Capítulo XXII El Hoyo Interno

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Se notaba una atmósfera tensa entre Petter y Alejandra, por primera vez los veía distanciados, como si no quisieran saber nada uno del otro por un largo tiempo. Thomas, por su parte, cada vez que podía le pasaba un papel a su novia, pero ella no tenía interés alguno en leerlos.

Ana fue, como de costumbre, la primera en llegar al carro cuando era hora de irnos, por lo general luego aparecía mi madre y yo las hacía esperar un poco, era ya casi una tradición. En esta oportunidad, éramos nosotras quienes esperábamos por mi madre.

-¡Petter! –Gritó Ana- ven con nosotros.

-¿No hay problema con eso? –Se acercó, respondiendo con timidez.

-¿Bromeas? –Respondió Ana- Ahora que mi madre te ama, te podrás ir con nosotras todos los días, tú también puedes Ale.

Alejandra no estaba conectada en la conversación. Dio un pequeño salto al escuchar su nombre y solo se limitó a afirmar con la cabeza.

Ana fijó su mirada en mí, como a punto de soltar algo.

-Emma siempre se sienta adelante, pero entenderé si quieres que yo vaya en ese puesto –Guiñando el ojo.

Procuré no darle importancia a sus palabras, pero me ruborizo de todas formas.

-No me molestaría ir contigo atrás de vez en cuando Ana –Dibujó la silueta de una sonrisa.

Antes de poder decir algo al respecto, se escuchó la voz Thomas.

-Hola Ana –Con cariño.

-Ahora que eres novio de Alejandra, podría decir que acepto vuestra amistad –Estiró su mano.

-¿Es decir que antes no éramos amigos? –Su rostro dibujó un gesto de dolor y le estrechó la mano- Supongo que esto es mejor que ser ignorado.

-¿Te vas con tu madre o este día le toca a tu padre? –Quise cambiar la conversación.

-En realidad nos iremos todos a pie. Me conseguí a tu madre en el camino, dijo, y cito textual "Por favor dile a mis hijas que hoy no podré llevarlas a la casa. Tengo una reunión de imprevisto. Si ves a Petter pregúntale si está dispuesto a acompañarlas. No me gusta la idea de que caminen solas. Gracias Thomas." –Moviendo sus manos como intentando narrar la historia.

-¿Se dieron cuenta de lo mismo que yo?

-¿Qué nos iremos a pie? –Recalcó Ana.

-Si Ana, pero además de eso... ¡Tu madre no me ve como alguien que pueda cuidarlas! ¿Pueden creer eso? Me miró directo a los ojos y me dijo eso.

-No es para tanto. Quizás solo lo dijo porque pensó que sería una molestia para ti acompañarnos.

-Pues pienso igual que mi madre. Eres un debilucho.

La frase fue acompañada de risas de todos, menos de la de Alejandra quien presumía un rostro todavía airado.

-Mira enana –Se inclinó para ver sus ojos- Thomas no es ningún debilucho o cualquiera de esas cosas que tú dices, es una de las personas más valientes que conozco, así que deja de menospreciarlo todo el tiempo.

-Y no estoy molesta contigo –Recobrando la postura- solo no estoy de ánimos para hablar Thomas. Son dos cosas diferentes.

Nos vimos entre todos, como si cada quien sacará una conclusión diferente de lo ocurrido. Por mi parte, consideré que fue dura con mi hermana, pero por otro lado, sería prudente que dejara de ofender a Thomas en cada oportunidad que puede.

-Solo es una niña haciendo una broma, no hace falta que le hables de esa forma. Además él sabe que solo es un juego ¿cierto Thomas?

-Ahh... -Pensaba que decir- sé que solo son bromas, pero... -Aclaró su garganta- pero la verdad es que duelen a veces.

Una Luna, Dos Caras 3:1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora