El agua era de un color negro tempestuoso.
Una delicada lluvia con sabor a sal caía sobre ellos. Xie Lian limpio su rostro con la túnica húmeda y sintió el gusto del salitre infestar su garganta con un insoportable amargor. Se sintió en ese momento, sentado en el pequeño e incomodo bote, cansado y al mismo tiempo, decidido a poner un punto final a todo esto.
Llegar al Volcán del Señor del Fuego era una tarea casi imposible, el poderoso poder espiritual de sus tierras, evitaba que cualquier Matriz de Acortamiento de Distancia funcionará. Además, le intensa energía debilitaba en demasía el poder de cualquier demonio, de forma que Hua Cheng no podía usar los dados.
En medio del mundo, en medio del oceano, en medio de una isla deshabitada, nunca marcada en un mapa, allí estaba el volcán Fenghuang.
Atravesar un océano entero en cuestión de horas era una tarea imposible, se necesitaría que el mar y el viento se pusieran enteramente a su disposición y afortunadamente para ellos, esto fue así.
He Xuan busco para ellos, un bote insumergible. Pequeño y escueto, negro como la noche. Repleto de un hechizo mágico que les aseguraría que ninguna ola quebraría los maderos. Shi Wu Du y Shi Qing Xuan fueron el motor de su viaje.
Uno, empujando las mareas, lento, pero continuamente y el otro abanicando lejos las tormentas y los vientos salvajes del norte.
Horas después, Xie Lian, He Xuan, Hua Cheng, Mu Qing y Feng Xin se encontraban cientos de kilómetros, surcando las mareas más profundas y salvajes.
En la costa, se queda su entrañable amigo.
En la costa hay diez mil. La legión de oficiales que siguen la bandera de Feng Xin y Mu Qing.
Ellos son su plan de contingencia en caso que todo salga mal.
Solo una idea simple, une a todos los dioses en ese momento: defender al Emperador de los Cielos.
El mar levanto una ola salvaje que los empujo cientos de metros. Los maderos del bote chirriaron y los hombres que estaban sobre el barco se zarandearon a los lados. Ruoye, siempre buena, los mantenía atados por la cadera a su asiento, evitando que se hundieran en la tempestuosa agua.
-Allí esta
El dedo de Xie Lian apunto al horizonte. La figura bromosa de montañas de piedra, se cernían sobre ellos. La promesa de la tierra firme siempre trae alivio a los corazones, pero los dioses en ese momento, solo sintieron un vacío terror golpearles.
Mientras mas se acercaban, la neblina gris se esfumaba al igual como el vapor de agua se pierde en el aire y revelaba ante ellos, como una muerte anunciada, el volcán Fenghuang. Un sordo temblor embargo el cuerpo de todos aquellos, inclusive, el impasible Lluvia Carmesí, sintió la caricia de esta emoción tan humana.
Como si la Tierra hubiese erupcionado y tratado de tocar la luna, así de gigantesco era el volcán de la alguna vez, Dios del Fuego.
Xie Lian vio delante de él, un panorama negro y gris, como extraído de un cuento de infierno. Un volcán inactivo que, aun así, como una garganta de averno, expulsaba cenizas desde el primer día que el sol arropo a la humanidad. Las cenizas pintaban todo a su alrededor con su color mortal, los arboles sin hojas, la arena, las piedras destruidas por el mar y las montañas.
Un profundo aroma a azufre y tierra embargo su cuerpo cuando levanto la vista. Levantándose por encima de las nubes, casi aruñando el cielo. Se necesitaría siete vidas para poder alcanzar el final de aquella monstruosidad.
La suave llovizna nunca se había detenido, pero ahora, tan cerca del volcán, esta lluvia era negra, como gotas de plomo.
Xie Lian había escuchado sobre el volcán Fenghuang, una y otra vez. Su mente había creado cientos de formas, lo había dibujado en colores vivos y pasteles. Nunca espero que fuera tan abismalmente aterrador. Pero pronto, ese silencioso miedo que lo acaricio como el roce de un sable, lo abandono por completo.
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La Bendición Oficial del Destino ❥ HuaLian ❥
RomanceHua Cheng ha vuelto a los brazos de Xie Lian dispuesto a pasar la eternidad junto a él. Sin embargo, aun hay grandes peligros que afectan al mundo mortal y los obliga a combatirlos mientras viven su idilio romántico. Una nueva calamidad parece haber...