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Las hojas volvían a crecer en lo más alto de las copas de los árboles dándole un tono verdoso a las calles de Luisiana.

Jared caminaba con paso lento y pesado volviendo del colegio, en compañía de su madre que aunque el cansancio amenazaba con dejarla caer sobre el áspero cemento de la acera, llevaba una sonrisa en el rostro para alentar el mal día que había pasado el menor de sus hijos.

La mochila pesaba más que Jared, quien la cargaba sobre sus espaldas mirando sus pies patear una pequeña piedra que insistía con estorbarle. El camino a casa se hacía un poco más largo cada día, y lo único que quería él al final de la tarde era poder dormir como el niño que era.

Los platillos de una batería retumbaban en toda la cuadra y esa era la señal para Jared y su madre de que estaban a solo metros de casa.

Estaba agobiado, pero escuchar a su hermano tocar con tanto ímpetu a sus doce años de edad le plasmaba una leve sonrisa y un brillo aventurero en los ojos, y como todas las tardes, se lanzaba a la carrera de llegar lo más rápido posible hasta la puerta de madera clara de su casa.

Dentro, Shannon no dejaba de agitar sus baquetas en el aire simulando que estaba en el concierto de rock más grande de su vida, disfrutando de la batería que su madre y su abuela le habían regalado para su cumpleaños.

Sus ojos avellana se separaron de los tambores para ver a su hermano correr dentro de la casa y arrojar la mochila al lado del pequeño sillón.

- ¡Al fin llegas! - dijo sobresaltado por la adrenalina de tocar.

- Comeré algo y luego practicaré con la guitarra, muero de hambre.

- Vale, pero apúrate que te he esperado toda la tarde.- respondió y Jared asintió sonriendo.- Ah... A la noche vendrá Marco, no creo que podamos tocar, ¿no hay problema, cierto?

- Oh claro que no.- respondió devolviéndole un tinte cansado a su rostro.

Entró a la cocina refregándose los ojos, no le gustaba no poder ensayar a la noche, pasaba todas las tardes en la escuela esperando que se haga la hora de regresar a casa y tocar con su hermano, pero de todas formas, Shannon tenía su vida, y comenzaba a ser un pre adolescente.

Se sentó en la mesa con la mirada un poco baja mientras Constance, su madre, le servía su merienda.

- No me has contado cómo te fue hoy, hijo.- dijo Constance sentándose en frente de él en la pequeña mesa redonda.

Jared elevó la mirada hasta los ojos de su mamá, el mismo color que los de él, tan joven y hermosa, la luz de sus ojos y la mujer de su vida.- Oh, como todos mami, ya sabes.

- ¿Tienes tarea? - sonrió.

Asintió mientras comía una galleta.- La haré hoy a la noche, Shann estará con Marco.

- Si quieres puedo ayudarte, así después te queda tiempo y hacemos algo, para que no te aburras sin Shanni.

- Bueno.- sonrió terminando su chocolatada y levantándose para ir con su hermano.

Ya era de noche, y Shannon se encontraba en el patio con Marco, mientras que Jared, luego de hacer la tarea, se dirigía hacia la cocina, pero al escuchar que su madre y su abuela hablaban, ambas lavando los platos, se detuvo en la puerta sin que lo pudiesen ver.

- Si sigue tocando así destruirá la batería antes de su próximo cumpleaños.

Constance rió ante el comentario de su madre.- Nunca lo vi tan feliz.

- Solo espero que le dure el gusto por eso. Fue mucho dinero el que gastamos, no sé cómo pagaremos las cuentas.

- Oh mamá, relájate un poco, ya veremos lo que haremos. Lo importante es que los niños están contentos.

Silent ScreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora