Jamás me propuse ayudar a mi hijo a matarse.
Mi vida contaba con una estructura clara, bastante común, para los tiempos que corren.
Llevaba casada casi treinta y siete años, había criado dos hijos, había conservado mi trabajo, había ayudado en el colegio, en la asociación de padres y madres de alumnos y, una vez que mis hijos ya no me necesitaron, me había incorporado a la judicatura, era juez desde hacía casi once años.Superé los días más difíciles gracias a mi jardín, a medida que mis hijos crecían, se convirtió en una pequeña obsesión, me sabía el nombre latino de casi todas las plantas, lo más curioso es que yo ni siquiera aprendí latín en el instituto, pero los nombres de las plantas se me quedan grabados en la cabeza, se dice que solo apreciamos de verdad un jardín al llegar a cierta edad, y supongo que algo de cierto hay en ello.
Adoraba los placeres sensuales de estar al aire libre, los olores, el tacto de la tierra bajo los dedos, la satisfacción de ver seres vivos, radiantes, embelesados en su belleza efímera.
Después del accidente de Eren, no salí al jardín durante un año, no fue solo por falta de tiempo, si bien las horas eternas en el hospital, el tiempo perdido de acá para allá en el coche y las reuniones me mantenían muy ocupada, solicité una baja de seis meses en el trabajo y aun así nunca disponía de tiempo suficiente, fue porque, de repente, dejé de verle el sentido, pagué a un jardinero para que lo mantuviera en buen estado, y no creo que le dedicara ni la más somera de las miradas durante la mayor parte del año.
Solo cuando trajimos a Eren de vuelta a casa, una vez que el pabellón quedó adaptado y listo, tuvo sentido volver a embellecerlo, necesitaba que mi hijo tuviera algo hermoso que contemplar, necesitaba decirle, en silencio, que las cosas cambian, crecen o se marchitan, pero que la vida continúa, que todos formamos parte de un ciclo superior, de un orden que solo Dios comprende.
A Eren no podía hablarle así, por supuesto (a Eren y a mí nunca se nos dio bien conversar de las cosas que de verdad nos importaban), pero quería mostrárselo, una promesa silenciosa, por así decirlo, de que existía algo más, un futuro más radiante.
Todo lo que he hecho, y aun hago, es para mantener la felicidad de mi hijo.
***
Mi esposo estaba atizando el fuego, movía con destreza los leños que quedaban, medio calcinados, atizador en mano, haciendo saltar chispas relucientes por la chimenea, tras lo cual echó un leño nuevo en medio del fuego, se apartó, como siempre, a observar con discreta satisfacción cómo las llamas se avivaban y se limpió las manos en los pantalones de pana, se dio la vuelta cuando entré en la habitación, le tendí una copa.
—Gracias ¿va a venir Zeke? —.
—Al parecer no—.
—¿Qué está haciendo? —.
—Está arriba, viendo la tele, no quiere compañía, no le pedí que viniera—.
—Ya se le pasará—.
—Eso espero, Grisha, no está muy contento con nosotros ahora mismo— nos quedamos ahí, en silencio, observando el fuego, a nuestro alrededor el salón estaba en penumbras e inmóvil, mientras el viento y la lluvia azotaban el cristal de las ventanas.—Qué asco de noche—.
—Sí— el perro entró sin hacer ruido y, con un suspiro, se tumbó junto al fuego, nos lanzó una mirada amorosa a ambos desde ahí abajo.
—Entonces, ¿qué piensas? — dijo —Sobre el corte de pelo de Eren—.
—No lo sé, me gustaría pensar que es una buena señal—.
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Yo Antes de Ti || [Versión Ereri] 🌻🐝
RomanceLevi Ackerman necesita un trabajo para ayudar a su familia y Eren Jaeger necesita alguien que lo cuide por seis meses ya que, al haber sido víctima de un terrible accidente, queda con paraplejia. Levi queda contratado por la familia como cuidador d...