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Sus párpados se abrieron divisando una luz amarilla que hacía doler el fondo de sus ojos. El suelo parecía más duro de lo normal, acalambraba cada uno de sus delgados músculos. La noche estaba helada, y una brisa fría y húmeda entraba por debajo de su vestido.

- ¿Qué hago aquí? - dijo Amy con la voz entumecida.

Le dolía la cabeza, especialmente en la sien, donde se podía observar a través del tacto cómo comenzaba a formarse un moretón.

Miró hacia ambos lados, aquel aparcamiento estaba totalmente desolado, y ya casi no quedaban autos ahí dentro.

Sus extremidades estaban duras por el frío ambiente, quería salir de ahí.

Trató de levantarse pero entonces un fuerte mareo la azotó contra el suelo nuevamente. Algunas lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas arrastrando consigo el maquillaje negro sobre sus ojos. Volvió a levantarse, esta vez más estable. ¿Qué estaba pasando? ¿Había sido un sueño? Comenzó a mirar hacia ambos lados con más impaciencia buscando a alguien que la ayude, pero estaba terriblemente sola.

- ¡Claire! - gritó, pero no hubo respuesta.- ¡Ayuda!

Pasaba sus manos por su rostro secando sus lágrimas y corriendo aún más el delineador, sintiendo golpes de angustia sobre su pecho, nervios, temor. Le retumbaba la cabeza, el golpe que aquel hombre desconocido para ella le había dado había sido muy fuerte, lo bastante para lograr desvanecerla.

Caminó varios pasos con la mirada íntegramente perdida, hacia cualquier lado donde hallara una puerta para salir a la calle. Se sacó los tacos y los dejó tirados allí, quería tardar lo menos posible, por lo que empezó a correr en dirección a una puerta justo en el fondo.

El trayecto se hacía interminable, parecían que eran kilómetros lo que faltaban cuando en realidad eran unos simples metros.

Llegó a tocar el frío picaporte de la metálica puerta, jaló de él pero para su suerte no pudo abrirla. Intentó varias veces más pero no hubo caso, estaba cerrada.

- Carajo.- susurró golpeando los pies contra el duro suelo.

Otra puerta se divisaba a unos metros hacia la derecha, ésta estaba entre abierta. Con la poca fuerza que tenía y las últimas esperanzas que le quedaban corrió hasta ella y se condujo por una escalera que subía hasta la salida.

Afuera estaba muchísimo más frío. Apenas faltaba una hora para que empezara a aclarar y en la calle no transitaba casi nadie.

A pesar de ser una zona bastante poblada, ahora no había nadie, y el miedo crecía. Se sumergía en sus pensamientos, le habían arrebatado a su mejor amiga de sus propias manos, y no había podido hacer nada. Se preguntaba quién era el hombre que la había tomado y golpeado. ¿Qué pasó con Shannon?

Bueno... quien ella creía que era Shannon.

Preguntas sin respuesta alguna rondaban su mente mientras trataba de pensar qué hacer en ese momento. La mansión Black se encontraba a unos pocos kilómetros de aquel lugar, pero aunque se encontrara cerca no era conveniente ir caminando. Pero ya no tenía su cartera, por ende no tenía consigo su teléfono móvil, no tenía otra opción, comenzó a caminar por la acera tapándose la boca con su mano mientras arrugaba el rostro para volver a largar otro torrente de lágrimas. De vez en cuando se cruzaba algunas personas, adolescentes o semi-adultos ebrios, que no prestaban atención en lo más mínimo. Algunos autos con sus vidrios polarizados en busca de alguna prostituta en las esquinas y algunos vagabundos que la ciudad de Los Ángeles dejaba ver por las madrugadas. Estaba más sola que nunca, y su consciencia no dejaba de recordarle el peligro en el que Claire se encontraba, ¿Qué le estaría pasando?

Silent ScreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora