Dónde una vez el amor florecía, ahora se acabó poco a poco... Sin saber que un nuevo brote comenzaría a crecer después de ello aún sin esperar que las viejas ramas siguieran presentes hasta que lo permitieran.
–Kawaki-kun... No creería que le hicieras caso a Sasuke–kun...
Murmuró Hinata, arreglando las flores que tenía frente a ella. Kawaki permanecía a su lado, haciendo lo mismo que la Hyūga pero en silencio.
Apenas se había acostumbrado a la felicidad, comodidad que tenía la familia Hyūga y Uchiha, su manera de convivir era tan acogedora que no le fue difícil tratar de comportarse como se debe.
Aparte de que, de alguna manera, extrañamente el Uchiha mayor y Kawaki se comprendieron en unos minutos de charla.
Bueno, no era para extrañarse.
–Yo... Lamento lo de antes.
Susurró Kawaki, deteniendo su quehacer en ese instante. Hinata hizo lo mismo colocando su atención en él.
–No te preocupes, lo entiendo, es normal actuar así después de aparecer de la nada en un hogar de personas que no conoces pero mira... Sasuke-kun ha llegado y ha ayudado en ello, ¿No?
Kawaki la miró por unos segundos en silencio, para después regresar su mirada a las flores y quedarse estático aún, pensando. Hinata solo seguía en lo suyo con una sonrisa.
Ambos se hundieron en recuerdos, banalidades, algo importante, lo recién sucedido, demás pasaban los pensamientos por doquier.
—¿Kawaki?
Dijo Sasuke, sentando en una silla del comedor. Apenas llegaba de su misión.
—El Hokage ha pedido el favor, papá. Extraño para no tenerlo él en su custodia per-
—Comprendo. Ya he hablado con él y Hinata, están de acuerdo en dejarme a mí al cargo.
Dijo, cortando a su hija que estaba de pie en el umbral de la puerta.
—¿¡Qué!? Papá has accedido... Dudaba mucho eso.
Sasuke la miró. Sarada también hacía lo mismo con su padre.
—Sé cómo es Hinata. Simplemente la apoyé como pude. También, deberías darte cuenta tú también.
Dijo bajando su tono de voz, ahora apartando su mirada para centrarla en la mesa, como si fuera lo más importante.
—Naruto nunca sabe cuando rendirse. Y eso es evidente. Así qué...
Sarada lo miró con sorpresa, escuchando atentamente, pero en ese instante la voz de Hinata resonando junto a la de sus dos hijos por la casa, anunciando su llegada, hicieron que ambos Uchiha fueran a recibirlos.
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