El Piadoso Corazón de Su Alteza Real

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-Esto es una mala idea.

La voz seria de Ling Wen solo señalo lo que era evidente desde hace rato.

Ella y dos dioses marciales estaban de pie frente a las entradas de Mansión Paraíso con un semblante oscuro.

El esplendor salvaje y la arquitectura demoniaca del hogar de Hua Cheng logro erizarles la piel hasta el punto en que Mu Qing parecía un gato persa y Feng Xin un caniche negro.

La diosa de la literatura después de resoplar varias veces, dio el primer paso hacia adentro, adelantando a los esponjosos generales.

Entraron de esta forma, sin permiso, dentro de la morada maldita de Lluvia Carmesí que Busca una Flor. Todos coincidieron silenciosamente en que hay formas más fáciles y menos dolorosas de buscar la muerte.

-No está en su santuario-, susurro Mu Qing tragando duro-, así que debe estar acá pasando el rato con su...

Su expresión se hizo complicada y la lengua se acalambro al pronunciar la siguiente palabra-con su amante.

Feng Xin arrugo la nariz.

Ling Wen tosió un poco-, en todo caso, esto es demasiado inapropiado, no solamente hemos venido sin invitación, tampoco deberíamos ingresar tan fácil al hogar donde conviven dos...-, su expresión también se hizo complicada y la lengua también se le acalambro-amantes.

Entonces el rostro de Feng Xin se convirtió en una pasa.

- ¡Pueden dejar de referirse a Su Alteza Real de esa manera! - Dijo arrastrando las palabras.

Luego aun con los hombros tensos añadió:

-Estamos hablando del acosador, asesino serial, demente, degenerado y perverso de Lluvia Carmesí; no de un encantador jovencito enamorado.

Aparte de los bramidos de Feng Xin, Mansión Paraíso estaba inusualmente silenciosa, no había doncellas alrededor atendiendo a sus huéspedes ni bailarinas para entretener en horas ocio. Solamente estaba su elegancia eterna, extravagante y costosa, vacía y haciendo eco a los pasos de las pesadas botas de los dioses marciales.

Ling Wen ignorando a los dos hombres, estaba maravillada miraba todo a su alrededor anonada de la belleza espectral. Encima de su cabeza un candelabro de diamantes y remaches de oro blanco con doscientas velas eternas que nunca se apagaban y no goteaban cera.

Acaricio sin poder evitarlo uno de los picaportes de alguna puerta al azar, asombrada en descubrir que eran de oro macizo y reluciente.

Las patas de las mesas, los portavasos y las exquisitas telas de las cortinas.

Incluso la alfombra que pisaba estaba repasada de hilos de oro y plata.

Por algún motivo tuvo que poner sus manos en los bolsillos porque de repente los sintió ridículamente vacíos.

Feng Xin carraspeo la garganta luego de haber sumado un par de adjetivos a Hua Cheng y con voz alta llamo- ¡Su Alteza! ¡Lluvia Carmesí!... ¿Están en casa?

No hubo respuestas.

El otro dios imito- ¡Su Alteza! ¡Se le necesita con urgencia! ¡Deje de estar escondiéndose con su aman...¡amigo! ... ¡amigo, dije amigo! ¡deja de verme así!

Silencio largo y estruendoso.

Los tres se miraron de forma oscura y volvieron a llamar el doble de alto desde la sala, negándose a avanzar aún paso más. Era conocido que esta residencia estaba llena de armas mortales, pasadizos secretos, trampas y demonios crueles puestos a la orden de Hua Cheng.

La Bendición Oficial del Destino ❥ HuaLian ❥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora