Capítulo 3

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¿Cómo podía ser posible que yo llegara a pensar que podía hacerme daño una mujer de aspecto tierno y delicado? Cuando sacó la venda de mis ojos la luz me pegó como un rayo de sol directo por el tiempo que había pasado en la oscuridad, pero al lentamente ir recuperando mi visión, mis ojos se encontraron con una mirada azul fija en mí, un rostro pálido con labios rosados y medianamente finos, una nariz ligeramente respingada y unas mejillas con un poco de rubor.
Su cabello negro, largo y ligeramente ondulado caía sobre sus hombros y espalda, que no podía ver bien, ese vestido largo y blanco la hacía lucir diferente y con un toque de paz que extrañamente no me hacía sentir miedo.
Cuando ella salió de la habitación dejándome solo, con estas cuerdas atando mis manos y pies, luché por deshacerme de ellas pero era imposible, solo me estaba lastimando, pero ni siquiera aquello me hacía sentir tanto dolor como el hecho de estar en este lugar lejos de mi familia, de todas esas personas que me hacían, hasta antes de llegar aquí, la persona más feliz.
Suspiré y dejé ir la cabeza hacia atrás, ¿Ahora qué? Esa mujer parecía calcularlo todo, parecía observarlo todo y tener siempre un plan bajo la manga, me había advertido ya a lo que iba a enfrentarme y las nulas posibilidades que tengo de salir de aquí.
¿Mi vida acaso estaba en sus manos? ¿Tenía que creerle cuando dijo que pretende dejarme ir? ¿Y si realmente lo que quiere es hacerme daño? Pero, ¿Cómo? ¿Por qué? Yo ni siquiera la conozco.
Pase algún tiempo solo, sentado en esta silla mirando el techo y mi alrededor, la habitación era bastante grande, aparte de la enorme cama, los muebles que adornaban la habitación y algunos cuadros, y por supuesto el ventanal, que ahora sé, lleva al balcón, había otras dos puertas, supongo que un baño y algo más, que quizá más tarde podré tener claro, solo si esa chica me deja al menos safarme de estas cuerdas.
Levanté el rostro cuando la puerta se volvió a abrir, luego de largas horas por fin ella estaba de vuelta, y no es que me alegrara verla, pero traía consigo una bandeja de comida, que honestamente para mí lo era todo, me moría de hambre.

- No podrás decirme que no tienes hambre, sé que estás molesto y lo entiendo, pero nada puede hacer que tu modo glotón no salga a relucir cuando se trata de comida, así que aquí te traje un poco de la variedad de alimentos que podrás consumir cuando quieras - Dijo.

¿Cómo demonios esta mujer me conoce tanto? ¿Acaso me investigó? Pues claro que sí, por algo estoy aquí, que cosas tan estúpidas me ponía a pensar, pero es que era imposible cuando mi cabeza se hacía muchas ideas.
Ella se acercó hacia una pequeña mesita al centro de la habitación y dejó la bandeja.

- Voy a quitarte todas esas cuerdas de encima, estoy segura de que ya te desesperaron, solo espero que no tengas ataques de ira y quieras irte con todo en mi contra, es mejor que tengas en cuenta que soy quien va a protegerte este tiempo y si muero antes, bueno, tal vez el plan de dejarte ir no se lleve a cabo -.

Yo solo la miré sin decir nada, no tenía intenciones de hacer justicia, al menos no con mis propias manos, para eso está la policía.

- Quítame esto de una vez - Atiné a decir.

Ella se acercó a mí y primero se puso en cunclillas para quitarme las cuerdas de los pies, una vez que terminó siguió con las manos, que cuando dejó libres me froté para calmar el ardor.
Miró un segundo mis manos y mi acción, frunció el ceño y negó lentamente con la cabeza.

- Come, Christopher - Dijo con firmeza.

Y sin decir nada más se fue de la habitación, ¿Qué le habrá pasado?
No me detuve a pensarlo porque en cuanto pude me acerqué a la bandeja de comida, vaya, debo admitir que todo se veía delicioso.
Entre más comía más satisfecho se sentía mi estómago, y de algún modo mi humor mejoraba un poco.
Sin esperarlo la presencia de ___ volvió a la habitación, traía con ella algo en las manos, pero decidí no mirarla.

- Oh, sí que tenías hambre - Dijo mientras miraba la bandeja.

Se hinco a mi lado, y cuando la ví con intención de tocar mis manos de inmediato me alejé.

- Hey, relájate, no voy a hacerte nada malo, solo te pondré un poco de pomada en las muñecas para eliminar esas rozaduras -.
- No te pedí que lo hicieras - Respondí.
- Y yo no dije que lo hayas hecho, deja de ser tan testarudo y hazme caso -.

Sin esperar respuesta ella se puso pomada en la yema de los dedos para después tomar mi mano con delicadeza y comenzar a frotar en la zona afectada.

- La puerta de la izquierda te lleva al baño, pedí que pusieran algunos productos de higiene, pero si necesitas algo más solo házmelo saber - Comentó.

Cuando terminó con una mano, pasó a la siguiente.

- La puerta de la derecha te lleva al guarda ropa, encontrarás todo lo que mi criterio me hizo pensar que podría gustarte, si quieres y no estás tan molesto para entonces, más tarde podré mostrarte la casa y darte una demostración del porqué no deberías intentar escapar -.

Terminó de aplicar la pomada y soltó mis manos.

- Ahora puedes terminar de comer si así lo deseas, si necesitas algo afuera de tu habitación hay dos guardias, solicita verme y aquí estaré, buen provecho -.

Ella se puso de pie y comenzó a caminar hacia la puerta de salida.

- Gracias - Dije en un susurro que pudo escuchar.
- Lamento que mi gente haya sido tan brava - Y finalmente se fue de la habitación.

(...)

Ella no se había equivocado, al menos esta habitación estaba muy bien equipada con cosas especialmente para mi uso, con cada cosa que descubría más dudas surgían en mi cabeza, y por supuesto que mucho más con respecto a cómo es que me conoce tan bien.
Decidí tomar un poco de aire así que por primera vez me acerqué a ese gran ventanal, lo abrí deslizando la puerta y salí hacia el balcón.
La vista era preciosa, no voy a negarlo, la casa tenía un jardín enorme, realmente enorme, había flores de todo tipo adornando cada rincón perfectamente cuidadas, más allá del jardín no podía verse mucho, solo el horizonte y como el sol dejaba ver un bello atardecer, alrededor de la casa había una especie de barreras, seguramente especiales para que yo no pueda irme.
Negué con la cabeza y me acerqué más hacia la orilla del balcón, dónde me recargue en las barandillas para dirigir mi vista hacia abajo, justo dónde pude percatarme de que había una alberca igual de enorme y bonita que combinaba con el jardín, pero algo que llamó mucho más mi atención, fue ver a ___ en traje de baño con los pies dentro del agua, parecía perdida en sus pensamientos mientras miraba al sol ocultarse.

|Lo mejor de mi vida| Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora