*Pov Kagome* Había pasado un día desde que regresé de aquel lugar. Recordaba como había atravesado el pozo que se encontraba en el templo, recuerdo ver a Inuyasha clavado en el árbol sagrado y esa actitud altanera, grosera y arrogante de ser, las primeras batallas, el miedo de un mundo desconocido, mis ganas de querer regresar a casa y recuerdo como Yura se encontraba frente a mí en ese momento, a punto de cortarme con su espada, sin embargo mi torpeza me ayudó a sobrevivir.
Jamás creí que agradecería ser un poco torpe, gracias a ello pude salvar mi vida y regresar con mi familia; recordé como lloré al ver a mi abuelo y el Contarles donde había estado. Tenía tanto miedo de no volver jamás que me sentí inmensamente feliz cuando el abuelo dijo que lo había sellado de nuevo.
Después de contarles todo lo que había sucedido en esos días, decidí darme un baño, ponerme al día preguntando por los deberes de la escuela, que al final jamás supe por hablar de otros temas.
Nunca hubiera imaginado que Inuyasha vendría por mí.
- Infame ¿Quién te dijo que podías regresar a tu casa?-dijo Inuyasha.
Genial, aquí estaba de nuevo su actitud arrogante.
- ¿Se puede saber por dónde saliste? - pregunté confundida - se supone que mi abuelo ha sellado el pozo con pergaminos.
- ¿Te refieres a este papel? - preguntó él con él pergamino en mano, - pues no funcionan.
Después de una breve discusión noté que Inuyasha tenía un cabello que se movía, inmediatamente recordé a Yura, la demonio que controlaba los cabellos.
Inuyasha, el muy tonto, había traído el peligro con él. No podía permitir que lastimaran a mamá, a sota y al abuelo. Sin pensarlo, de mis labios salió una frase que sabía cambiaría mi vida por completo.
- Inuyasha, tenemos que regresar.
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Después de haber regresado y de haber luchado contra Yura, comprendí que no podía escapar tan fácil de esta época, aún había mucho por hacer, jamás creí que a mis 17 años tendría una gran responsabilidad. Tuve que hacer una breve vista a mi familia, para explicarles lo que sucedía. Ellos lo tomaron demasiado natural y me apoyaron.
Cuando llegué a la aldea Inuyasha se encontraba en un árbol descansando, fui con él, no quería empezar mal si íbamos a compartir un viaje juntos. Sin embargo nada salió como lo esperábamos.
Me enteré que era reencarnación de una sacerdotisa increíble, la responsable de haber sellado a Inuyasha. Creo que por eso detesta a los humanos, por eso siente tanto rencor, al menos eso pensé.
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- Es una sorpresa, que aún recuerdes el rostro de tu hermano.
No podía creerlo, frente a mí se encontraba un ser perfecto, podía sentir lo poderoso que era. Esos ojos, ojos color ámbar.
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