Capítulo 32

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Como Melton lo había dicho, llegó justo en una hora al punto acordado, yo me subí a la camioneta y me quité el gorro y todo aquello que me cubría el rostro y el cabello.

- Me alegra volver a verlo joven Christopher - Mencionó.
- A mí también Melton, ¿Cómo está ___? - Pregunté con pesar.
- Usted tendrá que verlo, lo que Mika y yo podemos hacer es llevarle la comida sin poder ver cómo se encuentra, no ha salido para nada, ni siquiera para tocar el piano como tanto le gusta - Me dejó saber.
- ¿Al menos fue a ver al médico? - Inquirí.
- En realidad no, al otro día de que usted se fue, el doctor César llamó pero la señorita Linc solo me pidió que le dijera que muchas gracias pero ella ya había tomado su decisión y por ningún motivo iba a cambiar de parecer, así que para nada ha salido de su habitación -.

Maldita sea, ¿Cuan mal dejé a mi bonita?, jodido idiota soy.

- ¿Por qué me oculto lo que pasaba? - Me atreví a preguntar.
- Para haber sido su novio logró ganarse su confianza y que ella se abriera con usted para contarle parte de su pasado, aquello que tanto mal le ha hecho, yo he estado en cada uno de esos momentos y puedo asegurarle que todo ese dolor que sintió lo supo minimizar con usted, la realidad es que en verdad se enamoró, después de lo que pasó con el joven Efraín, verla con usted me dejó saber que la señora Linc en verdad le había entregado su corazón, ella tiene mucho por decirle, estoy seguro de que sabrá cómo explicarle porque oculto esto, a ella le corresponde hablar con usted - Respondió.
- ¿Tú la quieres? - Cuestioné.
- Por supuesto que sí, soy unos cuantos años más grande que su papá, conozco a la señorita Linc desde que nació, su padre la dejó a mi cargo siempre, ella es como una hija para mí, y la voy a cuidar hasta el final de los días porque ella confía en mí y yo no pienso defraudarla - Aseguró.
- Después de todo ella no está sola, te tiene a ti - Dije con una sonrisa pequeña.
- La señorita Linc lo sabe, pero después de todo lo que ha pasado usted fue quien entró de nuevo a su corazón y sé que volver a verlo la hará sentir viva de nuevo -.

Eso lo esperaba de verdad, porque ya no soportaba la idea de que tal vez me encuentre con una escena que me rompa como yo la rompí a ella.

(...)

Cuando llegamos a la enorme casa, Melton y yo bajamos de la camioneta y los hombres de seguridad se acercaron a nosotros.

- Es el joven Christopher, todo bien - Afirmó.

Ellos asintieron y volvieron a sus puestos.
Melton asintió y me indicó que podía entrar a la casa, a partir de ahora me tocaba a mí seguir.
Yo le agradecí con la cabeza y sin más me adentre a la casa.
En el salón de recibimiento estaba Mika, quién al verme se alertó.

- Usted, ¿Qué hace aquí? ¿Quién lo dejo entrar? - Preguntó en voz baja.
- Mika, lo siento - Mencioné apenado.
- Hable más bajo, no quiero que la señorita Linc vaya a escucharlo y se ponga peor - Se apresuró a decir.
- Justamente vengo a verla, quiero arreglar las cosas con ella, yo sé que me equivoqué y que merezco que quieras sacarme a golpes de aquí, pero déjame verla por favor, ambos lo necesitamos - Pedí.

Mika me miró algunos minutos para después asentir.

- Tal vez no me corresponda, pero yo le aseguro que si vuelve a lastimarla voy a sacarlo de aquí a patadas, ya sufrió bastante mi señorita - Advirtió.
- Te prometo que no pasará, gracias Mika -.

Rápidamente subí las escaleras y caminé hacia su habitación, era mucha mi urgencia por verla.
Dejé salir un suspiro y sin más toqué dos veces la puerta.

- Hace menos de una hora trajiste comida Mika, estoy bien, puedes irte - Dijo con ese tono frío desde el otro lado.

Nuevamente toqué dos veces.

- Mika, Melton, no voy a abrir la puerta, basta ya porque voy a enfadarme de verdad - Advirtió del mismo modo.

No me quedó de otras mas que volver a tocar.

- Muy bien, no quería llegar a este punto pero - Cortó la frase cuando abrió la puerta y me vió parado delante de ella.

Su boca se abrió ligeramente y su labio inferior comenzó a temblar mientras sus ojos se ponían rojos y brillosos.
Su aspecto me hizo sentir como un completo imbécil, tenía puesto un pans y una sudadera holgados, sus pies tenían unas medias mientras su cabello estaba oculto debajo del gorro de la sudadera, su bonito rostro se veía apagado, con ojeras debajo de sus ojos y el color rojo de sus mejillas sin brillo, estaba pálida y sus ojos solo reflejaban tristeza.

- No más, por favor no más, tú tenías razón, estoy jodida y merezco todo lo que he pasado, no volveré a arrastrar a nadie más a mi dolor y a mi vida tan miserable, juro que ya lo entendí, pero por favor vete, estoy segura de que me estoy volviendo loca por hablarle a la figura de alguien que jamás volveré a ver en la vida, pero aún así te digo que ya no puedo más, te juro que ya no puedo - Sus lágrimas no tardaron en salir, ella de verdad estaba muy mal - Acepto tu odio, acepto que no quieras ni verme, pero déjame seguir al menos el tiempo que me queda de vida y no me atormentes Chris, no podré una vez más - Su llanto cada vez se hacía más.
- Perdóname por favor, soy un pobre imbécil que no te merece, no merezco haber conocido a lo mejor de mi vida, no te merezco ni un poquito bonita, perdóname - Suplique.

Sin poder resistirme me acerqué a ella y la abrace para después besar su frente.

- Eres lo más hermoso que a mi vida pudo llegar, eres tan fuerte y valiente que jamás me cansaré de admirarte y desear tu fuerza, jodido estoy yo por haberte herido de tal forma, soy un maldito hijo de puta por haberte dejado cuando más me necesitas, miserable y jodida está mi vida porque no estás tú - Aseguré.

|Lo mejor de mi vida| Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora