Secretos y mentiras

Capítulo 40

A continuación aparecerán una serie de fechas en los siguientes capítulos, esto con motivo de que no se pierda la línea temporal ya que algunos sucesos de la historia sucederán de manera simultánea.

Espejismo

28 de Abril.

Damien

Mis pulmones arden por la falta de oxígeno, incluso siento las costillas comprimidas cuando vuelvo a inclinarme para asestar otro golpe, y entonces mis nudillos crujen con el poderoso impacto abriendo mi piel en el proceso, magullando más mis heridas.

El cabello se me pega a la frente debido al sudor y dejo escapar un resoplido cuando me enderezo para ver al infeliz de Petko desde mi altura. Su rostro irreconocible, lleno de moretones y heridas abiertas, cubierto de sangre también. Su ojo izquierdo completamente cerrado, su pómulo reventado y la otra mitad de su rostro siendo un asqueroso mosaico de sangre y moretones rojos, morados e incluso negros.

De nuevo me inclino para tomarlo del cuello y arrastrarlo por el piso, su grito reverberando en el espacio cuando sus heridas se maltratan y se terminan de abrir. Lo arrojo como un saco de basura sobre la mesa de metal que se mancha al instante con su sangre, y sin perder la paciencia tomo la soga para atarlo de todas sus extremidades.

Con la boca entre abierta inspiro una bocanada de aire y siento que mis venas van a reventarse en cualquier momento debido a la rapidez con la que bombea mi sangre, la ira bullendo en mi interior con potencia y por puro instinto clavo un buck knives en su mano derecha provocando un brote de sangre excesivo.

Mis sienes pulsan cuando vuelve a gritar y mis ganas de arrancarle la lengua y enterrarle un cuchillo en la garganta aumentan de manera considerable.

—Dime de una maldita vez donde es que la tienen —exigo con la mandíbula absolutamente tensa.

Abro y cierro las manos cuando mis nudillos comienzan a arder pero decido ignorarlo por completo.

—Dime dónde carajos la tienen —propino otro golpe a su mandíbula terminando de desencajarla.

Tan harto en la misma medida que desesperado por respuestas tomo la bolsa de lona que yace al otro lado de la mesa y sin contemplaciones la coloco sobre su cabeza para quitarle el aire. Lo hago una, dos, tres veces hasta que por fin ceda pero antes de poder hacerlo una vez más siento como alguien me empuja bruscamente hasta apartarme del imbécil.

Saco mi arma en menos de un segundo dispuesto a dispararle a quién se haya atrevido a intervenir mis planes pero desisto en seguida cuando miro a Scott quitando la bolsa de la cabeza del búlgaro.

—¡¿Qué demonios crees que haces?! —cuestiono colérico mientras Petko tose por la falta de oxígeno.

—Vas a matarlo —responde el capitán, apartando la mirada del hombre cuando comienza a expulsar sangre por la boca.

—Ese no es tu maldito asunto, déjame hacer las cosas a mi manera.

—Tiene la mandíbula desencajada, maldita sea —me informa lo obvio, en un intento estúpido de hacerme entrar en razón—. No va a hablar, Damien.

—Lárgate.

—No —se interpone en mi camino—. ¿Cuál es tu plan? ¿Matarlo a golpes por haberla entregado?

Mi poco razonamiento se va al carajo entonces. Mi sentido común se nubla y termino tomándolo del cuello con violencia.

—Cállate —siseo entre dientes—. Sea cual sea mi plan y lo que haga con ese maldito infeliz no es tu puto asunto, Scott, ¿lo entiendes?