Silent Scream

40

El estruendo que produjo la puerta al cerrarse bruscamente hizo dar un respingo a Jared, quien sacudió levemente la cabeza tratando de ordenar sus pensamientos.

Puso las manos en su cintura y miró hacia el techo, tratando de contener las lágrimas. Luego miró a su al rededor, no había ni el más mínimo sonido en aquel lugar, ni siquiera se escuchaba el viento soplar afuera de la casa.

Claire se había ido, dejándolo completamente solo. Sus oídos se inundaban de vacío y volvía a tener una extraña sensación que le producía escalofríos.

Estaba en ropa interior, portando solo unos bóxer color negro, por lo que no podía salir a buscarla en el medio del herviente sol. De todas formas estaba seguro de que volvería por sus cosas.

Estaba más que enfadado. Sentía que su pecho le pesaba y que le dolía al respirar hondo. Sus piernas sentían la necesidad de descansar en la cama nuevamente, enredadas entre las de Claire. 

Comenzó a caminar por toda la casa, esperando con nerviosismo a que ella volviera, pero la puerta no se abría, ni siquiera el viento hacía que se golpeara contra los marcos. Con las manos aún en su cintura, daba vueltas apretando su mandíbula y respirando con fuerza. Tenía dolor de cabeza y podía sentir cómo la vena debajo de su ojo sobresalía por su piel.

Aumentando su enojo y dolor, tomó un pequeño florero que reposaba sobre una pequeña mesita al lado del sofá largo y con fuerza lo arrojó contra la pared paralela a él, haciendo que éste estallara en cientos de pequeños y filosos pedacitos. 

- ¡Joder! - exclamó arrojando el siguiente florero, siendo éste el último.- ¡Joder! - repitió.

Su respiración se había agitado bastante, y su rostro estaba algo enrojecido, por lo que se sentó en el suelo, apoyándose contra el espaldar del sofá, para tratar de calmarse un poco. 

Media hora había pasado, y Jared aún seguía en el suelo con los brazos estirados apoyados sobre sus rodillas, fumando su séptimo cigarrillo en lo que iba de la hora. Su rostro había tomado su color natural nuevamente, pero éste ahora tenía rastros de lágrimas cubriendo ambas mejillas. 

Pestañeaba con lentitud, su respiración había bajado la velocidad estrepitosamente y su expresión estaba totalmente en pacífica. Solo miraba un punto a lo lejos, nublándose su vista, mientras el cigarrillo se terminaba de consumir por sí solo.

Volvió a pasear sus ojos por toda la estancia; desde la puerta frontal hasta las dos puertas de vidrio corredizas que daban la vista al patio trasero y una pequeña piscina. La soledad seguía inundando el ambiente.

Frunció el rostro, haciendo una mueca para volver a llorar, pero las lágrimas no salieron, por lo que hizo un gesto de dolor y luego volvió a su expresión vacía.

Pensaba, era increíble como de ser un hombre con dinero, autoridad y poder, había pasado a estar solo, devastado, llorando y tirado en el suelo esperando a que la única persona viva que le importaba regresara con él.

En eso se había convertido.

Pestañeó varias veces, sintiendo la molestia de sus pestañas mojadas, y se levantó decidido a ir a buscar a Claire. El tono que había usado la pelirroja y sus palabras habían sido distintas a todas las anteriores, sintió cómo lo miraba con decepción, y cómo esta vez había decidido marcharse definitivamente. Y no podía terminar así. No podía perderle, al menos de esa manera.

Caminó hacia la habitación pateando algunas colillas de cigarrillo, y una vez adentro empezó a vestirse poniéndose el pantalón negro habitual y sus zapatos.

Una vez que terminó de abrocharse el cinturón se dispuso a buscar su camisa negra, de seguro estaba tirada en el suelo, al haber sido arrojada probablemente por Claire alguna de las tantas veces que habían hecho el amor luego de darse aquel baño juntos. Pero el sonido de un teléfono celular lo sacó de su búsqueda, haciéndolo erguirse rápidamente.