Capítulo 29

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Lo podía entender, de verdad que sí, estaba en todo su derecho, podía odiarme y despreciarme, y si decírmelo, si encararme y gritarmelo lo hacía sentir un poco mejor, dejaría que lo hiciera, yo me lo merecía, aunque por dentro sintiera un gran vacío, aunque por dentro me estuviera partiendo en mil pedazos, le daría el placer de desahogarse, de odiarme porque lo merecía, de sentirse la persona más desafortunada por haberme conocido.

- No tienes una idea de cuánto te odio, deseo con todo mi corazón no volver a verte jamás, no saber nada más de ti, si quieres ser miserable está bien, pero no hundas contigo a los demás, te irás sola ___, seguirás sola por el resto de tu vida porque lo que acabas de hacerme no se le hace a nadie, te odio, te odio y siempre lo haré - Continuó.

Sus ojos me hacían saber que lo que decía lo sentía de verdad, mis razones ya no tenían valor, mis explicaciones estaban de más, y mis lágrimas, mis lágrimas tenía que tragarmelas, porque aunque mi pecho me obligara a dejarlas salir, yo sabía que debía ser fuerte, al menos unos minutos hasta que Christopher se vaya.

- Perdóname - Dije en un susurro.
- ¿Perdóname? No mereces nada de mi parte, no mereces nada de nadie, que jodida estás - Terminó por decir para después irse a su habitación y cerrar de golpe la puerta.

Ahora sabía parte de la verdad, sabía tan solo una parte y me odiaba por eso, se iba a quedar con tan solo una parte de la versión y me odiaria eternamente.
Dejé salir un suspiro y me hice tan fuerte como pude para bajar las escaleras y hablar con Melton.

- Señorita Linc, ¿Qué sucede? - Él se acercó rápidamente a mí.
- Nada Melton, solo, prepara la camioneta, es hora de que Christopher se vaya - Dije.
- ¿Cómo? - Preguntó sorprendido.
- Déjalo lo más cerca que puedas del hotel Gibson, allí están sus amigos y su familia, recuerda que nadie debe ver de dónde baja, sabes como pasar desapercibido - Mencioné cada palabra tratando de no romperme.
- Como usted ordene, señorita Linc - Melton asintió y sin más se fue.

Christopher no quiere verme más, y la verdad no creo poder soportar más de sus palabras, me estaban clavando estacas una tras otra, y yo sabía perfecto que lo merecía, pero me dolía, me dolía inmensamente, porque aunque no lo crea, mi amor por él será algo que jamás dejaré de sentir.

- Mika, ve por favor a la habitación de Christopher, dile que Melton está listo para que se pueda ir - Le pedí una vez que la ví.
- Señorita Linc, ¿Está bien? - Preguntó preocupada mirándome.
- Sí Mika, estoy bien, haz lo que te digo, por favor -.
- De acuerdo señorita Linc -.

Con el corazón en la mano caminé hacia la cocina y me quedé recargada en la pared junto a la puerta, tenía tantas ganas de llorar, de gritar y de pedir por un milagro que me hiciera despertar de esta pesadilla, de esta pesadilla que comenzó desde que mis padres y mi hermano se fueron.

- Ni siquiera puedes darme la cara, no sabes cuánto te odio ___ - Christopher gritó haciéndome cerrar los ojos y dejando salir el llanto en silencio.
- Joven Christopher - Escuché la voz de Mika.
- El amor que un día sentí por ti ahora no es mas que odio, ojalá jamás te hubiera conocido - Siguió Christopher.
- Ya basta, fuera de aquí - Gritó Mika enojada.

Después todo fue silencio para finalmente escuchar el azotón de la puerta principal.

- Adiós Chris, cuidaré nuestros recuerdos por los dos eternamente, solo le pido a Dios para que ni siquiera odio sientas por mí, después de todo ni siquiera eso merezco de tu parte, cuídate mucho y olvídame, olvídame para siempre mi Chris - Dije.

Sin poder evitarlo más me dejé caer al suelo y entonces me puse a llorar tal cual una niña.

- Señorita Linc - Mika llegó, se hincó y me abrazo.
- Se fue Mika, se fue para siempre y odiandome, ya no me queda más - Mencioné llena de dolor.
- Ay señorita Linc, no sabe cuanto me duele verla así, no sé que fue lo que pasó pero sé que usted es muy valiente y podrá levantarse tarde o temprano, no está sola, Melton, Mila y yo estaremos aquí siempre, no llore más - Dijo afligida.

Deseaba con el alma entera encontrar consuelo en los brazos de Mika, en los brazos de una madre que ha sido incondicional para su hija.

- Se terminó, se terminó para mí, Christopher tiene razón, estoy jodida, enteramente jodida -.

|Lo mejor de mi vida| Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora