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Mia

La semana que quedaba para el encuentro entre equipos pasó como un relámpago. Todos estábamos bastante nerviosos. Era nuestro primer partido contra un instituto tan fuerte como el William George Morgan.

Practiqué como nunca lo había hecho.

Ethan y yo no hablamos en toda la semana. Todavía no habíamos arreglado las cosas.

En el caso de Nao y Naomi, ellas arreglaron las cosas como era obvio. No podían estar la una sin la otra, así que olvidaron sus conflictos sin importancia y practicaron sin darse descanso. Incluso yo a veces me unía a sus entrenamientos extras.

Las conversaciones de mi padre y Yuni no pasaron desapercibidas para mí.

—Parece que ya está todo listo para que lleguen—sentenció mi padre.

—Lo que aún no entiendo es... ¿para qué vienen ellos en vez de ir nosotros? Sabemos de sobra que las instalaciones de allí son bastante mejores que las nuestras.

La entrenadora tiene un punto.

—Al pabellón del instituto le están haciendo reparaciones. Así que la entrenadora nos pidió que los dejásemos venir aquí.

—Entiendo. ¿Sobre qué hora te han dicho que llegarán?

—Se supone que dentro de media hora. Pero a saber.

Suspiré.

—No estoy lista para verlo, chicas.

Nao rió.

—Sé un par de trucos para espantar a los indeseables. ¿Los usamos?

—No, Nao. Por más que quiera no podemos hacer nada contra él.

—Je. Supongo que habrá que demostrarle lo increíble que eres ahora.

—No lo conocéis. Es... ¡mierda! No puedo hacerlo. ¿Aún es tarde para salir corriendo de aquí?

Nao y Naomi se miraron. Después me echaron un vistazo y murmuraron un simple:

—No.

—¡Pero...!

—¡Mia!—las dos protestaron al unísono.

—Ya lo sé, ya lo sé. El equipo me necesita. Aún así...

—... tienes miedo. Te entiendo. Estás asustada de encontrarte de frente con la persona que te hace sentir inferior. Es comprensible.

Nao sonrió, intentando tranquilizarme.

—Jo, Nao. ¿Cómo sabes exactamente lo que pienso?

—Porque he pasado por lo mismo.

—Oh...

—Pero no importa eso ahora. Lo que importa es que nadie es ni será mejor que tú. Y menos ese chico.

—Aunque lo intente evitar siempre me dolerá ver como a él lo tienen en cuenta y a mí no.

—Nosotras confiamos en ti. ¿Necesitas algo más?—Naomi me acarició la espalda.

Aquel gesto me resultó reconfortante.

—En realidad... no.

—Pues ahí lo tienes. Nao y yo seremos tu apoyo. Seremos tu barrera en el campo. Te lo aseguramos.

—¡Ey! Se supone que debe ser al revés. Soy libero, tengo que ser la que os cubra.

—Ya lo haces. Solo que ahora es mutuo. Tú nos cubres las espaldas y nosotras a ti la delantera.

Fuera de juego, capitán (Capitanes #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora