La Vida Que Construimos

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Beckett abrió la puerta del desván y entró, reprimiendo un bostezo. Tenía veintitrés años y estaba cansada a las ocho y media de la tarde en un viernes. Cierto, ella había estado despierta durante más de dieciséis horas en ese punto, y el día había sido extraordinariamente ocupado y agotador. Aún así, la mayoría de los hombres y mujeres de su edad comenzarían el viernes por la noche, mientras que ella no podía esperar para ponerse el pijama, posiblemente leer una hora más o menos y luego irse a la cama. Por otra parte, la mayoría de las personas de su edad no eran padres de niños de tres años que se levantaban temprano.

Quitándose la chaqueta, Beckett la colgó en el perchero de la ropa junto a la puerta. Cuando la manga de la tela rozó su rostro, pudo detectar el olor a humo de cigarrillo e hizo una mueca. El pub que sus compañeros de trabajo habían elegido para sus comidas y bebidas después del turno había sido un establecimiento libre de humo, pero cuando se iban, dos de sus colegas encendieron un cigarrillo mientras todavía estaba parada allí hablando con el grupo. Su abrigo saldría al aire, pero estaba preocupada por el olor que estaba en su pelo; ella prefería lavarlo antes de acostarse esa noche.

Con un suspiro, Beckett recogió un pedazo de cabello y se lo acercó a la nariz, inhalando profundamente. No creía que oliera a humo, pero comprobó el otro lado por las dudas. Todavía estaba en el proceso de evaluar el nivel de olor de su cabello cuando Rick apareció en el pasillo con una expresión severa en su rostro. Como ella estaba ocupada de otra manera, Kate no se dio cuenta de esto. En cambio, ella simplemente preguntó.

-¿Cómo están las chicas? ¿Se acostaron bien?-

-¿Dónde estabas?.- preguntó, su tono impaciente.

Ahora al darse cuenta de su expresión, frunció el ceño, preocupada por haber perdido su mensaje. -Te envié un mensaje de texto para decir que llegaría tarde, ¿no lo viste?.-

-Lo hice. Supongo que no llegaste tarde por el trabajo.-

Ella sacudió su cabeza. -Después de mi turno cené con algunos compañeros de trabajo.- ¿Debería haberle revelado eso a Rick en su mensaje? Posiblemente, pero en un breve momento de debilidad ella decidió ser egoísta. En los últimos once meses, desde que comenzó en la academia de policía, Kate podía contar todas las veces que había sido imprudente o egoísta con su tiempo y privacidad. Todas las noches podía cenar con la familia o si su turno no la dejaba llegar tarde al loft, lleva va a Emily a la cama. En esos días ella trabajaba más tarde, preparaba el desayuno para las dos niñas, ayudaba a Rick a preparar almuerzos y las llevaba a la escuela. Ella estaba cien por ciento dedicada a su familia, y disfrutó cada minuto. No habría cambiado el tiempo con Emily o Alexis por nada.

En verdad, había sido un día largo, comenzando de inmediato con un peatón golpeado y atropellado y luego pasando a una serie de robos que terminaron en su persecución de un sospechoso en carrera completa durante casi dos cuadras. Mientras ella intentaba derribarlo, él la había codeado varias veces, una de las cuales apenas le había dado en la mandíbula. No había dejado más daño que un pequeño hematoma, pero se había sumado a su día frustrante, y ella había querido pasar una hora disparando la brisa con sus compañeros de trabajo y bebiendo una cerveza. Por supuesto, no tenía la intención de que una hora se convirtiera en casi dos horas y media... pero no podía cambiar eso ahora.

-¿Cena?- Él repitió, su tono plano.

-Sí, una cena.-

-¿Quién fue ese tipo que te trajo a casa?-

Kate se congeló a medio camino de las escaleras y se volvió para mirarlo boquiabierta. -¿Cómo ... cómo sabes que un hombre me acompañó a casa?.- Cuando Rick no respondió de inmediato ella soltó una risa a medias por pura frustración y conmoción. -¿Qué eres tú? ¿mi papá? Mirando por la ventana cuando estoy en el porche delantero.-