Cap. 29

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Lo peor de trabajar de cuidador no es lo que la gente piensa, no es cargar ni limpiar, ni las medicinas, ni nada de eso, es el hecho de que, al pasar el día entero tan cerca de alguien, resulta imposible escaparse de su estado de ánimo, y tampoco del propio.

Decidí rechazar la oferta de Eren, sobre quedarme los fines de semana en su casa, solo por el arrebato de ira que me dio al sentir que intentaba alejarme de él, le pregunté a Petra si podía quedarme en su casa, y se lo dije a Eren.

Eren se había mantenido distante conmigo toda la mañana, desde que le revelé mis planes, un extraño ni lo habría notado, pero había menos bromas, menos parloteo intrascendente, no me preguntó nada de las noticias de los periódicos.

—Eso... ¿es lo que quieres hacer? — sus ojos parpadearon, pero su rostro no reveló nada, me encogí de hombros, a continuación, asentí de un modo más contundente, sentí que mi respuesta era un tanto infantil, evasiva.

—Solo... no quiero molestarte— Eren estudió mi rostro, algo se tensó en su mandíbula, de repente me atrapó un cansancio insoportable, sentí la extraña necesidad de disculparme, y no sabía muy bien por qué, Eren asintió, de un modo leve, y sonrió.

—Me alegro de que lo hayas resuelto todo— dijo, y salió de la cocina, estaba comenzando a enfadarme con él, no me había sentido tan juzgado por nadie como ahora por Eren, daba la impresión de que había concluido que, ahora que yo había decidido quedarme a dormir los fines de semana en el departamento de Petra, me había vuelto menos interesante, como si hubiera dejado de ser su proyecto favorito.

Yo lo traté con la misma frialdad con que me trataba él a mí, fue, sinceramente, agotador.

Por la tarde, alguien llamó a la puerta de atrás, me apresuré por el pasillo, con las manos aún mojadas de fregar, y abrí la puerta para encontrarme con un hombre de traje oscuro que sostenía un maletín.

—Oh, no somos budistas— dije con firmeza, cerrando la puerta al mismo tiempo que el hombre comenzaba a protestar, lo que pasa, es que dos semanas antes un par de testigos de Jehová habían retenido a Eren en la puerta de atrás durante un cuarto de hora, porque no funcionó la marcha atrás de la silla ante el felpudo mal colocado.

Cuando por fin cerré la puerta, abrieron la rejilla de las cartas para decir —Hum... he venido a ver al señor Jaeger— dijo el hombre, así que entreabrí la puerta, cautelosamente, durante todo el tiempo que llevaba en Granta House, nadie había venido a ver a Eren por la puerta de atrás.

—Que entre— indicó Eren, que apareció detrás de mí —Le he pedido que viniera— como no me aparté, añadió —Está bien, Levi... es un amigo—.

El hombre cruzó el umbral y me estrechó la mano —Dot Pixis— dijo, estaba a punto de añadir algo más, pero Eren movió la silla entre nosotros y cortó cualquier amago de conversación.

—Vamos a estar en el salón, ¿Podrías hacernos café y dejarnos a solas un rato? —.

—Eh... vale— el señor Pixis me sonrió, un poco incómodo, y siguió a Eren al salón.

Cuando entré con la bandeja del café unos minutos más tarde, los dos hombres hablaban de críquet, esa conversación sobre vueltas y carreras persistió hasta que se me acabaron los motivos para seguir ahí.

—Bueno, os dejo—.

—Gracias, Levi—.

El señor Pixis se quedó durante casi una hora.

Tras completar mis tareas, me quedé en la cocina, preguntándome si tendría valor para escucharlos sin que se dieran cuenta, no lo tenía, me senté, comí dos dulces de bourbon, me mordí las uñas, escuché el bajo murmullo de sus voces y me pregunté por enésima vez por qué Eren habría pedido a ese hombre que no usara la entrada principal.

Yo Antes de Ti  ||  [Versión Ereri] 🌻🐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora