-Ven para acá pequeña.
La alcé hasta que sus piernas se quedaron sentadas en mis hombros. Para que no perdiera el equilibrio llevaba mis manos levantadas y estas eran su apoyo.
-¿Y ahora qué hacemos Petter? –Consternado.
-Caminemos y veremos qué pasa –Respondí con incredulidad.
Ana disfrutaba ir sentada en mis hombros, aunque de vez en cuando debía esquivar algunos letreros con publicidades.
-¿Si le diste tu tarjeta a Alejandra como piensas pagar lo que necesitas?
-Amigo mío, aun no me conoces bien ¿Verdad?
-Verdad Thomas ¿Aun no conoces bien a Petter o qué? –Repitió con ferocidad.
-Está bien. Diablos no tienen que golpearme –Con voz baja.
-Déjamelo a mí Petter, yo me encargo de él –Levantado sus manos y haciendo puños que movía de forma amenazante.
-Thomas es nuestro amigo, no golpeamos a nuestros amigos –Sonriendo.
-Por un momento pensé que de verdad se bajaría y me golpearía.
Subí la mirada. Nos reímos los dos.
-¿Thomas sabes dónde vendan antifaces aquí?
-Conozco dos sitios, ambos están en el piso de arriba.
Sin dar más vueltas al asunto subimos las escaleras, el primer local no estaba muy lejos de donde nos encontrábamos.
En ambos lados del local había dos vitrinas protegidas con paredes de vidrio, a los lados cortinas purpurassemi-recogidas. Del techo colgaban varios antifaces con diseños estrambóticos y de colores llamativos, las vitrinas tenían una base de color morado, en ella se hallaban maniquís, varios tenían collares encima, otros diademas y los restantes antifaces convencionales. Regado por gran parte de la base, se lograban diferenciar algunos zarcillos y cadenas, o al menos eso era lo que yo creía.
-Bienvenidos caballeros –Subió su mirada- y encantadora damisela. Mi nombre es Gabriela, soy la encargada en Nutpre C.A. en que les puedo servir.
La encargada era una señora de cabello muy alborotado, lentes de diseño antiguo que se resbalaban de su nariz y debía ponerlos en su lugar con las manos a cada instante. Sus venas sobresalen en sus brazos y manos, su rostro era algo arrugado.
Thomas nos arrastró a una estantería de ropa femenina, al entrar lo primero que noté es que al igual que en las vitrinas, el color púrpura y morado es lo que más predominaba, los estantes rebosaban de prendas que solo una mujer usaría.
-Buscamos antifaces, de hombres –Enfaticé.
Puse la mirada en Thomas, queriendo hacerle notar que debíamos irnos, pero no funcionó. Sin embargo la encargada si lo vio, pero lo interpretó de otra forma. Chasqueo los dedos.
-Ya lo entiendo todo joven –Con asombro.
Se pasó a la parte de atrás del mostrador dando la espalda y buscando algo.
-Claro que lo entiendo –Continuo y saco algunas cajas pequeñas y las dejaba caer sobre el mostrador- soy un tanto pasada de edad, pero mi mente es permisiva a esta nueva sociedad que se está abriendo paso.
-Disculpe ¿Qué? –Frunciendo el ceño.
Miré a Thomas que estaba igual de perdido que yo. Ana en mis hombros se limitaba a ver el entorno del local.
-No se preocupen, no tienen que disimular, conmigo todo está bien –Giró su cabeza para vernos, acomodó sus lentes y continuó en su búsqueda.
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Una Luna, Dos Caras 3:1
Teen FictionEmma una joven Marabina que actualmente enfrenta una dinámica familiar fracturada. Con el pasar de los días en aislamiento, aprenderá que la muerte de su padre no es el final, puesto que con su partida del mundo de los vivos, varios de...