7

72 10 0
                                    

El gran día finalmente había llegado. Ninguno de los integrantes de ambos equipos pudo mantener la calma. Y menos yo. Apenas dormí, pero estaba tan nerviosa que aún así me sentía con toda la energía del mundo.

Es mi primer partido. He practicado y dado lo mejor de mí este último mes. Solo espero que sirva.

Ethan estaba eufórico. Sería su primer partido como capitán y quería dar un gran ejemplo.

Naomi, en cambio, estaba calmada. Demasiado, en mi opinión.

Ella me dijo:

—Solo es un partido de práctica...

El gran día llegó y por la tarde ya nos encontrábamos en el instituto rival.

—Odio este sitio... ¿Por qué todos en este lugar parecen unos pandilleros?—preguntó Nao.

Reprimió una mueca de asco y miró hacia los lados.

—Lo cierto es que el instituto es bastante... pintoresco— suspiró mientras hablaba la entrenadora Yuni, quién se encontraba al lado de mi padre.

Ethan me dijo que aquel instituto fue construido después que el nuestro pero aún así parecía que se caería a pedazos en cualquier momento.

La entrada estaba sucia y llena de las pandillas que formaban parte del alumnado. Las paredes estaban agrietadas, desconchadas y repletas de grafitis de colores negros, los cuáles eran ilegibles.

—¿De verdad el equipo de voleibol de este instituto es tan bueno?—le pregunté a Ashe.

—No es que sean tan buenos pero son unos tramposos. O al menos eso dicen.

—También dicen que son capaces de encontrar fácilmente los puntos débiles de la técnica del equipo contrario—intervino Ethan.

—¿Y si son tan inteligentes porque no destacan entre el resto?

—Aparte de porque como puedes ver en este lugar no parece haber nadie que merezca la pena, también está el motivo de que ninguno de los jugadores es especialmente bueno en algo.

—Es decir, ¿son muy inteligentes pero simplones?

Ashe asintió, dubitativo.

—Sí, es una forma de verlo. Yo los veo más bien como una panda de idiotas a los que hay que aplastar—contestó Ashe.

Que agresivo, chico.

—Cálmate. Por mucho que te caigan mal hay que tenerles un respeto, ¿de acuerdo?—le pidió Ethan.

—Como digas...—susurró, molesto.

Todos entramos al pabellón. Era más o menos del mismo tamaño que el de nuestro instituto pero tenía un aire tétrico. Estaba dividido en dos partes, y en ambas pasó lo mismo: los entrenadores recibieron de forma educada al equipo y todo fue normal.

El problema empezó cuando las capitanas se dieron el apretón de manos "amistoso".

—Tengamos un buen partido—deseó Kat a la capitana del otro equipo.

—Lo que digáis, pijitas. Igualmente ganaremos nosotras—contestó ella.

¿De qué va esta?

Kat pareció tomarlo bien.

—Ja, ja, que graciosa.

—Que mona... ¿Crees que bromeo?

Sus compañeras se rieron. Parecían un grupo de hienas hambrientas burlándose de sus indefensas presas.

Aún con todo esto el partido no empezó mal, la defensa apenas flaqueaba y las rematadoras cumplían de buena manera su función.

Fuera de juego, capitán (Capitanes #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora