Capítulo XX Una Cena, un Recuerdo y los 120 Días

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-¡Emma!

Abrí los ojos bruscamente y abandoné la cama, no comprendía qué pasaba. Enfoqué la mirada y alcancé a ver como Ana sentada en la orilla del colchón tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido.

-Ya es la hora de cenar Emma -Con tono de ironía- Estoy ansiosa por escuchar tus ideas para ayudar a Petter.

Diablos, miré el reloj que estaba colgado encima del televisor, no lo podía creer, ya eran las 8:47 pm, el pequeño descanso me tomó toda la tarde y no se me había ocurrido nada. Debía pensar rápidamente en algo.

-¡A mí no se me ocurrió nada! Eres mi esperanza. –Con incredulidad.

Debía pensar rápido, no quería dar la impresión de que no tomé en serio su idea, pero ¿Qué podíamos hacer?

-¡Hora de cenar! – Se escuchaba la voz proveniente desde la cocina.

-¡Una cena! –Me exalté.

-¿Qué?

-Eso es –La sostuve de los brazos- lo vamos a invitar a cenar mañana ¡Será perfecto! Un cambio de ambiente, con más gente, le hará bien ¡Lo invitaremos a cenar!

-No creo que una cena hecha por mamá pueda hacer feliz a alguien, lo podría hundir aún más –Entre risas.

-Eso es lo de menos. También ayudaremos a preparar la cena.

Como si nada, me encontré emocionada por el hecho de salir de la zona de "inmóvil", podía ser partícipe de ayudar a que todo mejore.

Al bajar por las escaleras discutimos qué platos se pueden cocinar para la cena y que sería lo más fácil sin necesidad de ingredientes exóticos.

-¿Unas panquecas Emma?

-No, eso solo te llena a ti –Sonríe- tendríamos que hacer 300 para llenarlos a todos

-¿Unos Hotdog? Es fácil y no requiere mayor cosa.

Nos sentamos en la cocina; Charlábamos para definir cuál sería la mejor cena para realizar el día de mañana, pero habíamos olvidado un detalle importante.

Mi madre nos veía un poco extrañada por la discusión de platos de comida, así que antes de seguir con esa charla, la miré, sin estar consciente hice una pequeña mueca con los ojos y los labios, lo solté.

-Madre, tú crees... o mejor dicho... se podrá... quizás –temblaban mis manos, apreté con ambas la base de la silla- ¿Invitar a la familia de Petter a una cena el día de mañana?

Ana no dudó ni un segundo en voltear a verla con una gran sonrisa en su cara, y haciendo uso de sus grandes ojos marrones, como si su vida dependiera de que aceptara.

-Oh, hm... -Varios gestos invadieron su rostro- ¿Y por qué no hacemos pizza?, tenemos los materiales, tenemos la receta, es fácil de hacer y a quién no le gusta un buen pedazo de pizza un sábado por la noche. –Alzó los hombros, como queriendo decir, si, hagámoslo.

Nos vimos, las sonrisas inundaron nuestras caras, la idea era perfecta, y mejor aún, mi madre lo aprobaba, lo más arduo ya estaba hecho. Presentía que mañana sería un gran día.

Mostrando una sonrisa y algo de cansancio, se despidió, nos deseó una feliz noche y subió para dormir en su habitación. Ana lavaba los platos, yo me encargaba de guardar los vasos y la jarra con jugo de naranja. Al terminar se despidió y se fue a dormir, me quedé un rato para secar y guardar el resto. Cuando subí tomé un desvío, asomé mi cabeza por un espacio que había entre la puerta y el marco, aún estaba despierta, me vio y pidió que pasara.

Una Luna, Dos Caras 3:1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora