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En la mansión la tensión en aquella alcoba se acrecentaba cada vez más. Aurora continuaba paralizada, algunas lágrimas comenzaban a escaparse para recorrer su rostro intensamente maquillado. Con una mano sobre su boca, sus ojos temblaban viendo al joven aún tendido sobre aquellas sábanas. 

Alexander, perplejo, observaba los movimientos de su querida esposa, esperando un estallido en horror pidiendo explicaciones y la localización de su hija. Se acercó unos pasos hacia ella y ésta le dio una mirada amenazante, llena de ira.

- Querida...- se atrevió a decir Alexander mirando los apretados y tensos puños de Aurora.- la recuperaré, te lo prometo.

- ¡¿Dónde está mi hija?! - gritó con la voz quebrantada.- ¡Quiero a mi hija de regreso! - exigió, tratando de apartar los brazos de su esposo que intentaban abrazarla.

Ahora eran los ojos de Alexander quienes comenzaban a aguarse, hizo un gesto para que Marco salga de la habitación y éste obedeció. Finalmente a solas, Aurora dejó la lucha a un lado para caer en los brazos del empresario. - la traeré, mi amada.

- Hazlo, no sé qué mierda pasa pero si no la tres... juro que... te mataré.- decía con la voz entrecortada. 

- Y yo mataré a quien hizo esto, querida. 

Mientras tanto, Marco, en el pasillo de la gran mansión fuera del cuarto, comenzaba a sentir más nervios de lo habitual, años y años trabajando para dos bandos y sentía que de un momento a otro todo saldría a la luz. Escuchaba los llantos desgarradores de Aurora y cerraba los ojos con fuerza para no sentir compasión. Odiaba demasiado aquella familia, desde que su mejor amigo había muerto gracias a los incontables negocios sucios de Alexander.

Uno de sus teléfonos comenzó a sonar. Era el que solo usaba con Jared. Dejó que suene algunos segundos y finalmente respondió. En cuanto descolgó escuchó la respiración pausada del otro lado de la línea. Así era Jared, tranquilo pero sumamente amenazante y peligroso a la vez, Marco no podía negar que en cierta forma sentía un poco de temor.

- Cuéntame cuál es el pesar de la familia Black en estos momentos.- preguntó por fin con desinterés, rompiendo el silencio entre las dos líneas.

- Si me descubren me matarán, Jared.

- ¡Deja de decir mi nombre idiota! Nadie te descubrirá, si haces las cosas bien. Pasarás la noche allí.

- ¿Qué? 

- Sí, y me mantendrás informado de todos los movimientos que haga Black, y de su esposa también, quiero saber todos sus movimientos. Mañana al mediodía podrás venir. 

- Bien.- aceptó a regañadientes, otra cosa no podía hacer. 

- Haz bien las cosas, recuerda que no es solo por la droga.

- ¡Lo sé! - elevó la voz, rápidamente se percató de su acto.- lo sé.- repitió por lo bajo.- él era mi mejor amigo.

Jared fue quien colgó y se quedó mirando la pantalla de su teléfono unos minutos. Más bien miraba a la nada, tenía la mente en blanco, muchas cosas pasaban por su cabeza y un tinte de ira empezaba a aparecer en sus azules pupilas. Se pasó las manos por el cabello y volvió a la realidad cuando Dylan tocó su hombro.

- ¿Qué quieres? - preguntó de mal tono, sin siquiera voltear hacia él. 

- La muchacha, tiene hambre. 

Jared rodó los ojos y, arrojando su cigarrillo al suelo con total desagrado, tomó un plato con comida. Caminó por ese enorme galpón, marcando sus pasos con el eco que el lugar le daba, hasta que se topó con la puerta de una habitación construía allí adentro, giró la llave dentro de la cerradura y se adentró a aquellas cuatro paredes. 

Silent ScreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora