasia
Ajusto el soporte pictórico al caballete para poner el lienzo en blanco sobre este. Me paso una mano por la cara para después observar la paleta de colores, los pinceles de distintos tamaños y el resto de los materiales los cuales descansan sobre la mesa de madera del estudio que Damien me mandó a acondicionar.
Es la primera vez que haré uso de todas las cosas y estoy nerviosa.
No es la primera vez que pinto un cuadro, por supuesto, pero no puedo evitar las ansias que surgen en mis terminaciones nerviosas al imaginar que por primera vez una de mis obras será expuesta en una galería. ¡En una galería de arte! Por Dios, ¿quién creería eso?
Hace un par de semanas cuando no podía ordenar bien mis emociones utilicé dicho desorden para plasmar todo lo que sentía en un cuadro. He de admitir que el resultado me gustó bastante pero ahora estoy indecisa y no tengo idea si es el que quiero presentar en la galería de David, es por ello que ahora me encuentro a punto de hacer otra obra.
Solo espero que sea tan buena como la primera.
Me froto las manos en el pantalón tratando de reducir los nervios. Como la mayoría de las veces decido hacer una pintura al óleo.
Lo primero que hago es tomar un carboncillo para comenzar con un boceto bastante complejo de lo que quiero pintar, lo hago con cuidado y paciencia debido a los detalles que estoy empleando, una vez acabado lo repaso con pintura diluida en trementina y un pincel delgado. La técnica consiste en ir pintando capas delgadas sobre el lienzo y poco a poco ir engrosándolas, esperando a que la pintura se seque cada vez hasta repetir el proceso las veces que yo considere necesarias.
Acabo tomando la paleta de colores en una mano y elijo el pincel más adecuado para comenzar a mezclar y dejarme llevar por mi imaginación. Mezclo los colores que quiero utilizar y con sumo cuidado acerco el pincel al lienzo comenzando a trazar lo que quiero plasmar. Mis manos se mueven por sí solas una vez que entran en contacto con la pintura y el resto de los materiales.
Trazo capas delgadas de distintos colores acorde a lo quiero hacer, con suavidad las voy engrosando hasta llenar el lienzo en blanco con distintos colores, hasta que el boceto se llena de vida.
El proceso es complicado, ya que la técnica de capa sobre capa consiste en pintar seco sobre húmedo y debo esperar un poco entre cada capa para poder hacerlo.
Mientras espero a que una de las capas seque me limpio los restos de pintura de las manos y me tomo el tiempo de beber un poco agua. Mis ojos se clavan en la pintura que muestra un hermoso paisaje canadiense, no sé quién la eligió pero es impresionante.
La mezcla de colores, el fondo, el boceto, absolutamente todo.
—Hola —saludan en la puerta provocando que el vaso se resbale de mis manos y se estrelle contra el piso debido a la impresión.
Observo los cristales esparcirse sobre el mármol haciendo que de unos cuantos pasos hacia atrás.
—Sabía que estabas ansiosa por verme pero no imaginaba que tanto —la voz burlesca de Damien llega a mis oídos, nuevamente.
—Me has asustado —ni siquiera me giro en su dirección, alcanzo una toalla y me inclino para recoger el desastre que he hecho.
—Déjalo —me toma del brazo.
—Pero hay...
—No importa —me aleja del desastre de vidrios rotos.
Su vista se desliza hasta mis labios, sus manos se colocan a ambos lados de mi cintura halando de mí antes de que pueda inhalar, su boca se presiona contra la mía en un toque casi inexistente, hace el amago de alejarse pero me niego a dejarlo ir y lo tomo de la playera besándolo con firmeza.
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Secretos y mentiras
AcakAnastasia regresa después de dos años a Londres. Las cosas, por supuesto, no son ni remotamente parecidas a lo que eran antes de marcharse. Las cosas en la central han cambiado, y está luchando consigo misma por no toparse con el más grande fantasma...