Cap. 40

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Narra Mikasa

Tras volver de sus vacaciones, Levi no salió de su habitación durante treinta y seis horas.

Llegó del aeropuerto el domingo por la noche, ya tarde, pálido como un fantasma bajo el bronceado, y, al principio, no logramos comprenderlo, pues nos había dicho con claridad que nos veríamos el lunes por la mañana.

Tengo que dormir, dijo, y se encerró en la habitación y fue derecho a la cama.

Nos pareció un poco extraño, pero ¿qué sabíamos nosotros? Levi ha sido raro desde que nació, al fin y al cabo.

Mi madre le llevó una taza de té por la mañana y Levi ni se movió.

A la hora de cenar, mi madre ya estaba preocupada y lo sacudió, para comprobar que estaba vivo, pero Levi se negó a comer, y ni habló ni bajó con nosotros.

"Solo quiero estar aquí un rato, mamá", dijo, contra la almohada.

Por fin, mi madre lo dejó solo.

—No es el mismo— dijo mi madre —¿Crees que es una reacción atrasada por lo de Petra? —.

—Le importa un rábano Petra— replicó mi padre —Le conté que nos llamó para decirnos que había llegado en el puesto 157 en eso del Norseman y no se interesó ni una pizca— tomó un sorbo del té —Aunque, para ser justos, hasta a mí me parece difícil entusiasmarse por el puesto 157—.

—¿Crees que este enfermo? está palidísimo a pesar del bronceado, y tanto dormir... no es propio de él, tal vez haya contraído una enfermedad tropical—.

—Es solo el desfase de horario, el jet lag— aseguré, lo dije con cierta autoridad, sabedora de que mis padres me consideraban una experta en todo tipo de asuntos sobre los que, en realidad, ninguno de nosotros sabía nada.

—No sé... ¿Quién habría pensado que unas vacaciones te harían parecer tan enfermo? — mi madre negó con la cabeza.

***

Subí después de la cena, no llamé a la puerta, el aire estaba cargado y rancio, así que subí la persiana y abrí una ventana, de modo que Levi se dio la vuelta, atontado bajo el edredón, tapándose los ojos, y a su alrededor revolotearon motas de polvo.

—¿Me vas a contar qué ha pasado? — dejé una taza de té en la mesilla de noche.

Levi parpadeó al mirarme —Mamá está preocupada— no dijo nada —¿Levi? —.

—He dejado el trabajo— dijo, en voz queda.

—¿Por qué? —.

—¿Por qué va a ser? — se incorporó, cogió con torpeza la taza y tomó un largo sorbo de té.

Para alguien que acaba de pasar casi dos semanas en las islas Mauricio, mostraba un aspecto horrible, tenía los ojos empequeñecidos y rojizos y, el pelo estaba aplastado a un lado, se diría que había estado despierto durante varios años, pero, sobre todo, parecía triste.

Nunca lo había visto tan triste antes —¿Crees que lo va a hacer? — asintió, luego tragó saliva, con dificultad —Mierda... oh, Levi, lo siento mucho— le pedí con un gesto que me hiciera sitio y me subí a la cama junto a él.

Tras tomar otro sorbo de té, apoyó la cabeza en mi hombro, llevaba una camiseta mía, no le dije nada al respecto, de tan mal que me sentía por él.

—¿Qué hago ahora, Mikasa? — su voz era frágil, como la de Tom cuando se hace daño e intenta ser valiente.

—No sé si hay algo que puedas hacer... Dios, todo lo que has hecho por él, todo ese esfuerzo... —.

Yo Antes de Ti  ||  [Versión Ereri] 🌻🐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora