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Apenas dos rayitos de sol se escaparon por las endejas de aquel ventanal cerrado, y fueron suficientes para que Claire despertara sobresaltada creyendo que por fin había despertado de lo que hubiera sido su peor pesadilla. Pero no era así, seguía en aquel oscuro lugar, en aquella cama que tal vez en algún otro momento le hubiera parecido cómoda, abrigada; pero que ahora no era más que una roca bajo su cuerpo. 

Aún seguía en la misma posición en que se había dormido, y, al darse vuelta hacia el lado de Leto, se encontró que éste estaba igual que ella, de costado hacia su lado. Él aún seguía dormido.

Sin darse cuenta se quedó mirándolo, con la cabeza apoyada en su antebrazo, cómo Leto dormía. Era tan extraño como detrás de aquel hombre que dormía, con su corto pero despeinado cabello y una expresión tal vez inocente en su rostro, había un hombre que para ella se había tornado despreciable. Tenía los pómulos marcados, haciendo que sus mejillas se vean delgadas, su mandíbula estaba tallada y, estando en esa posición, se marcaba aún más; sus labios, delgados, algo entreabiertos. No se dio cuenta de que su mano estaba muy cerca a la de él hasta que su dedo índice tocó levemente su pulgar y, Jared, ante el cálido tacto, abrió los ojos haciendo que ella se aleje unos cuantos centímetros hasta casi caer de la cama. 

Tenía el ceño fruncido, como era típico de él la mayoría del tiempo. Se quedó mirándola un largo rato y ella, petrificada ante esos penetrantes cristales azules, no hizo otra cosa que quedarse en donde estaba. 

Él observaba cada parte de su rostro, describiéndola mentalmente como ella lo había hecho minutos atrás. Y Claire sentía como los ojos de Jared se paseaban, haciéndola sentir intimidada. Un calor se apoderó de su pecho, una angustia. Era un nuevo día junto a aquellos hombres, sin saber qué podrían llegar a hacerle hoy. 

Finalmente, decidida a romper el hielo, abrió la boca para llamarlo por primera vez por su nombre, pero antes de que pudiera emitir sonido, Leto volvió a la realidad y volvió a fruncir el ceño mientras se levantaba de la cama y se introducía al baño de la habitación. 

- Bien...- se dijo a si mismo en voz alta mientras se miraba en el espejo luego de haberse lavado la cara en el lavabo. Se quedó unos segundos mirándose. Mirando en lo que tal vez era un hombre que ya no encajaba con él, con el que no se reconocía. Aquellos ojos azules de los cuales siempre se había destacado habían dejado de reflejar todo tipo de sentimiento puro. 

Volvió a la realidad, nuevamente, volviendo a su postura erguida, y se dirigió hacia la tina, donde abrió el grifo de agua y esperó a que se llenara de un agua tibia y reconfortante. Una vez que estuvo llena, corrió la cortina de baño y salió de aquel cuarto, para encontrarse nuevamente con Claire, quien se encontraba en la misma posición en la cama, de costado y dándole la espalda. Caminó al rededor de la cama hasta llegar a los pies de ésta, donde pudo verle la cara a Claire.

- Hey, tú.- llamó, ella lo miró.- ve a bañarte.- ordenó. 

Claire, sin decir absolutamente nada, se levantó de aquel somier y se adentró al cuarto de baño, sin siquiera mirarlo.

- Y no te quedes una eternidad allí adentro.- volvió a decir antes de que ella cerrara la puerta. 

Jared se quedó mirando unos segundos aquella madera, nuevamente poniendo su mente en blanco, pero rápidamente volvió y se fue de aquella habitación, cerrando la puerta con llave. 

Caminó por aquel pasillo del primer piso de esa gran casa, paseando y observando cada detalle. No podía envidiar nada, pues el no tenía algo mucho menor. Una vez que terminó de recorrer y se percató de que sus dos hombres ya no estaban en sus camas, se dispuso a bajar, donde los encontró sentados en los sillones, con las piernas cruzadas. 

