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Claire despertó e intentó abrir los ojos, pero no pudo, algo los cubría e impedía que sus párpados se abran con facilidad. Así como su boca, semi abierta y con una mordaza entre sus labios, y sus piernas y muñecas incapaces de moverse y zafarse de las sogas.

Estaba rodeada entre cuatro paredes, estrechas, duras. Por su mente pasó que tal vez estaba en un ataúd, pero lo consideró ilógico cuando sintió que se movía. Estaba en el baúl de un auto. 

Comenzó a llorar desconsoladamente, el cuerpo le picaba, la cabeza le dolía y sus músculos comenzaban a acalambrarse.

El auto frenó bruscamente y el silencio reinó el lugar durante unos minutos.

- Sáquenla y llévenla adentro.- se escuchó una voz ronca en el exterior del auto.

La puerta del baúl se abrió por lo que sintió un frío viento de invierno, pero ella seguía viendo todo color negro ya que la venda en los ojos le obstruía toda visión.

Unas manos sumamente ásperas la tomaron por los brazos apretándolos con fuerza y la sacaron de ese pequeño lugar, haciendo que gritara de dolor. 

Intentaba hablar y gritar pero no podía, la soga en su boca le impedía modular. 

- ¡Ya cállate! - sintió una bofetada en su mejilla lo que hizo que volteara la cabeza.

La llevaron caminando, casi arrastras. Sus pies descalzos sentían el camino de tierra filtrándose entre sus dedos. Y moría de frío, pues todavía estaba en paños menores.

Su cuerpo tiritaba, y las lágrimas corrían por debajo de la venda. 

Sus oídos pasaron a ser el único sentido, junto con el tacto, que podía percibir cada detalle de ese sombrío lugar. 

El lugar era enorme, un galpón, con apenas algunas luces que iluminaban solo unos pocos metros del lugar. Estaba casi vacío, por lo que las voces y los pasos de las tres personas allí hacían un largo e interminable eco. 

Unos pasos más bastaron para aquellas manos que la sostenían de cada brazo la soltaran y así caer al frío y seco suelo de cemento, raspándose un poco las rodillas y las palmas de las manos. 

Dylan se acercó hasta ella y la envolvió en una frazada, ella reaccionó algo sobresaltada ante el tacto suave y abrigador pero luego se tranquilizó, aunque los sollozos continuaban saliendo de su cuerpo. 

Éste se fue, dejándola a solas con Jared, quien se acercó hasta ella con expresión seria, sombría. Aunque ella no podía verlo ya que sus ojos estaban cubiertos, pudo sentirlo acercarse, por lo que su respiración comenzó a acelerarse paulatinamente. 

Finalmente él quedó frente a Claire y se puso en cuclillas apartando su cigarrillo un poco para no quemar su rodilla. 

- La venda en tus ojos se mojará si sigues llorando.- habló Jared. Ella reconoció esa voz ronca, la misma que había dicho que la saquen del baúl minutos antes. 

Pero Claire seguía llorando, sollozaba.

- Ya basta.- volvió a decir, su tono era tan tranquilo como amenazante, y eso hizo que la piel de Claire se erizara produciendo escalofríos.- es en vano que grites, nadie te escuchará, estás en el medio de la nada.- fumó de su cigarrillo una vez más y luego soltó el humo hacia el costado.- haremos una cosa.- volvió a hablar.- te sacaré la mordaza y podremos hablar, pero si no gritas. 

La muchacha asintió con desesperación, tenía congestión en su nariz a causa del llanto y la mordaza dificultaba su respiración. 

Jared esmeró una sonrisa de lado, complaciente, y prosiguió a desatar el nudo detrás de su cabeza, arrojando antes el cigarrillo ya consumido. 

Pero en cuanto Claire notó una presión descendiente en su boca largó un alarido desgarrador, haciendo que los oídos de Jared se sensibilicen y por reacción corte el grito con la palma de su mano.

- Te dije que te quedaras callada.- susurró con ira. Una vena comenzaba a aparecer en su ojo y en su cuello, marcando irritación. 

- Eres una mierda.- dijo por fin Claire, con el aire entrecortado y un habla inentendible. 

- Ay que mala.- se burló.

- Suéltame... hijo de puta.

- No, no digas eso.- rió.- no sabes quién soy.

- Sé que eres una mierda y un hijo de puta por hacerme esto.- exclamó llorando con enojo y largó un suspiro casi en grito.

Jared la miró un poco sacado de quicio y se acercó aún más, hasta rozar su aliento con la oreja de Claire. 

- Tú sólo no me conoces.- murmuró, su voz salió ronca, su aliento a cigarrillo se impregnó en la oreja de ella, lo que la obligó a inclinar la cabeza para así tapar su oído con su hombro.

Jared sonrió, disfrutando de la mórbida situación y del sufrimiento de la pobre joven. 

No tan pobre.

- Pronto podrás verme, y nos conoceremos.- habló mientras se levantaba y prendía otro de sus cigarrillos.- mi princesa herida. 

Silent ScreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora