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Dylan

El primer partido del equipo era aquel día. Jugaríamos en una puesta algo demacrada y mal montada pero no nos importaba. No después de lo mucho que nos había costado.

Llevaba una camiseta blanca al igual que los del resto del equipo, excepto Sam, que llevaría una negra para distinguirse como libero.

Me habría gustado llevar una equipación pero sé de sobra que no contamos con los medios para tener una.

Mis pasos eran continuos y acelerados. Con la mirada perdida, mis pensamientos se hicieron un lío.

Visualicé una melena oscura ondeando al son del viento y sonreí.

—¡Maya!

Ella se dio la vuelta y dejó que una risa encantadora saliera de sus labios.

—¡Dylan! ¿Cómo estás? ¿Listo para el partido?

Hice una mueca y ella ladeó la cabeza, divertida por mi gesto.

—Ya veo que no mucho, ¿no?

—¡Estoy bien! Bueno, ¡lo intento al menos!

—No te preocupes. Es nuestro primer partido de práctica, no debe ser perfecto.

—Lo sé pero... no quiero fastidiarla. Los chicos creen en mí.

—Y tú crees en ellos, ¿no? Entonces no te quejes. Sé que estás nervioso pero intenta calmarte. ¿No es el voley lo que más te divierte?

—A ver, sí. Pero me pone de los nervios pensar que puedo llegar a fastidiarla.

—No lo harás. Te lo prometo.

Asentí al verla hablando tan segura de lo que decía.

—¿Y tú qué? ¿Vas a animarme?

—Voy a animarte después de cada punto.

—¿Lo dices en serio? ¡Maya!

—¿Si?

—Te quiero.

Ella abrió los ojos, sorprendida.

—¿Maya? ¿Estás bien?

—E-Eh, sí. C-Claro.

—¿Seguro? Estás muy roja...

—¡T-Te he dicho que si, joder!

—¡Vale, vale!

No entiendo nada.

Caminamos el resto del camino en silencio, disfrutando simplemente de la compañía que nos brindabamos.

Una vez en el campo pudimos ver que el equipo contrario había llegado.

—¡Maya!

—¡Alba!

Observé desde la lejanía el encuentro entre primas.

Había oído hablar de Alba en innumerables ocasiones y sabía que era una gran jugadora, además de una chica muy amable.

Aún así nunca la había visto en persona y me resultó curiosa su apariencia. Tenía los ojos azules como Maya, era más o menos igual de alta que ella; incluso más y tenía el pelo corto y de un tono rojizo.

—¡Hey! ¿Este es el chico del que me hablaste por teléfono?

—E-Eh sí, es él.

Alcé una ceja.

—¿Le has hablado de mí?

—¡Por supuesto que me ha hablado de ti! ¿Tú eres el capitán del equipo?

Fuera de juego, capitán (Capitanes #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora