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Llevaba un par de días en el instituto y la verdad es que no había hecho muchas amigas. La mayoría de planes eran salir de botellón en medio de los parques abandonados o ir a pubs abarrotados a media hora en coche. No digo que fueran malos planes, solo que quizá yo era demasiado cobarde como para llevarlos a cabo.

Mi padre me propuso apuntarme a algún club.

—Tú has salido a mí. Eres bastante deportista.

Con bastante deportista se refería que salía a correr los sábados. Él sí era deportista de verdad. Había fotos suyas jugando al voley por toda la casa. Mi madre no es que fuera muy entusiasta de algo que no fuera teclear en su ordenador con el ceño fruncido, así que decidí no intentar preguntarle a ella.

Un día, que paseaba aburrida por los pasillos en la hora del descanso para comer, me encontré a una chica repartiendo solicitudes algo desesperada.

—¡Oye!

Me di la vuelta, confundida.

—¿Si?

—Soy del club de voleibol y la verdad es que todavía nos faltan algunas jugadoras para completar el equipo. ¿Te gustaría...?

Antes de que terminara la frase negué con la cabeza.

—No me interesa.

—¡Pero...!

¿Ya os he dicho que mi padre siempre había sido un obseso del voleibol? Vale, pues yo no.

¿Ponerme debajo de una pelota para que me caiga en la cabeza? No, gracias.

—Lo siento. Ahora mismo no me veo.

—¡Por favor! Solo necesitamos a unas cuantas personas más. ¡Si no se apuntan más chicas, quitarán el equipo femenino de voley!

Joder, ¡eso no era justo! Es verdad que no me interesaba el voley pero dejar a esa chica entristecida, sabiendo que le quitarían algo que le gustaba mucho. No me lo había dicho, pero lo vi en sus ojos.

Me voy a arrepentir de esto, pero...

—Venga. ¿Por qué no?

Se le iluminaron los ojos, pude verlo a la perfección.

—¡Genial! Toma, aquí tienes la solicitud.

Me la dio con tanto entusiasmo que casi temí porque me la estampase en el pecho.

—Te espero esta tarde en el gimnasio. La entrenadora Yuni ya te contará lo que necesites saber sobre horarios, partidos y esas cosas. Si no, siempre puedes preguntarle al idiota de Ethan...

Me suena ese nombre de algo...

—¿Quién?

—Oh, nada. Es el capitán del equipo masculino. No es mal chico, pero es algo incordio a veces.

—Um, ya veo.

Falsa alarma, solo era mi imaginación. No lo conocemos.

—Bueno, yo soy Kat; la capitana del equipo. Creo que ahora que somos compañeras de equipo debes saber mi nombre, ¿no?

—Encantada, Kat. Yo soy Mía, un gusto.

Kat soltó una risita.

—No seas tan formal, por favor. Trátame como tratarías al resto, en serio.

Sonreí con dulzura.

—Está bien, ¿nos vemos esta tarde?

Asentí, contagiada de su entusiasmo.

Fuera de juego, capitán (Capitanes #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora