Advertencias: esto es puro ppp, desde el punto de vista del HuaHua, se pone calenton al principio y luego soft.
囧 --- 囧 --- 囧 --- 囧 --- 囧 --- 囧
Cuando Hua Cheng acostó a Xie Lian en la cama, su mente voló, lejana y endeble. Recordó, con la mirada húmeda, que de niño siempre se preguntó que se sentiría sentirse protegido.
Nunca espero recibir amor. No se puede desear algo que no se conoce. Sin embargo, dentro de él siempre hubo una imperiosa necesidad de ser protegido, de esconderse bajo el regazo de alguien más fuerte. Ocultar su cara, su cuerpo, su ser y que esa persona se lo llevara lejos de las calles sucias que caminaba descalzo, con los pies ardiendo en llagas sangrantes.
Soñó, de la misma forma en como sueñan los niños, tonto y a color vivo, con que algún día, podría ser cargado, elevando en brazos hasta el cielo mismo. Solo necesitaba alguien que lo defendiera en las calles, de su padre, de sus hermanos, de los otros.
Que le preparara de comer, no importaba qué, siempre tan hambriento, Hong—Er podría ser alimentado con un caldo a base de pasto y tierra y lo comería con emoción, solo por haber sido invitado a una mesa a cenar.
De niño soñó con eso, cuando se ocultaba, hecho un ovillo bajo las ruinas de los techos, entre las paredes gastadas, rodeando de humedad, ratas y barro.
Él se sentó, días y días, en las esquinas, debajo de los puestos de los comerciantes, en la tierra, bajo invierno o verano y miraba a las personas, esperando por piedad. Esperando que alguien volteara a verle con compasión y lo cargara en sus brazos.
Y cuando pensó que la esperanza había muerto, lo conoció.
Un príncipe lo tomó y le sonrió. Hong—Er no recordaba realmente cuando fue la última vez que alguien le había sonreído de esa forma. Xie Lian llego a él de la misma forma en como golpea el viento, repentino y por todos lados.
Quedo encantado. Ilusionado y absorto bajo una mirada de color de estrella, de miel y de ternura. Anonadado, su corazón se volvió loco en su pecho.
Cuando Xie Lian lo alzo en sus poderosos brazos, él era apenas un niño que solo conocía la maldad del mundo, lo ruin, lo sucio y lo despreciable. Lo vomitivo. El hedor de la injusticia y la indiferencia. Había perdido la fé, había dejado de creer en los dioses. Acabar su vida fue una idea agradable y luego de pensarlo un poco, le pareció muy divertido hacerlo destrozando el festival que tanto emocionaba a los hombres que lo humillaron.
Pero cuando su cuerpo se precipito al suelo no cayó sobre el pavimiento sino sobre el regazo del afamado Complacedor de Dioses, El Príncipe Heredero de XianLe.
Él, flaco y desnutrido, harapiento, sucio y herido, falto de todo, lleno de frio. Él, el más impuro y detestable, él más vil y despreciado, se vio acogido bajo las alas de un ángel, bajo la egida de un dios.
Fue la primera vez que sintió el hervor de una experiencia religiosa arder en sus venas y su sangre se llenó de una sensación jamás conocida.
Magia.
Sintió magia.
Ahora, luego de tantos años, de tantas lunas, desiertos y aguas recorridas, siendo un anciano que ha visto todo y que ha hablado todas las lenguas. Ahora, luego de todo, de haber vivido cientos de vidas, parece que todos esos caminos siempre tuvieron un sendero en común.
Todo siempre lo llevo a Xie Lian y Xie Lian siempre vino a él.
Hua Cheng beso los labios.
Siempre húmedos, tersos y suaves. Perfumados como una rosa. Puso sus dos manos sobre sus mejillas y las acaricio mientras le daba el más lento de todos los besos. ¿Cómo se puede besar a un dios? Siempre se preguntó en sus momentos de ociosidad. Hua Cheng le ha besado de todas las formas, experimentando cada una de ellas, lentas, suaves y salvajes, con colmillos y con lengua, de forma torpe, con dientes, ahogados en risas, en gemidos y en jadeos.
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La Bendición Oficial del Destino ❥ HuaLian ❥
RomanceHua Cheng ha vuelto a los brazos de Xie Lian dispuesto a pasar la eternidad junto a él. Sin embargo, aun hay grandes peligros que afectan al mundo mortal y los obliga a combatirlos mientras viven su idilio romántico. Una nueva calamidad parece haber...