Silent Scream

29

La ruta. Otra vez la desolada ruta, con su desolado alrededor, y un desolado ambiente dentro del auto. Otra vez se iban, escapaban. Otra vez tenían que huir de futuros peligros, corriendo riesgos.

El clima dentro del vehículo no dejaba de ser intenso y frío a pesar de todo lo ocurrido, ambos estaban callados, generando un silencio que dejaba de ser cómodo. Tenían la vista perdida en el horizonte de la interminable ruta, serios, pensando cada uno en el otro, en dónde ir, en qué hacer para mantenerse a salvo. Claire iba envuelta en el saco de Jared, tratando de pensar en otra cosa que no sea Isaac, la imagen del viejo se le aparecía frente suyo, como si aún estuviera persiguiéndola, y la imagen del cuchillo incrustado dentro de su cuello formaba parte de la inquietante locura que iba reemplazando su tristeza.

Jared iba de camisa, haciendo fuerzas inhumanas para no temblar por el frío que hacía dentro del coche, mirando de reojo a Claire por momentos. Tenía sueño, estaba agotado, el asesinato de Isaac lo había tomado por sorpresa, jamás había pensado que Claire llegaría a ser capaz de hacer eso. Pero le gustaba, no podía negarlo, no solo lo volvía loco ella, sino que ahora se agregaba un parecido a él que lo hacía sentirse más atraído a la ex pelirroja. Por otro lado pensaba en lo que Zac le había dicho, Alexander estaba muerto, su gran enemigo, el motivo de todo este plan, ya no estaba, por lo que ya no tenía sentido nada. ¿Cómo era que semejante hombre ahora ya no existía? Su odio de años ya no respiraba, y no había podido hacerle pagar por lo que le había hecho a su hermano. No le diría a Claire, al menos ahora, aunque merezca saberlo, ninguno de los dos estaban preparado para enfrentarlo, Claire se pondría peor de lo que estaba, y él se volvería más loco, estaba tratando de pensar qué hacer.

Alrededor del auto y la inexplorada ruta no había nada, eran hectáreas de campo verde y amarillo, campo que ni siquiera era usado para un huerta. Pero a lo lejos, de repente, se comenzaba a divisar algunas casas, lo que avecinaba un pequeñísimo pueblo. Pequeñísimo por donde se lo mirase.

Jared decidió hacer una parada para cargar combustible en la pequeña estación de servicio del lugar.

- Cargaré algo de combustible.- dijo mientras aparcaba.

- Tengo que ir al baño.

- En la estación hay uno, si quieres ve a ese.- contestó mientras se bajaba del auto para cargar combustible.

Claire asintió y sin decir nada más se bajó del vehículo para dirigirse al pequeño y asqueroso baño público.

Cerró la puerta detrás de ella, y se encontró con un espejo medio roto y dibujado en frente suyo. El pequeño cristal reflejaba una imagen desordenada y demacrada, de días de dormir mal y situaciones que la llenaban de estrés. El cabello pelirrojo se hacía notar en varios centímetros a partir de sus raíces, y el resto del cabello estaba despeinado y descuidado. Se quedó mirándose a ella misma. No era ella, esa mujer no se parecía a la Claire Black que fue toda su vida. Jamás se hubiera permitido estar así de desarreglada, con las ojeras se arrastrándose por el suelo, y una sonrisa que no se le cruzaba por el rostro ni por casualidad. Su cuerpo de repente parecía estar teñido de rojo, de ese rojo que se mantenía fresco haciéndole cosquillas mientras recorría su pálida piel, sentía las manos del viejo en su cuello, y las marcas de sus huellas estaban tatuadas en su piel, la mirada se le cristalizó y su respiración se aceleró, el agua no parecía sacar la sangre de todo su cuerpo, y mientras más pasaba el tiempo, más se desesperaba. El agua caía sobre el lavabo en su colo natural, transparente y sin una gota de rojo mezclándose. Lloraba con más fuerza, y de repente, en su cuerpo solo había algunas marcas rosadas de sus propias uñas en la lucha por limpiar su cuerpo. Ya no tenía sangre en todos lados, era todo parte de su imaginación, y en ese momento se daba cuenta que su locura la llevaría a su peor destino. Debía relajarse.