Xie Lian pensó que, en teoría, este trabajo no debía de ser tan complicado. Había sido educado desde muy joven acerca de las ciencias de gobierno y la política, y a pesar que nunca ejercicio el trono el cual iba a heredar, no había olvidado nada acerca de protocolo, formas de negociar, estrategia militar, economía y principios de derecho, ética y filosofía.
Inclusive, a pesar de que siempre actuó con humildad a la hora de solicitar el cargo, no pudo evitar confesarle a su prometido una tarde durante el almuerzo que internamente siempre hubo un deseo insatisfecho, y que, con sinceridad, la idea de gobernar los cielos, parecía satisfacerlo.
Hua Cheng le sonrió y le dijo que no había nada de malo con querer tener más, y que a veces ser humilde siempre, puede ser una pesada carga. Le recordó que él nunca fue realmente un dios de la chatarra, sino un dios marcial que ascendió con la flor y la espada. Que no se dejara engañar por las estupideces que dicen los demás.
Xie Lian se sintió motivado por sus palabras sinceras y se obligo a repetirse muchas veces lo mismo. No tiene que avergonzarse por ser, en efecto, un príncipe, un rey, un emperador.
En conclusión, cuando Xie Lian volvió a los cielos dispuesto a comenzar a ejercer su trabajo, llego con ánimos y con los ojos lleno de entusiasmo. A pesar de todas las circunstancias, de todos estos años de vergüenza, finalmente iba a ser rey. ¡Y no de cualquier reino sino de los cielos mismos! Su niño interno, el malcriado Príncipe Heredero de XianLe, ¡estaba gritando de la emoción!
Es un sentimiento demasiado infantil.
Esa misma mañana fue a la tumba de sus padres, le pidió a Hua Cheng que lo acompañara, y este lo hizo guardando respeto y silencio. Ambos se arrodillaron ante los ataúdes de cristal y rindieron una plegaria silenciosa y colocaron ofrendas de velas, incienso y flores. Xie Lian les presento a su prometido, y conto brevemente todas las cosas que habían pasado en su vida a los silenciosos rostros de sus padres muertos.
Hua Cheng estuvo silencioso, con la cabeza baja, y sabia que, si los fantasmas pudiesen sonrojarse, su prometido estaría tan rojo como sus prendas, cuando Xie Lian dijo "vamos a casarnos y quizás tengamos hijos en unos años, San Lang quiere una niña, pero yo quiero un niño. Quizás tengamos los dos, ¡veremos cómo nos va con el primero jajaja! ¡Me gustaría que estuvieran acá, sé que serían los abuelos más orgullosos!".
Les conto las buenas noticias. Sabía que, si ellos estuviesen con vida, estarían finalmente llenos de felicidad, ya que el nombre de su familia había sido terriblemente manchado, en principio por él, al ser un dios de la chatarra, y en segundo por su primo, Qi Rong, un caníbal con problemas de conducta.
Ese fue un día tranquilo. Xie Lian le conto muchas cosas de su vida pasada a Hua Cheng. Pequeños secretos: lo quisquilloso que era con la comida, lo mucho que le gustaba pasar las tardes con el Maestro Principal, como Mu Qing y Feng Xin lo sacaban de apuros.
Le conto que desde que perdió todo, siempre quedo un miedo terrible en su pecho. Le dijo que sabia que a veces era demasiado dependiente y que vivía con el horror de que algún día se volviese a ver solo.
Le dijo, ya entrada la noche, casi como confesándose, que le tenía miedo a la soledad y el olvido, y que no quería volver a sentirla, que no podría, no otra vez.
Hua Cheng le juro que nunca lo dejaría, le dijo que era él hombre más fuerte e integro que jamás conoció, y que, si en un principio lo adoro como un dios, esas cualidades: su fortaleza, temple y sentido de la justicia, conjuntamente con todos sus defectos, hicieron que se enamorara de él como hombre.
También le dijo, que estaba bien tener miedo y que no debe sentirse mal por ello, así como no debe avergonzarse de querer ser visto con respeto. Hua Cheng lo beso, tomo su rostro y lo acuno en sus manos. Le dijo que merecía hacer de su vida lo que él quisiera, que era libre de todas esas olvidadas ataduras. Gege, mereces ser feliz.
ESTÁS LEYENDO
La Bendición Oficial del Destino ❥ HuaLian ❥
RomanceHua Cheng ha vuelto a los brazos de Xie Lian dispuesto a pasar la eternidad junto a él. Sin embargo, aun hay grandes peligros que afectan al mundo mortal y los obliga a combatirlos mientras viven su idilio romántico. Una nueva calamidad parece haber...