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ASHLEY

-Es verdad que lo estamos haciendo en el último minuto, y estamos haciendo la vista gorda, pero nos encantaría tenerla estudiando aquí, señorita Cooper.- me informó el señor Hazelberg, un señor de mediana edad con el pelo algo canoso que era nada más y nada menos que el rector de la universidad de Berkeley, en California. 

Me encontraba en un gran despacho con banderas azules y amarillas, fotos enmarcadas de alumnos con pinta de muy inteligentes, y una mesa perfectamente ordenada. Estaba sentada al lado de mi madre en unas sillas de cuero que hacían que me sudaran las piernas. Aunque también lo asociaba a los nervios, claro. Mis cortas uñas debido a mi horrible manía desde pequeña de mordérmelas hasta la saciedad, demostraban lo nerviosa que estaba. 

Y es que, estaba a dos meses de empezar la universidad y esa nueva etapa de mi vida, y yo aún no había escogido entre Berkeley y la universidad de Nueva York. En Berkeley estaría muy cerca de mi madre y bueno, de los nuevos amigos que había hecho este verano.

Y de Austin, que estudia allí. 

Dale con Austin. 

Pero la NYU... soñaba con ella desde que era una niña. Y era donde mi padre estudió, y donde él quería que fuera. Me sentía como si le traicionara si no estudiaba allí.

El caso es que debería haberlo elegido meses antes, pero después de lo de mi padre todo se vino abajo, y la universidad bajó mucho de puesto en mi lista de prioridades. No sé ni cómo me aceptaron en dos. Supongo que el tener un perfecto expediente durante toda mi vida ayudó en algo. Tenía un mes para decidirme finalmente, y mi madre me había llevado al campus para que no descartara ninguna opción. 

-Sabemos que la reciente muerte de su padre ha hecho que sus resultados académicos bajaran, y por ende, todo este lío de última hora para elegir universidad. Sin embargo, es usted una gran estudiante con muchísimos puntos a favor en su brillante expediente. Estaríamos entusiasmados de saber cuanto antes si cursará aquí sus años de psicología.- añadió sonriente.

Como si todo este discursito aclarara mis ideas. 

-Ashley lo ha pasado, las dos lo hemos pasado, realmente mal, pero le puedo asegurar que es una alumna y persona magnífica.- comentó mi madre. 

-No lo dudo. Bueno, Ashley, cuéntame sobre tus planes de futuro.- demandó el señor Hazelberg. 

-Esto...la verdad...no le voy a mentir, no tengo muchos a día de hoy. Toda mi vida tuve claro estudiar psicología y ahora me pregunto si era lo correcto. Me limito a vivir, señor Hazelberg. Supongo que lo que venga después de la universidad está borroso. - me sinceré. Era la verdad. Me daba igual si ese señor se pensaba que era una desubicada que no sabe qué va a hacer con su vida.

Es que lo eres. 

Mi madre me miró y una tierna sonrisa se formó en su rostro. El rector también clavó su mirada en mí, mientras yo jugaba con una goma del pelo por los nervios. Él asintió. 

-Entiendo. Doy por acabada la reunión de hoy. Tenéis mi teléfono, que lo cogerá Margaret, la secretaria. Llama cuando tengas las ideas claras, aquí te esperamos con los brazos abiertos. Tienes máximo tres semanas, para que te podamos registrar.- se despidió, y nos acompañó a la puerta. 

Mi madre y yo salimos en silencio. El verde césped del campus estaba vacío al ser julio, y una rara sensación se me puso en la boca del estómago al pensar que yo podría estar allí en poco tiempo. 

Me sentía rara, todo era raro. Antes de la muerte de mi padre, lo tenía todo tan claro...Mi vida estaba planificada al detalle. Iba a acabar el instituto con perfectas notas, como siempre, porque aunque mis padres nunca me exigieron demasiado, era yo la que me exigía sobrepasar mis límites. 

INEFABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora