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El duro asfalto desprendía un frío inhumano hacia las piernas de Jared, quien cerraba su tapado negro luchando contra el viento que iba en su contra. Pequeñas casillas blancas era lo único que lo rodeaba, junto con unos pocos autos negros con gente en su interior, con la misma expresión en el rostro que él y portando lentes negros para cubrir sus ojeras y ojos colorados.

El Sol salía de entre las nubes y aminoraba un poco el frío que insistía con penetrar las venas de Jared, miraba a su al rededor a través de sus lentes y el ambiente del lugar solo podía generarle malos recuerdos y una angustia en la boca del estómago que era difícil de reprimir.

Siguió caminando, conduciéndose por los pasillos que aquellas casillas blancas con flores en sus puertas formaban. Al igual que las puertas, las personas también llevaban flores en sus manos, flores de todo tipo, desde las más baratas hasta las más costosas, incluso él, sostenía una rosa roja con debilidad, haciendo que ésta esté prácticamente flotando en el aire ya que sus dedos apenas rozaban el tallo.

Había dejado a Claire sola en casa, y sinceramente en ese momento no le importaba demasiado. Al ver aquella batería en la habitación de su hermano, los recuerdos no tardaron en aparecerse frente a sus ojos. Tantos años vistos en solo minutos, y sintiendo tal vez el mismo miedo, angustia, enojo y demás sentimientos en un lapso de tiempo muy corto. Podría haber jurado, incluso, que lo había visto y escuchado dentro de la habitación, dándose cuenta luego que todo era producto de su imaginación.

Y allí estaba, en el medio del frío, con sus lentes negros, su saco hasta la mitad de sus muslos, con el ceño levemente fruncido conteniendo algunas lágrimas, rodeado ahora de lápidas y con la rosa que milagrosamente seguía entre las yemas de sus dedos.

No tardó en llegar a la lápida que buscaba, la cual se conocía el recorrido hasta ella de memoria, y tenía sobre la tierra y apoyada sobre el cemento de ésta una rosa, como la que Jared llevaba en su mano, pero seca.

Leyó el nombre grabado en aquella lápida, "Shannon Leto", en letras mayúsculas y bien marcadas. Necesitaba verlo, visitarlo, como hacía antes de que todo ese desastre con Claire se haya desatado, y aunque sea leer su nombre le despejaba un poco la mente, aunque no de la forma que realmente quería.

Se agachó a cambiar las rosas y luego se sentó en la tierra, cruzando sus piernas y apoyando sus antebrazos sobre sus muslos, no sin antes quitarse lo lentes, dejando al descubierto del helado ambiente, sus ojos azules algo cristalizados.

Se quedó varios minutos mirando fijamente cada letra de la lápida, haciendo temblar sus pupilas cada vez más. Hacía varios meses que no venía a verlo, cuando antes no pasaba una semana sin que pise el lugar.

Se pasó las manos por el rostro mientras intentaba salir de su ensimismamiento y comenzó, como solía hacerlo en una dolorosa costumbre, a hablar.

- Hermano...-susurró y dejó caer las manos sobre sus muslos.- Siento no haber venido antes, no... no me he estado sintiendo bien.- calló por unos minutos.

Una lágrima comenzó a recorrer su mejilla, tomando la temperatura del ambiente pero haciéndole sentir que le quemaba. Se daba cuenta que aunque su hermano ya no estuviera, no podía mentirle.

- Sigo cagándola.- volvió a hablar largando una risa corta mientras sus gestos eran solo de dolor.- Perdóname, otra vez.- dejó caer otra lágrima.- Solo quería que descansaras en paz. Sentir que hacía... justicia...-susurró.-... Por ti, por nosotros.- su voz comenzaba a tomar un tono que se mezclaba con el llanto que ya no podía reprimir y frunció el rostro dejando caer un torrente de lágrimas.- Seremos eternos, ¿recuerdas?... Lo dijiste tantas veces que aún así luego de que te hayas ido lo seguía creyendo.- se secó las lágrimas un poco y miró hacia el cielo.- Perdóname por no hacerte eterno hermano... Aunque siempre lo serás para mí. Solo quería cumplir nuestros sueños, ser únicos, inolvidables... Te lo he dicho tantas veces.- volvió a secar sus lágrimas, adoptó una mirada perdida hacia el frente, y luego de perderse en el silencio una vez más, volvió a hablar.- Ojalá la hubieses conocido, ojalá yo la hubiese conocido de diferente manera, es tan... tú. Son tan iguales que a veces he llegado a creer que estoy hablando contigo... Su... forma de hablar, la manera en la que me contesta, me enfrenta, parece ya no tenerme miedo. Su mirada, su expresión es tan como la tuya que no puedo hacerle daño... Es... Agh, qué más da.- se rindió rodando los ojos.- Debe ser que no puedo dejarte ir, hermano.- volvió a reir mientras tomaba unos granos de tierra entre sus dedos.- Todo lo que amaba se convirtió en todo lo que perdí, y sé que al fin y al cabo, la perderé.

No dijo nada más, se quedó en silencio por un largo rato mientras con sus dedos seguía palpando la tierra húmeda por el rocío que caía sobre el suelo.

Las lágrimas habían dejado de caer por si solas, como si hubiera vuelto a la seriedad rápidamente, pero aún así conservaba la mirada perdida en algún punto lejano. Sus pupilas azules adquirían un tono más oscuro conforme a las nubes que terminaban de cubrir el cielo y el frío congelaba sus manos que intentaban darse calor entre sí.

Había tomado como absurdo seguir hablándole a un bloque de cemento sobre sentimientos que no hacían más que quedarse en el aire.

- Te extraño tanto...- susurró.- Supongo que otra cosa no puedo hacer.- frotó sus manos para levantar calor pero era en vano. Se levantó y sacudió un poco saco.- Algún día nos volveremos a ver, Shannon.







Silent ScreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora