Capítulo XXXIV Las dos caras de la luna

10 3 48
                                    

-Lo siento –Con dolor- debí regresar antes.

Una mezcla de seguridad y protección invadió mi cuerpo, tuve la impresión de que esto podría encaminarse de una manera más sensata.

-Maldito mocoso –Gritó Martha fuera de sí- como te atreves a romperle la pierna de esa forma...

-Ten por seguro que si vuelves a ponerle un dedo encima a alguien de esta familia, un hueso roto será el menor de tus problemas. –Desafiándola.

Entre Martha y Petter se creó un abismo, un mar de tensión e ira abundaba en las miradas que se lanzaban el uno al otro.

-No me importa en lo más mínimo que sea un infante, lo que hiciste aquí amerita ser denunciado y créeme cuando te digo, que así será.

-Créeme cuando te digo que me importa poco cualquier cosa que digas.

-Funcionario –Gritó Martha desde el suelo atendiendo al adolorido Billy- ¿No piensa hacer nada?

Robert miró fijamente a Petter, sin decir nada y tomó asiento.

-Petter creo que es el momento idóneo para que tomes participación en esto.

Las palabras de Jhonny que recién tomaba lugar en la sala acompañado de Alejandra, causaron un leve temblor en sus manos.

-Será lo mejor Petter, sino... -Robert concentró su atención en Ana- no creo que la vuelvas a ver.

-Petter si puedes hacer algo al respecto –Tomé aire- lo que sea, solo hazlo –Suplicando.

-Te amo Emma –Su voz se quebró- y yo... De verdad lo lamento.

No pude responder, me congelé, mi cabeza iba a explotar. Petter dio unos pasos hacia Martha, está retrocedió, sabía que sin su protector se hallaba indefensa, pero... ¿Qué es lo que lamentaría Petter? ¿Acaso iba a cometer un acto indebido? No, Petter jamás haría algo así, estoy segura que podría resolverse esto, sin hacer uso de fuerza contra dos mujeres indefensas. Mi cabeza me dolía, ya no solo por el golpe, sino por la confusión que existía.

-Supongo que si llegaste hasta aquí es porque descubriste la verdad –Agrego Petter

-Hazte a un lado o llamaré a la policía por intento de secuestro.

-¿Secuestro dices? –Extrañado- suena sensato entonces llamar.

Martha sacó un sobre de su bolso, un tanto arrugado y se veía viejo, maltratado por el paso de los años.

-¿Sabes qué es esto? –Lo señaló como si fuera su último recurso.

-¿Una oferta de paz?

Una risa cínica llena de maldad se apoderó del rostro de Martha, creía que tenía la situación bajo control.

-Es una copia del testamento de mi hermana.

-Debo suponer entonces que no es una carta de tregua –Inquirió.

-¿Crees que esto es un chiste? –Ofendida- mi hermana falleció poco después de traer al mundo a una niña –Se exaltaba con cada palabra- un bebé que me fue arrebatado desde hace años, pero hoy... hoy regresará con su verdadera familia.

-¿Qué tiene que ver eso con mi hermana? –Hice uso de todas mis fuerzas para hacer escuchar mi voz.

-Hace diez años –Atajó Petter sin dar oportunidad a otros comentarios- mi madre tuvo un bebé, "Un regalo del cielo" ella también murió poco después de dar a luz.

Daniel y mi madre lograron levantarse, ella parecía especialmente interesada en la historia que Petter narraba.

-Petter no puedes postergarlo más. ¡Tienen que saber la verdad!

Una Luna, Dos Caras 3:1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora