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En la habitación, los dos jóvenes se encontraban haciendo de las suyas. Una vez que terminaron, Shane cayó exhausto sobre Claire, quien sonreía una vez más con el éxito entre sus manos. 

Saboreó un poco más de sus labios y su perfume y luego lo apartó sin más, como si ya no le importara. Porque ya no le importaba.

- Hay que vestirse rápido bebé.- dijo levantándose de la cama.- no puedo desaparecer por mucho tiempo.- rió y se dirigió hacia el baño.

- No, no puedes.- sonrió y obedeciendo tomó su ropa y comenzó a vestirse.

Dentro del baño, el aire de superioridad volvía a resplandecer en el rostro de la rica joven de cabello rojizo. Hermosa cual diamante, irradiando brillo hasta cuando se encontraba en esos momentos. Tomó su cepillo y lo pasó por sobre su cabello, peinándolo para que vuelva a la normalidad. Retocó un poco su maquillaje y terminó de calzarse su ropa interior de encaje.

- Espero que ya estés listo.- elevó la voz dentro del cuarto de baño para que Shane desde afuera pueda oírla. Y aunque no hubo respuesta, ella creyó que la había escuchado.

Unos pasos silenciosos ingresaban a la habitación, sigilosamente. Un hombre, vestido de negro con un largo saco de polar hasta los muslos caminaba hacia la cama, donde Shane se encontraba de espaldas.

Caminó y caminó hasta llegar al lado del joven, quien lo vio sumamente extrañado preguntándose qué hacía aquí.

- ¿Pasando el rato? - preguntó el hombre señalando la cama con su azul mirada.

- Sí...- contestó dudoso. 

No sabía exactamente por qué ese hombre estaba parado frente a él. Lo primero que cruzó por su mente era que tal vez era uno de los tantos guardaespaldas de Claire, quien ahora lo despacharía de regreso a la fiesta. Pero la realidad era que lo despacharía no solo de la habitación.

El hombre ladeó una sonrisa y miró hacia los costados, tratando de distraer el momento. Sus manos estaban en sus holgados bolsillos, listas para atacar. Solo tardó unos segundos más y sacó su mano derecha sosteniendo un arma negra, reluciente, que reflejaba la gran araña en el techo iluminando la habitación. En la punta, había incrustado un gran tubo, un silenciador, capaz de no emitir ni un solo chasquido. Y así fue, la bala salió directo a su cráneo sin que nadie, ni siquiera Shane, tuviera tiempo a reaccionar.

El joven cayó rendido en la cama, agonizando unos segundos para que luego sus ojos color miel se apagaran dándo la bienvenida a la oscura muerte. La sangre oscura poco a poco comenzó a caer por su frente haciendo un camino hasta llegar a las sábanas, mezclándose, así, con el color de ellas.

Él sonrió, complacido por una nueva muerte, una nueva víctima. Y su próxima estaría en el baño, probablemente aplicando el narcisismo como era de su costumbre. Caminó de nuevo por la amplia habitación, observando los cuadros y detalles, cada parte de aquel lugar que para sus ojos era algo lúgubre.

Así salió de la habitación, volviendo a colocar el arma en su bolsillo. Dos hombres lo esperaban en la puerta.

- Ya me encargué del chico.- dijo pasándose una pequeña toalla por el rostro apenas salpicado con sangre.- ahora les toca a ustedes, está en el baño.

Los dos hombres asintieron y entraron, a paso silencioso.

Algunos ruidos se escuchaban allí afuera pero Claire simplemente los ignoró, creyendo que era Shane quien estaba vistiéndose. Una vez que terminó de arreglarse, salió, y el silencio reinó la habitación dejando que el aire que entraba por la ventana haga más ruido que su respiración.

- ¿Shane? - dio un paso hacia afuera del baño, aún descalza.

Nadie contestó, ¿acaso se había ido?

Siguió caminando hasta que los pies de la cama la dejaron ver el cuerpo sin vida de el joven, tendido en la cama, con el reciente agujero en su frente. Su expresión se volvió horrorizada, e intentó largar un alarido pero su voz se quedó muda.

- ¿¡Qué mierda pasó aquí!? - exclamó acercándose al cuerpo de Shane y viendo de cerca el tiro.

La desesperación y la angustia comenzaron a nacer en el cuerpo de la joven millonaria. Su cuerpo empezó a tiritar, y se dio vuelta bruscamente para salir disparada a hablar con su padre. Pero se encontró con Marco a pocos centímetros de su rostro.

- Marco, gracias al cielo.- se pasó las manos por el rostro. Marco miraba sin expresión, simulando sorpresa. Unas lágrimas brotaron de los ojos de la pelirroja.- Lo mataron Marco, lo mataron.- sollozó.

- Eso veo.- dijo y miró más allá de ella, donde se acercaba otro hombre.
Claire, sumamente confusa,volteó la cabeza para ver qué era lo que Marco miraba. Pero en cuanto vio el rostro del otro hombre, sus ojos se cegaron por un duro golpe en la cabeza, y se desplomó en el suelo alfombrado de aquella habitación.

Marco y su acompañante se miraron sonrientes, todo estaba saliendo a la perfección. Tomaron a la chica de cada extremo y salieron de allí con ella en brazos. El otro hombre, quien había entrado primero y acabado con la vida del pobre Shane, le daba unas últimas aspiradas a su cigarrillo y observaba a la chica ahora inconsciente.

- ¿Qué hacemos con ella? - preguntó Dylan, el otro hombre.

- Claire... tan bella como la recordaba.- sonrió.- tápale los ojos, amordázala, y átale los pies y las manos, quiero el menos forcejeo posible cuando despierte.- ordenó y arrojó la colilla de cigarrillo para pisarla.- vamos.- comenzó a caminar buscando la forma de salir por la que habían entrado. Marcó los siguió, pero fue frenado por él.- Ch ch.- chistó.- tú te quedas.

- Jared yo...

- ¡Hey! - exclamó en voz baja.- cállate, imbécil. Tú te quedas, eres la mano derecha de Black, no puedes desaparecer así porque si, ¿quieres que nos descubran?

Marco bufó y finalmente asintió, encaminándose hacia el lado contrario del pasillo.

- Ah, lo olvidaba.- volvió a hablar Jared.- llévate la colilla del cigarro.

Los tonos en el parlante del teléfono de Alexander se comenzaron a escuchar seguidamente, no había vuelta atrás, había colgado y de una mala manera. 

Estaba en problemas; mejor dicho, su hija estaba en peligro. 

Entró de inmediato al gran salón, donde la gente bailaba en su estado más normal, sin estar enterada de nada. Se encaminó rápidamente a las grandes escaleras frente a la puerta de entrada, ignorando a la gente que acababa de llegar.

En las escaleras, se topó con Marco, quien hacía su mejor actuación de normalidad. Para él, nada había sucedido.

- Alexander, ¿se encuentra bien? - dijo abriendo los brazos para atajarlo, estaba muy inestable.

- Mi hija, Marco, Claire.

- ¿Qué ocurrió?

Alexander corrió a un lado a Marco y subió rápidamente las escaleras.

Marco siguió su paso, y al llegar a la habitación la puerta estaba cerrada con llave. Intentó derribarla, pero su físico no era suficiente, por lo que mandó a que Marco lo hiciera, que teniendo un físico mucho más corpulento, la derribó al instante.

Al entrar se encontraron con la escena. El pobre cuerpo de Shane yacía sobre la cama.

Pero su hija ya no estaba allí.

Silent ScreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora