Llevaba en las manos la maceta con la planta de girasol creciendo poco a poco, contaba ahora con dos hojas que salían de su tallo, sentí orgullo por mi planta, era mi logro, pequeño o grande... era mío. Me detuve, pude ver que Petter se acercaba al pasillo donde me encontraba, con una imagen preocupante.
-¿Crees que se dé cuenta? –Agitado.
- No lo sé Petter... ¿Tú crees que no se percate que no hay nada donde deberían haber crecido las raíces de nuestra margarita? –Irónicamente.
-Supongo que dejaremos de ser los padres estrellas
-¿Petter la cuidaste como debías? –Atajé.
-¿Qué? ¡Por supuesto que sí! No estarás insinuando que...
-No –Lo corté- solo fue algo que me vino a la mente.
Caminamos juntos hasta el salón, fuimos los primeros en llegar y observábamos como el resto del salón entraba con sus macetas germinadas. Petter los observaba con cierto recelo o sentido de culpa, él fue quien la cuido los últimos días y por alguna extraña razón no terminó de crecer.
-No te preocupes, estamos juntos en esto Petter –Sonriendo tomé su mano.
-¿Crees que nos dé otra oportunidad si se lo pedimos?
Antes de poder responder, entró la profesora Helen, sus ojos quedaron fijos sobre nuestra maceta y a la vez su expresión no denotaba nada, me miró a los ojos y dejó salir una risa permisiva como si de alguna forma no estuviéramos tan mal encaminados, la misma se borró al percatarse de la presencia de Petter, que también la observaba. Tomó su lugar detrás de su larga mesa llena de orificios para varias macetas.
Se preparaba para decir algo, agudizó su garganta en dos oportunidades, le costaba hablar o decir lo que tenía entre dientes. Fijó su mirada sobre Petter y sus mejillas se coloraron.
-Petter lamento mucho ser yo quien te ponga al tanto de lo sucedido, ya que soy testigo de la pasión que sientes por esta materia y todo lo que conlleva, pero tu permanencia en esta electiva ha sido suspendida por tiempo indefinido.
-No obstante Emma –Su mirada se posó en mí- usted puede cursar la electiva desempeñando su papel de forma individual.
Petter no expresó nada en absoluto, resignado, sin querer luchar por su plaza en la materia, aun cuando se podía notar que la noticia lo llenaba de malestar por su rubor tan marcado. Solo se levantó
-Todo lo contrario profesora. Agradezco que haya sido usted quien me diera la noticia. –Su voz fue amable.
-¿A qué se debe esa decisión? –Abordé bruscamente- es decir, llegamos puntual, damos nuestro mejor esfuerzo y todo ¿Para qué? ¡No entiendo! Necesito que me explique mejor los motivos.
Estaba fuera de mí, no toleraba las injusticias y mucho menos en alguien a quien quería tanto. No lo permitiría. Por su parte la profesora se veía calmada y al mismo tiempo decepcionada, no sé si de mí o de Petter o... quizás de ella misma.
-Esa información no se me dio a conocer Joven. Y considero que aunque así fuera, no debería darla.
-¡Pues yo no voy a cursar esta electiva sin mi pareja! –Exploté.
-No tomes una decisión enojada Emma –Irrumpió- disfrutas tanto como yo de la clase. Quédate, no hace falta que hagas esto. –Con voz ahogada.
Miré a Petter, no estaba enojado, sin embargo denotaba preocupación por el rumbo que estaba tomando esta discusión.
-No puedo decir los motivos de algo que no conozco joven Campos –Atrapo- pero si de algo le sirve, la misma persona que dio la orden de la suspensión, fue la única que la acompañó, el resto del personal docente no se mostró en concordancia.
ESTÁS LEYENDO
Una Luna, Dos Caras 3:1
Teen FictionEmma una joven Marabina que actualmente enfrenta una dinámica familiar fracturada. Con el pasar de los días en aislamiento, aprenderá que la muerte de su padre no es el final, puesto que con su partida del mundo de los vivos, varios de...