Capítulo XXXIII Un propósito dañino

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Los días en el colegio se tornaron algo inusuales, a Petter le agradaba la idea de ir caminando juntos "Es nuestro espacio de ser nosotros antes de tomar distancia" era solo una excusa que acepté con gusto, solo para disfrutar del tiempo que obtenemos. Por primera vez, veía como una desventaja el trayecto tan corto de nuestra urbanización al colegio.

Varios compañeros de nuestro curso e incluso de otros, se quedaban observando nuestra llegada con extrañeza, para él, era normal captar las miradas, lo hacía desde que inicio de su periodo escolar, pero por mi parte, me abrumaba, era una sensación que causaba terror, pero mi respiración regresaba a la normalidad cuando me abrazaba..

Era una especie de tortura estar en un salón de clases, compartir el mismo espacio, pero tener que estar distanciados. La hora del receso tardaba en llegar, pero cada vez que lo hacía no podía evitar llenarlo de besos, aun cuando no estaba muy a gusto "Debemos respetar el espacio de trabajo de tu madre" eran palabras sin significado para mí, me negaba a soltarlo.

Por las tardes después del colegio, Daniel le reprochaba en ocasiones el gran abandono que vivía desde que arrancó nuestra relación, así que de vez en cuando, los dejaba ponerse de acuerdo para reparar algún artefacto del hogar o en su defecto, del hogar de Petter.

Un día, sin esperarlo, Petter se acercó a mi casa, apenas acababa de desayunar cuando tocó a mi puerta. Sostenía una caja de bombones en forma de corazón bajo el umbral de la entrada.

-Feliz primera semana de novios –Con voz tenue.

-Gracias –Ruborizada.

Un gesto no esperado, vale por miles que hayas pedido anteriormente.

-Petter pero cumplimos una semana ayer, no hoy –Caí en cuenta.

-Pensé que se contaba después de terminar el día –Sacó cuentas imaginarias.

-No tonto –Entre risas- se celebra el mismo día, pero igual me encantó ¿Cómo supiste que estos son mis favoritos?

-No eres la única que tiene contactos –Sonrió.

-¿Thomas? No... ¿Ana? Thomas nunca presta atención a los detalles.

-Le prometí a esa personita jamás revelar el secreto.

-¡Petter!

Sonó su voz que no tardó en hacer acto de presencia.

-¿Ya se los diste? –Curiosa por saber la respuesta-

-Si, en realidad –Fijó su mirada en los chocolates- Creí que no querías que le dijera nada.

-Es mejor que ella esté al tanto de todo, así me dará mejores regalos cuando crezca o mejor todavía... le hará saber a mi futuro novio todas las cosas que a mí me gustan para que me las regale.

-Tienes tu vida bien planeada, ¿No?

Lo siguiente fue tomar la mano a Petter y obligarlo a desayunar con nosotros, atribuciones que ya no me causaban incomodidad.

-Estuve pensando –Sirviendo un tazón con cereal- que podríamos hacer algo tu y yo... ¿Cómo una cena te gustaría?

Fijé la mirada al suelo, después de algunos segundos la pude levantar.

-Me encantaría –Confesé.

-Es una cita –Le dio una connotación.

-¿Eso no es antes de ser novios? –Pregunto Ana quien nos acompañaba- Ya no hace falta o... ¿Sí? Estoy confundida. –Puso sus pequeñas manos en su cabeza.

Una Luna, Dos Caras 3:1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora