Capítulo XXVII La conciliación en la tormenta

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El salón emanaba un aura de nerviosismo e impaciencia, se notaba porque nadie emitía una sola palabra desde que bajaron a buscar los resultados de las pruebas vocacionales.

Anthony entró seguido de la directora, llevaba en sus manos alrededor de treinta carpetas o más. Las dejó sobre el escritorio y tomó su lugar.

-Muy buenos días queridos estudiantes. –Emocionada- como ya todos saben hoy es el tan anhelado día. Nos sumergimos un poco más en nuestro yo interno, ese que nos ha intentado decir en que nos queremos desempeñar por el resto de nuestras vidas. Es importante –su humor cambió- que le den el debido respeto a los resultados plasmados, no obstante debo recalcar, el hecho de que ustedes al final son quienes tienen la última palabra en relación a que quieren hacer y que desean estudiar –pasó su mirada por todo el salón- sin más preámbulos, los iré llamando de uno en uno

El primer nombre en Thomas.

-¿Odontólogo? Debo reconocer que no sabía que tenía cualidades para eso –Complacido- como segunda opción están profesor –Pronunció como si fuera algo doloroso- y de última enfermero –también con disgusto.

-No se escucha nada mal Thomas. –Lo alenté.

Luego escuché mi nombre. Fue una extraña sensación cuando caminé hasta mi madre y me entregó la carpeta. Ella lucía una gran sonrisa cuando la tomé.

-¿Qué dice? –Preguntó Thomas.

-¡Ábrela ya! –Chilló Isabella-

-¿Pueden calmarse los dos? –Ambos estaban más interesados por saber que estaba escrito en la carpeta que yo.

-Abogado

Jamás lo consideré, pero la idea no me causó ningún desagrado.

-Bueno serías una gran abogada, una honesta. Eso es lo que necesita este país.

-Gracias Petter. También dice que tengo talento para la nutrición y como contador. Me agradan más las dos primeras opciones –Aclare.

Poco después llamaron a Isabella y Petter de forma casi seguida.

-¿Maestra? Debe ser una broma, yo no quiero pasar el resto de mi vida enseñando a sumar y restar –Alterada.

-Los maestros hacen más que eso Isa, además es solo una guía, no es una regla que debas seguir.

Pero mis No surtieron efecto mis palabras de aliento.

-¿Qué otras hay? –Intrigada-

-¿Psicopedagoga? Oh no... mira la última opción, definitivamente es la más acertada, Orientadora –Se desplomó en su pupitre-

-Vamos no es tan malo como tú crees, son profesiones increíbles.

Thomas intentaba animarla, pero al igual que todos los intentos anteriores, no funcionaba.

-No debes despreciar esas profesiones como lo haces, todas son buenas opciones desde mi punto de vista, en especial la de educar a los demás. Sin los maestros que nos inculquen conocimientos y herramientas para favorecer el razonamiento ¿Qué seríamos hoy en día?

Levantó un poco la mirada.

-Está bien –Entre dientes, como si fuera un regaño.

Tomé la carpeta de Petter rápidamente.

-Veamos que hay aquí –Con voz burlona.

-¿Veterinario? –No disimulé mi expresión.

-¿Igual que tu madre?

Una Luna, Dos Caras 3:1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora