Cap. 11

272 46 4
                                    

La nieve llegó tan de repente que salí de casa bajo un cielo azul y diáfano, antes de media hora caminaba ante un castillo que parecía la decoración de una tarta, rodeado de una gruesa capa de nata, avancé a duras penas por la calzada, con pasos amortiguados, tiritando bajo mi abrigo de seda demasiado fino, un remolino de copos blancos surgió de una infinidad grisácea y casi oscureció Granta House, amortiguando el sonido y ralentizando el mundo hasta una pesadez antinatural.

Me cubrí la nariz con la bufanda y deseé haberme puesto algo más apropiado que unas zapatillas y pantalones delgados.

Para mi sorpresa no fue Jean quien abrió la puerta, sino el padre de Eren —Está en la cama— dijo, echando un vistazo bajo el porche —No está demasiado bien, me estaba preguntando si llamar al médico—.

Me conmociono la tan directa noticia —¿Dónde está Jean? —.

—Tiene la mañana libre, por supuesto, tenía que ser hoy, la maldita enfermera de la agencia vino y se fue en menos de seis segundos... si sigue nevando así no sé qué haremos más tarde— se encogió de hombros, como si todo ello fuera inevitable, y desapareció por el pasillo, aliviado, al parecer, por no tener que permanecer el cargo —Ya sabes lo que necesita, ¿verdad? —dijo por encima del hombro.

Me quité el abrigo y los zapatos (estaban algo mojados) —Hare lo que pueda—.

***

Llamé a la puerta sin hacer ruido y asomé la cabeza.

En la penumbra tan solo distinguí una forma bajo el edredón.

Él estaba profundamente dormido, me alivio, así ha de estar más tranquilo.

Di un paso atrás, cerré la puerta detrás de mí y comencé con las tareas de la mañana.

En un día como este, con Eren recluido en la cama, en medio de un mundo paralizado, vi que existía una especie de placer ensimismado en trabajar de un lado al otro del pabellón, mientras quitaba polvo y sacaba brillo, llevaba la radio conmigo de una habitación a otra, siempre con el volumen bajo para no molestar a Eren.

De vez en cuando asomaba la cabeza por la puerta, solo para comprobar que aún respiraba, y solo cuando dio la una y aún no se había despertado comencé a inquietarme.

Cuando fui por el cesto de la leña, noté que la nieve ya tenía un grosor de varios centímetros, así no podríamos conducir hasta un hospital, eso me puso nervioso, si algo le sucedía, solo estaría yo (y su padre que al parecer no es de gran ayuda).

Preparé una bebida fresca para Eren y llamé a la puerta, cuando golpeé de nuevo, lo hice con fuerza.

—¿Sí? — tenía la voz ronca, como si lo hubiera despertado.

—Soy yo... Levi, ¿puedo entrar? —.

La habitación estaba sumida en sombras, las cortinas aún echadas, entré, dejando que mis ojos se acostumbraran a la penumbra.

Eren se hallaba tumbado de un lado —¿Qué puedo hacer? ¿quieres tomar la bebida? —.

—No puedo moverme— respondió con sencillez.

—¿Qué? —.

—Tengo que cambiar de postura— dejé la bebida sobre una cómoda y me acerqué a la cama.

—¿Qué...? ¿Qué quieres que haga? —.

Eren tragó saliva con cuidado, como si fuera doloroso —No... no puedo moverme—.

Pude notar lo asustado que estaba a pesar de su mirada tranquila e inquebrantable —Eren... dime que hacer—.

Eren suspiro, luego me miro de reojo —Pasa los brazos bajo los míos, agárrate las manos detrás de mi espalda y tira hacia ti, mantén el trasero en la cama y así no te harás daño en la espalda— no podía fingir que el pánico de hacer algo mal me coloro la cara de rojo.

Yo Antes de Ti  ||  [Versión Ereri] 🌻🐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora