El siguiente fin de semana bajé a mitad de la noche en busca de agua, últimamente me costaba conciliar el sueño y había descubierto que levantarme era preferible, un poco, al menos a quedarme en la cama enzarzado en una batalla contra mis pensamientos.
No me gustaba estar despierto por la noche, no conseguía evitar preguntarme si Eren estaría despierto, al otro lado del castillo, y mi imaginación no dejaba de intentar aventurarse en sus pensamientos, era un lugar sombrío en el que adentrarse.
La verdad era esta: yo no había logrado nada, y se me acababa el tiempo, ni siquiera había sido capaz de convencerlo para viajar a París, y, cuando me explicó el motivo, me resultó difícil llevarle la contraria, tenía una razón excelente para declinar cualquier viaje que le sugiriese, y, como me negaba a revelarle por qué tenía tantas ganas de que viniera conmigo, mi poder de persuasión era muy limitado.
Pasaba junto al salón cuando oí el sonido: una tos apagada, o tal vez una exclamación.
Me paré, volví sobre mis pasos y fui hasta el umbral, abrí la puerta con cuidado, en el suelo del salón, con los cojines del sofá colocados para formar una especie de cama improvisada, yacían mis padres, bajo el edredón para las visitas, con las cabezas a la altura de la estufa de gas, nos quedamos mirándonos durante un momento en la penumbra, con el vaso inmóvil en la mano.
—¿Qué...? ¿Qué hacéis aquí? — mi madre se apoyó en el codo para incorporarse.
—No alces la voz, solo... — miró a mi padre —Queríamos un cambio—.
—¿Qué? —.
—Queríamos un cambio— mi madre miró a mi padre para que la respaldara.
—Le hemos dejado nuestra cama a Mikasa— dijo mi padre —Ella y Tom no estaban a gusto en el trastero, les dijimos que fueran a nuestra habitación—.
—¡Pero no podéis dormir aquí! así no vais a estar cómodos—.
—Estamos bien, cielo— dijo mi padre —De verdad— y entonces, mientras yo me esforzaba en vano en comprender, añadió —Solo son los fines de semana, y tú no puedes dormir en ese trastero, tienes que dormir bien, ahora que... — tragó saliva —Ahora que eres la única persona en esta familia que trabaja—.
Mi padre, el muy zoquete, ni siquiera se atrevió a mirarme a los ojos —Vuelve a la cama, Levi, vamos, estamos bien—.
Volví a mi habitación y cerré la puerta con cuidado, me tumbé en mi cama enorme y me quedé mirando por la ventana a las luces de la calle, dormí unas escasas horas de sueño.
***
Restaban setenta y nueve días en mi calendario.
Comencé, una vez más, a sentirme inquieto, y no era el único, la señora Jaeger aguardó hasta que Jean se hubo encargado de Eren a la hora del almuerzo para pedirme que la acompañara a la casa.
Se sentó en el salón y me preguntó cómo iban las cosas.
—Bueno, salimos más a menudo— dije, ella asintió, como si estuviera de acuerdo.
—Habla más que antes—.
—Contigo, tal vez— soltó una risita que en realidad no se asemejaba a una risa en nada.
—¿Has hablado con él acerca de viajar al extranjero? —.
—Todavía no, lo voy a hacer, es que... ya sabe cómo es—.
—En realidad, no me importa— dijo —Si quieres ir a algún sitio, sé que probablemente no nos mostráramos entusiasmados con tu idea, pero con Grisha hemos hablado mucho al respecto y los dos estamos de acuerdo... —.
Nos quedamos ahí, en silencio, me había servido café en una taza con platillo, tomé un sorbo.
—Bueno... Eren me ha contado que fue a tu casa—.
—Sí, era mi cumpleaños, mis padres prepararon una cena especial—.
—¿Cómo se lo pasó? —.
—Bien, muy bien, fue muy amable con mi madre— no pude evitar una sonrisa al recordarlo —Es decir, mi madre está un poco triste porque mi hermana y su hijo se han mudado, los echa de menos, creo que... él quería consolarla un poco—.
La señora Jaeger pareció sorprendida —Qué... atento por su parte—.
—Eso mismo piensa mi madre— removió el café.
—No recuerdo la última vez que Eren aceptó venir a cenar con nosotros—.
Indagó un poco más, sin hacer preguntas directas, por supuesto.
Algunos días yo tenía la impresión de que Eren era más feliz (salía sin rechistar ni una vez, bromeaba conmigo, me molestaba, parecía un poco más interesado en el mundo exterior).
Pero ¿qué sabía yo en realidad?
Dentro de Eren percibía un inmenso mundo interior, al que nunca me consentía echar un vistazo, las dos últimas semanas había tenido la incómoda sensación de que ese mundo iba creciendo.
—Parece un poco más feliz— dijo la señora Jaeger, casi me dio la impresión de querer consolarse a sí misma —Ha sido muy— su mirada osciló hasta llegar a mí —Gratificante verlo un poco más como era antes, soy muy consciente de que todas estas mejoras se deben a ti—.
—No todas—.
—A mí no me escucha, no lograba acercarme a él— posó la taza y el plato sobre una rodilla —Es una persona especial, Eren, desde que llegó a la adolescencia, siempre tuve que reprimir la sensación de haber hecho algo mal a ojos suyos, nunca he sabido muy bien qué era— intentó reírse, pero ese sonido no fue el de una risa, me miró un momento y luego apartó la vista.
Fingí tomar un sorbo de café, aunque no quedaba nada en la taza.
—¿Te llevas bien con tu madre, Levi? —.
—Sí— dije, y añadí —Es mi hermana quien acaba con mi paciencia—.
La señora Jaeger miró por los ventanales a ese precioso jardín que había comenzado a florecer y ofrecía una agradable gama de tonos rosas, malvas y azules.
—Solo nos quedan dos meses y medio— habló sin volver la cabeza.
Dejé la taza sobre la mesa, me moví con cuidado, para no hacer ruido —Hago lo que puedo, señora Jaeger—.
—Lo sé, Levi— asintió con la cabeza, salí del salón.
Pero sentía que lo que hacía, no era suficiente.
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Yo Antes de Ti || [Versión Ereri] 🌻🐝
RomanceLevi Ackerman necesita un trabajo para ayudar a su familia y Eren Jaeger necesita alguien que lo cuide por seis meses ya que, al haber sido víctima de un terrible accidente, queda con paraplejia. Levi queda contratado por la familia como cuidador d...