A veces una despedida no es para siempre
Anastasia
A mi alrededor observo como todo el equipo se prepara para llevar la misión a cabo. Jenna y yo estamos listas pues somos las que tendremos contacto con la carnada.
Bebo el vaso de agua para después dejarlo sobre la mesa con un movimiento torpe que de inmediato llama la atención de mi novio.
—Ven aquí —me llama y no dudo en moverme a su lugar.
Entrelaza su mano con la mía hasta sacarme del salón de estrategia. Entramos a su oficina y la foto que tiene de ambos sobre el escritorio me pone nostálgica.
No quiero dejarlo.
—Quítate la blusa —su petición me saca de mis pensamientos.
—No es momento para... —no puedo evitar sonrojarme, y sería una mentirosa si digo que no me gusta su manera imponente de pedir y hacer las cosas pero ahora...
Se carcajea en mi cara.
—¿Qué es tan gracioso?
—No te traje aquí para lo que sea que haya pasado por esa cabecita tuya —me toma de la cintura y sin ningún problema me sienta sobre el escritorio—. Quiero ponerte esto.
A mi lado toma un chaleco antibalas y lo alza con burla frente a mis ojos.
El sonrojo se hace todavía más intenso y para disiparlo me quito la blusa quedando en sujetador frente a él.
—Alza los brazos —pide y lo hago dejando que deslice el chaleco hasta que se ajusta a mi estómago y pecho.
—No es necesario que lleve esto.
Damien me ajusta el chaleco de nuevo asegurándose de que está perfectamente bien puesto.
—No te lo quites —advierte al notar mis intenciones.
—No quiero llevarlo puesto, no lo necesito.
—No te atrevas a quitártelo, Anastasia.
—Estás perdiendo profesionalismo —comento al ver lo sobreprotector que está.
—Claro que no —refuta de inmediato clavando sus ojos azules en mí—. Estoy cuidando a mi soldado —asegura—, y a mi novia.
Me da un casto beso en los labios apartándose de mí.
—Tienes cinco minutos para estar abajo con el resto.
Camina hacia a la puerta con la intención de marcharse pero...
—Damien —lo llamo haciendo que detenga el paso y se voltee en mi dirección—. Dime que me amas.
—Ich liebe dich so sehr —dice en alemán con una sonrisa burlesca pues sabe perfectamente que no entiendo lo que eso significa.
>>Ich liebe dich so sehr: Te amo mucho.>>
—No entiendo —me quejo, frustrada—. Dime que me amas.
—Te amo mucho —se acerca a dejar otro beso y los ojos brillantes me estrujan el corazón—. No lo olvides.
—Jamás podría.
Rodeo su cadera con mis piernas y su cuello con mis brazos. Dejo que me abrace por largos minutos mientras reparte besos por toda mi cara.
—Eres muy mimada.
—No lo soy.
—Claro.
Se aparta de mí dándome otro beso en los labios esta vez mucho más pausado, más delicado.

ESTÁS LEYENDO
Secretos y mentiras
De TodoAnastasia regresa después de dos años a Londres. Las cosas, por supuesto, no son ni remotamente parecidas a lo que eran antes de marcharse. Las cosas en la central han cambiado, y está luchando consigo misma por no toparse con el más grande fantasma...