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Dentro del despacho las luces estaban completamente apagadas, siendo el gran ventanal al otro extremo de la estancia la única fuente de iluminación. El cielo ya había tomado un color más oscuro, signo de que pronto Amy ya no podría iluminar naturalmente la pila de documentos y listas con información que posiblemente termine siendo basura.

Llevaba horas ahí adentro, rodeada únicamente de hojas y más hojas, y un vaso de agua que se había acabado hacía rato, y, en caso de no haberse acabado, se hubiera congelado por el frío de allí.

Pasaba las hojas entre largos suspiros de cansancio, lo único que veía eran números y fechas de años anteriores que no harían más que explotarle la cabeza. Ya había encontrado varios nombres repetidos, lo cuales tenía todos anotados en una lista a su costado derecho, junto con algunos números de teléfono que solo le daban ocupado o fuera de cobertura.

Se pasó las manos por el rostro corriendo el poco maquillaje que le quedaba sobre las mejillas, cerró los ojos y se quedó en completo silencio, oyendo el viento golpeando contra los cristales del ventanal.

- Ahh, que termine todo esto... Por favor.- susurró al tiempo que exhalaba un larguísimo suspiro.

Sentía que poco a poco se iba adormeciendo; el silencio generaba un vacío en sus oídos y de pronto no sentía nada. Pero unos golpes en la puerta de vidrio, tres golpes, la sacaron de su ensueño devolviéndola abruptamente a la realidad.

Miró hacia la sombra que propiciaba la poca luz que quedaba y no la encontró para nada reconocible. Parecía un hombre alto y algo corpulento, a pesar de que Marco tenía las mismas características, supo que no era él. Frunció levemente el ceño ante la extrañeza y luego de varios segundos decidió dar la orden para que pase.

Zac atravesó la puerta portando un elegante traje color gris oscuro, junto con una corbata del mismo color y una camisa negra. Parecía como si llevara consigo sus trajes a todos lados, ya que solo muy pocas personas, y muy allegadas, lo habían visto sin ellos.

El hombre cerró la puerta detrás de sí y alzó las cejas sorprendido ante lo que veía. Amy seguía extrañada, sabía que había visto antes a aquel hombre, pero no lo suficiente como para recordarlo con claridad.

- Bueno, creí que me encontraría con Aurora, pero me encuentro con una mujer algo más joven...- habló con una simpática sonrisa en su rostro, tratando de romper algo el repentino hielo.- Y hermosa, por cierto.- agregó.

Amy sonrió con el delicado halago y relajó un poco sus expresiones.- Usted es...

- Zac.- extendió la mano como saludo, el cual fue correspondido por su compañera.- Amigo de la familia, especialmente de Alexander.

- Amy, un gusto, y... ¿A qué se debe su visita?

- Bueno, no estuve mucho en contacto con la familia desde la dolorosa pérdida de Alexander, así que, sabiendo de cerca la situación en la que están, vine a ofrecer mi ayuda. Y por lo que veo, te estás encargando de encontrar a la joven Black.

Ella asintió poniendo su vista nuevamente en los documentos.- Así es... Es mi mejor amiga, cualquier cosa que pueda hacer para ayudarla, lo haré. Y por lo que ve, este escritorio es un completo caos.- sonrió.

- Creo estar un poco más familiarizado que tú con estas cosas, si me permites.- hizo un ademán para poder tomar algunos de los documentos.- Y tranquila, puedes tutearme.

Comenzó a hojear cada una de las hojas que había tomando, sin cambiar su expresión de concentración. De pronto se encontraba recordando viejos negocios, antiguos clientes que, varios de ellos, ya no estaban en el comercio o habitando este mundo.

Silent ScreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora