Las luces de la casa se veían apagadas desde afuera, daba la impresión de estar sola o en su defecto...
-Dime que al abrir la puerta no van a salir personas ocultas gritando "Feliz Cumpleaños"
-Solo hay una forma de averiguarlo.
Caminamos tomados de la manos hasta la puerta, al estar cerca, pude darme cuenta que tampoco se escuchaban voces, era extraño ya que el carro de mi madre estaba estacionado. Abrí la puerta rápido ya que necesitaba salir de la duda.
Las luces de la sala y la cocina estaban apagadas, como noté desde afuera, también las del piso de arriba. Sin embargo, del patio provenía un brillo extraño, me costaba reconocerlo ya que colocaron una cortina en la puerta corrediza, supongo que sería en mi ausencia.
-¿Nerviosa? –Acercándose a la cortina.
Petter deslizó la puerta sin abrir las cortinas, se colocó detrás de mí y puso sus manos en mis ojos.
-Una última sorpresa –Susurró en mi oído.
Dimos dos pasos sin atravesar el umbral, me detuvo.
-¿Paso algo? –Con extrañeza.
Sus labios impactaron en mi cuello, al mismo tiempo que mis piernas temblaron por un instante. En mi interior daba gracias por ser un beso de pocos segundos, de lo contrario no sé qué habría sucedido. Las cortinas acariciaron el poco rostro que no estaba cubierto por sus manos.
-¿Lista?
Asentí.
Tuve la ligera sospecha de ser observada. Encorve un poco los hombros al escuchar las voces que gritaban "felicidades" por fin pude ver.
Todos se reunieron en el patio, algunos de pie y otros en sillas plásticas o de madera. En el fondo, cerca del árbol salía una gran capa de humo, tardé en darme cuenta que era una gran parrilla negra la que producía ese humo.
-Sé que nos dijiste más de una vez que no querías una fiesta de cumpleaños. Por eso hicimos una celebración por ti y una antesala del cumpleaños de Petter –Mi madre emanaba felicidad.
-Gracias – La abrace, fue un gesto perfecto.
-Bueno sería injusto llevarme todo el crédito de esto. Aquí hubo participación de tus hermanos, organizaron todo e invitaron a tus seres más queridos.
Me causó gracia escuchar eso último, ya que a lo lejos podía ver a Anthony sentado con un vaso que presumo no tenía refresco.
Mis hermanos se acercaron para abrazarme, casi me tumbaron, pero logré mantenerme firme, les agradecí el esfuerzo por organizar la reunión. Le siguieron mis abuelos maternos. Mi abuelo Carlos que se vistió como lo suele hacer, una camisa manga corta de color blanco y una bermuda con gomas deportivas, las pocas canas que tenía en su corinilla me indicaban que ya es muy viejo para hacerle entender lo mal que estaba eso, por otro lado, mi abuela Gabriela traía un vestido sencillo de color rosado, no disfrazaba sus canas, aunque le lucían bien con su corte de cabello y todos los accesorios que llevaba puestos.
-Es bueno volver a verte –Apreciándome de abajo hacia arriba- ya eres toda una mujer mi querida Emma.
-Gracias abuela. Y tu abuelo, parece que por fin logramos sacarte de la casa.
-No todos los años se cumplen 18 Em. –Abrazándome- ¿Ese joven con el que llegaste? –Me observó como si quisiera decir algo.
-¿Petter? –Puntualicé- Es mi novio –Ruborizándome.
Todas las miradas se posaron en mí y en Petter quien había tomado lugar a mi lado, me invadió algo de incomodidad, pero su mano se aferró a la mía, me dio seguridad y lo siguiente fue alzar nuestras manos como un gesto de consagración, como un hecho que confirmaba nuestra relación, la cual solo él y yo sabíamos que sería para siempre.
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Una Luna, Dos Caras 3:1
Teen FictionEmma una joven Marabina que actualmente enfrenta una dinámica familiar fracturada. Con el pasar de los días en aislamiento, aprenderá que la muerte de su padre no es el final, puesto que con su partida del mundo de los vivos, varios de...