Se sentó en el mueble pequeño, y les dedicó una mirada de un segundo a cada uno como señal de saludo, éstos asintieron y le dieron un sorbido a su bebida. Parecía toda una mecánica que los dos hicieran exactamente lo mismo. 

- ¿Y ahora? - preguntó finalmente Marco, dándole una mirada arrogante a Leto. 

- Luego llamaremos a papi.- sonrió de lado. 

- ¿Y luego? - volvió a interrogar.

- No te apresures. 

Marco puso los ojos en blanco, él solo quería hacer lo que estaba planeado y terminar con todo esto, cuanto menos tiempo, menos posibilidad de descubrirlo había. De todas formas, su máximo apuro era obtener el dinero y luego vengar la muerte de aquel hombre del que tanto Jared y él hablaban. Y lo que más le molestara, es que Leto hiciera todo con tiempo, tomándose toda a su comodidad, con cautela. Y aunque sabía que haciendo las cosas rápido mayormente salían mal, quería terminar con esto de una vez por todas. 

- ¿Y la chica? - habló Dylan, haciéndose presente. 

- Arriba, dándose un baño. 

Marco largó una pequeña risa irónica.- ¿Es nuestra huésped ahora o qué?

- Tú también deberías bañarte, Abadi.- lo llamó por su apellido.

- Tienes razón.- sonrió con un tinte morboso.- tal vez vaya con ella, ahorraremos agua.

Jared ignoró aquel último comentario, aunque no pudo evitar lanzarle una mirada mortífera a su compañero. Por alguna razón aquel comentario le había producido asco hacia él, no le había gustado para nada. 

Mientras tanto, Claire, que recientemente había entrado al cuarto de baño, miraba el agua cristalina, casi quedándose quieta, yacer en aquella blanca tina. El cuarto de baño era grande, con paredes verde claro, lisas. Miró todo su alrededor, y trabó la puerta para que nadie pueda entrar. No obstante, desabrochó los botones de aquella gigantesca camisa y la dejó caer a sus pies. Una expresión entristecida se volvía a formar en sus ojos. Se quitó la ropa interior que llevaba puesta desde aquella noche de Año Nuevo e introdujo un pie, luego el otro, al agua que se conservaba tibia. 

Se sentó en la tina, dejando que de a poco su cuerpo se sumergiera. Miraba el agua, y su cuerpo temblar por el efecto del agua moviéndose. Sus ojos poco a poco comenzaron a aguarse, dejando caer las primeras lágrimas por sus mejillas para luego mezclarse con el agua. Largó un suspiro, se notaba que dormir no le había quitado el cansancio, en ese momento deseaba dormir para siempre. 

Se mojó el cabello, tornándolo un rojo más oscuro y tomó el jabón corporal. Comenzó a pasarlo por su cuerpo tranquila, despacio, como acariciándose a ella misma por cada golpe que había recibido de aquellos hombres. Pero luego empezó a pasarse el jabón más rápido, mientras apretaba sus dientes y fruncía su rostro haciendo que el torrente de lágrimas fluya con fuerza. Quería limpiarse, pero no de suciedad, frotaba aquel jabón por su cuerpo tratando de sacarse las huellas y el tacto de los tres hombres, cada golpe, cada resto de todos los lugares por los que había pasado, pero no podía, seguía sintiendo sus manos en sus brazos, sosteniéndola con fuerza.

Finalmente se rindió a aquella lucha consigo misma, y arrojó el jabón hacia la repisa de la tina, a los pies de ésta. 

Se recostó y se hundió por completo en el agua, aguantando la respiración lo más que pudo, hasta que soltó el aire y algunas burbujas salieron a la superficie. Estaba dispuesta a acabar con todo. Pero una fuerza dentro de ella, su instinto a sobrevivir como cualquier humano la hizo levantarse, volviendo a inflar sus pulmones de una bocanada.

- ¡Ahh! - gritó. Sus lágrimas no dejaban de caer como ríos en sus mejillas. Odiaba cada rasgo de ella, cada pared que la rodeaba, odiaba a esos hombres. Odiaba todo. 

Silent ScreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora