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La luz del día iluminaba la habitación a través de las cortinas de encaje blancas. No sabía que hora era, y aunque el horario tal vez lo tenía un poco apretado, simuló no importarle. 

Tenía una extraña tranquilidad, no podía levantarse, sus músculos estaban totalmente relajados. 

Sus ojos no podían acostumbrarse a la luz blanca que se reflejaba en las paredes, sus pupilas aún seguían dilatadas, y su iris color azul cristal era delgado.

Jared se sentó en su "cama", pasándose las manos por el rostro para despabilarse. Tenía una leve resaca, y levantarse de mal humor ya era un complemento indispensable en su rutina. 

Elevó un poco el mentón, para así tener vista hacía la cama. Claire no estaba. 

- Qué carajo.

De un salto se levantó y se vistió lo más rápido que pudo. La poca tranquilidad que había tenido al menos por unos minutos se había esfumado.

Salió de la habitación intentando parecer normal, aún tenía signos de sueño en su rostro. 

- Buen día, ¿café? - preguntó la señora con una cafetera en la mano.

- No.- respondió.- No... ¿Claire? 

- Oh, ¿hablas de tu chica? - rió.- Está en el baño. 

El corazón de Jared volvió a su lugar al oír que aún estaban bajo el mismo techo. Suspiró con alivio y volvió a pasarse las manos por el rostro. Todavía estaba nervioso, temía de que los descubran, que la reconozcan a Claire y que llamen a la policía.

Sus pensamientos se fueron a un lado cuando Claire salió del baño. Pero lo que lo hizo apartar sus pensamientos no fue que ella haya salido del baño, sino por cómo salió del baño. Su cabello ahora estaba arreglado, lacio, parecía suave como la seda. Aquel color rojizo que cautivaba todas las miradas, incluso la de él, ya no estaba, ahora el negro suplantaba su color natural. Su cabello oscuro. Tan oscuro como la oscuridad, podría camuflarse de noche y de no ser por su piel blanca como las paredes de las habitaciones, podría ser invisible en la noche. La luz del día se reflejaba en su cabello, en esa oscuridad proveniente de su cabeza. Estaba hermosa, era hermosa. 

Jared se quedó mirándola unos segundos, tildado, intentaba pensar en por qué se había hecho eso, pero no podía, en lugar de eso pensaba en lo hermoso que le quedaba, en lo perfecto que se veía. Si estuvieran solos, no sabía lo que habría pasado, o tal vez sí. 

Claire intentó sonreír, pero agotó su esfuerzo. Miró hacia abajo y caminó hasta él, para saludarlo con un beso en la mejilla. No entendía por qué Jared estaba tan duro, mirándola. No respondía a las palabras, ni a los gestos, ni a la propia luz que se reflejaba en la hoja de la ventana y le daba de lleno en los ojos. 

- Bueno, almorcemos y luego pueden seguir con su camino.- sonrió la señora.- Albert.- su marido, supusieron.- Ya arregló su auto. 

Claire volvió a mirar a Jared, esperando que éste reaccionara. Y luego de unos minutos, sacudió un poco la cabeza y contestó.

- Si, muchas gracias, de nuevo. 

- Oh no hay de qué.

Se sentaron los cuatro en la mesa. Mientras la señora servía la comida, el señor, ahora llamado Albert, se daba el lujo de hacerles unas preguntas. 

- Y... ¿hace mucho están en pareja? 

Ambos jóvenes se quedaron duros, sin saber quién iba a responder y qué. 

Claire se acomodó en la silla y luego de aclararse la voz habló:- Cerca de un año.- sonrió.

- Un amor joven.- contestó Albert.- Si hacen las cosas bien, tal vez terminen como nosotros. Llevamos 48 años y medio de casados.

Silent ScreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora