Los nervios de Hua Cheng solo lograban conmover a Xie Lian.
Dentro de la carroza, el pobre fantasma no sabía que hacer consigo mismo. Sin dejar de moverse, Hua Cheng cambiaba de posición cada cinco minutos. Las piernas se cruzaban y se descruzaban, las estiraba y las recogía. Mirando fijamente por la ventana, con el brazo reposando sobre ella, el dedo índice golpeaba nerviosamente la madera. Pronto se cansaba de ver por la ventana y suspiraba, cerraba el ojo, gruñía y se revolvía.
Las suelas de las pesadas botas negras, repiqueteaban contra el suelo haciendo un sonido, que luego de repetirse durante tres horas seguidas, ya comenzaba a estresar a Xie Lian.
–Esposo, está bien, cálmate.
–Estoy completamente calmado. –Dijo el muy intranquilo fantasma.
El Emperador pasó suavemente las manos por el brazo que tenía cerca, desde el codo hasta el hombro y le sonrió conciliadoramente. –Estaré contigo en todo momento, para bien o para mal.
Hua Cheng apretó las cejas. Un atisbo de molestia en su mirada. Xie Lian estaba usando un tono muy suave, el mismo que solía usar con Guzi y Lang Ying.
–No estarás solo, debes saberlo.
–Alteza, agradezco, pero no se debe tomar de tantas molestias.
– ¿Molestia? No es molestia alguna.
Está hablando contra el muro. Esa molesta barrera que levanta Hua Cheng cuando se siente vulnerable. Generalmente Xie Lian ha aprendido a vivir con ella y a evadirla, pero luego de pasar cuatro horas de viaje, confinados en un espacio tan reducido, ya está comenzando a sacarlo de quicio. –En serio, necesitas calmarte.
Xie Lian sonríe, pone la mano en la rodilla de Hua Cheng y detiene el insoportable tack, tack, tack, tack, que genera la bota nerviosa. – ¿podrías, aunque sea respirar un poco?
–...Estoy muerto, no hace falta.
La virtud de la paciencia cuesta ganársela.
Frota la espalda de su esposo en círculos, siempre funciona esto para relajarlo. –Es normal estar así, después de todo hace mucho que no has visto a tu madre. Yo no sabría como reaccionar si tuviera a mis padres de nuevo en frente de mí... Ha de ser complicado.
Las cejas de Hua Cheng que estaban ligeramente fruncidas, se apretaron más y se agitó de nuevo en su asiento. A estas alturas sospechaba que su esposo se tiraría por la ventana apenas viera la silueta de la casa de la Diosa de la Lluvia.
–No es complicado porque ese fantasma no es mi madre.
Está en absoluta negación.
Suspira fuertemente y se tumba en el otro extremo del asiento. El viaje es largo, pudieron tirar los dados, incluso hacer una matriz de comunicación, pero Hua Cheng simplemente fue incapaz de procesar la idea de llegar en menos de cinco segundos a enfrentar a quién se supone, que era su madre fantasma.
Xie Lian lo miró preocupado –San Lang... ¿y qué pasa si es realmente tu madre?
–No hay que pensar en eso, porque como ya le dije, Alteza, ese fantasma no es mi madre.
–Estás repitiendo lo mismo.
–Es la única respuesta que tengo.
–San Lang. Literalmente lo has repetido casi treinta veces, para lucir tan seguro, pareces estar tratando de convencerte a ti mismo de eso.
Hua Cheng, en su pequeña crisis nerviosa, no apelaba a la psicología, –Lo repito porque es lo que es. Ese fantasma no es mi madre, y... ¡maldición! ¡Que carroza tan angosta es ésta!
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La Bendición Oficial del Destino ❥ HuaLian ❥
Любовные романыHua Cheng ha vuelto a los brazos de Xie Lian dispuesto a pasar la eternidad junto a él. Sin embargo, aun hay grandes peligros que afectan al mundo mortal y los obliga a combatirlos mientras viven su idilio romántico. Una nueva calamidad parece haber...